En el corazón de la Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento, un árbol se alza como testigo silencioso de la memoria y el sacrificio. Se trata de la higuera de Doña Paula, un ejemplar que guarda más de dos siglos de historia y que hoy se ha convertido en uno de los símbolos más entrañables de la identidad sanjuanina.
La historia se remonta a 1801, cuando Paula Albarracín recibió como herencia el terreno donde comenzó a levantar su vivienda. Allí, bajo la sombra fresca de la higuera, la mujer pasaba interminables horas junto al telar. Entre hilos y tejidos, encontró la manera de sostener a su familia y cumplir con un sueño que parecía inalcanzable: el de la casa propia.
El árbol no fue un simple ornamento del patio, sino el centro de la vida cotidiana. Bajo sus ramas crecieron recuerdos, conversaciones y esfuerzos compartidos. Sin embargo, la historia también guarda un pasaje doloroso: con los años, las hijas de Doña Paula tomaron la decisión de derribarlo. La tristeza de la madre fue tan profunda que pronto llegó el arrepentimiento. Entonces, plantaron retoños que sobrevivieron al tiempo y volvieron a dar frutos, como una segunda oportunidad para preservar ese legado.
Hoy, más de doscientos años después, la higuera sigue en pie gracias a cuidados especializados que buscan prolongar su vida. Sus ramas robustas reciben a cientos de visitantes que llegan al Museo Casa Natal de Sarmiento, cámara en mano, para fotografiarla y llevarse consigo un fragmento de historia viva.
La higuera de Doña Paula es mucho más que un árbol. Es un símbolo de esfuerzo, de resiliencia y de memoria colectiva. Allí, en ese patio cargado de significados, late todavía el espíritu de una madre sanjuanina que, con su telar y su fortaleza, supo tejer no solo su destino, sino también una parte esencial de la identidad de su tierra.
Embed - Rinconcitos Sanjuaninos - Higuera de Doña Paula