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Personajes

Ricardo Ochoa: Un 'choco' suelto en el Teatro Colón

Hace 37 años se fue a formar parte del Coro Estable del mejor teatro del país. Un repaso por sus anécdotas y su futuro, de vuelta en San Juan. Por Viviana Pastor.

Por Redacción Tiempo de San Juan
Cuando un coterráneo suyo le empezó a decir "choco", en los pasillos del Teatro Colón nadie entendía nada. Pero desde entonces todos sabían que "el sanjuanino" era también "el choco", vocablo que sólo un cuyano sabe qué significa: perro. 

Ese apodo fue casi premonitorio. Años después, le tocó sacar los dientes para defender a sus compañeros del Teatro Colón, cuando peligraban sus salarios y hasta su continuidad laboral, allá por el 2010.

Entonces, Ricardo Ochoa, alentado por la mayoría, se convirtió en uno de los líderes de los reclamos gremiales. Era algo que le salía de las tripas, así que si no se lo pedían, lo hacía igual. Había que defender los puestos de trabajo de 1.200 personas, dos orquestas, un coro estable, un cuerpo de ballet, 17 sectores técnicos, personal de administración, mayordomía y servicios auxiliares. 

Fueron años de reclamos, con la orquesta tocando en la calle Cerrito, días de panfletos y marchas, de coros denunciantes hasta en las canchas de fútbol. Lograron llamar la atención. Por revoltoso, lo dejaron cesante en 2011 y no pudieron echarlo por su fuero gremial.

Se ufana de conocer el Colón como la palma de su mano, es que si tenía que defender esos puestos de trabajo tenía que saber qué hacía cada uno de sus compañeros y dónde. "No era que iba a trabajar lo que iba a poner en escena sin importarme la suerte de los demás", dijo.

Ese mismo imponente edificio de estilo ecléctico fue el que le dio los tres mejores momentos de su carrera: su primera ópera en el coro, su debut en el Colón. Luego su debut como solista en el rol protagónico de Rigoletto, año 1986, sin conocer la obra y con una semana para aprenderla. Pero la audacia le salió bien, la obra fue un éxito, el público aplaudió de pie, tuvieron que hacer otra función y eso le abrió la puerta para cantar como solista. 

Su tercer momento clave tiene que ver con su trabajo sindical. "En el teatro somos como una casa. En esa luche tuve la suerte de dirigir en la protestas a grandes maestros. No le saqué el cuerpo porque era una lucha importante", aseguró.

Estar en el Colón le permitió hacer cosas que nunca imaginó, como grabar para la banda sonora de la película Hombre mirando al sudeste, de Eliseo Subiela. Él tenía que salir cantando la 9° Sinfonía pero estaba viajando y no llegó a tiempo. Aparece alguien en escena pero es su voz.
Después, por cávala dijo, Subiela lo volvió a convocar para la peli Últimas imágenes del naufragio. Hasta con Lalo Schifrin, el monumental compositor argentino,  grabó coros para la película Tango, de Carlos Saura.

Es atrevido en el escenario y osado en la vida, pero conoce sus límites. Y aunque le gustan los desafíos, sabe cuándo decir no. "Cada vez que vas a salir al escenario te preguntas ¿qué carajo hago acá?", confesó. También dijo que el tenor que más admira no es el más popular, es  Alfredo Kraus, "una voz siempre perfecta". Y de los conocidos prefiere a Luciano Pavarotti.

Después de varios éxitos, le ofrecieron cantar una obra de Alberto Ginastera, Bomarzo, muy difícil, con un peso histórico importante ya que fue prohibida durante la dictadura. Para esa obra estudiaba todo el día y también de noche, comía y respiraba el personaje. "Muchos pensaron que iba a fracasar, sin embargo fue un éxito y me quede tranquilo. Demostré que puedo estar en la lucha gremial y seguir siendo artista. Pero las consecuencias fueron terribles, me dio surmenaje porque fue un esfuerzo sobrehumano. Aun así, yo quedé conforme", contó. 

Después le ofrecieron nuevas funciones de la misma obra y dijo NO. Como también tuvo que optar por la negativa cuando lo convocaron grupos como  Opus 4, los Quilla Huasi, los Cantores de Alba, Los Tucu Tucu, Los Trovadores, entre otros.

Un chico de barrio

Hace pocos días, Ricardo llegó a San Juan para entonar el Himno Nacional en el acto apertura de la Fiesta Nacional del Sol 2017. Entonces se dio tiempo para hablar de su vida antes de subirse al avión que lo llevaba de vuelta a Buenos Aires.

Su carrera de cantante había comenzado en la escuela primaria cuando a los 7 años ya integraba el coro.  Por entonces cantaban himnos que los pibes de hoy ni conocen: el himno al deporte, el provincial a Sarmiento, a Juan Jufré, a Colón, a la madre.

A los 11 años, con Antonio Fernández y Ernesto Guardia formaron el grupo Los Puneños, donde estuvo hasta que se fue a trabajar a Buenos Aires. Pasó su adolescencia y juventud cantando folclore y no oculta el orgullo de tener sus raíces en la música popular y sobre todo en el folclore. 
En los '70, conoció al maestro Petracchini quien lo convocó para integrar el Coro Universitario, donde estuvo durante 10 años. Allí fue coreuta, ayudante de dirección del maestro y subdirector del coro. También fue director del coro vocacional a partir del '76 hasta que se fue de San Juan. 
De acá se fue con su esposa, María Cristina, y sus dos hijos mayores, que fueron su sostén. Allá nacieron tres hijos más, hoy el mayor tiene 40 años y la menor 24. 

Ahora, a la distancia, analizó el desarraigo como el sacrificio de dejar su casa, sus amigos, para ir a ver de cerca qué era la ópera y que mejor que lugar que en uno de los mejores teatros del mundo. "Fue una entrega". Por 37 años fue miembro del Coro Estable, hasta hoy.

"El colon es la expectativa más grande que puede tener cualquier artista, cantante, músico,  bailarín. Hoy sigue siendo así,  pero el Colón ha cambiado mucho y para mal", sentenció. 
A lo largo de esos años compartió escenario con los más grandes músicos cantantes, directores y bailarines del mundo y fue su mejor escuela.

Su trabajo era la música y su cable a tierra era la música. Es que cuando sentía que algo le faltaba allá, aún con su familia, aún con el trabajo que amaba hacer, se daba baños de música cuyana y hasta armó en San Juan un grupo, entre visita y visita, la Camerata del Sol, una agrupación coral con repertorio cuyano. "Ese grupo sigue adelante, ya cumple 17 años y nos seguimos juntando. Es lo que me ayudó a olvidar un poco mis problemas allá y significaba mi conexión con San Juan". Y es, tal vez, donde pone sus sueños futuros.

En poco tiempo Ricardo estará jubilado y nadie le saca de la cabeza la idea de volver a su querido San Juan. "Tal vez este año esté acá, no he planificado nada pero puedo hacer muchas cosas, siempre tengo proyectos y he podido hacer muchas cosas en San Juan a pesar de vivir en Buenos Aires". 

El Choco sabe siempre cómo volver a su territorio.

Sobre algunas cosas

-"Llegado a mis 68 años se supone que puedo seguir cantando, pero hay una diferencia en la profesión. Cuando elegís la carrera de cantante podes elegir tu repertorio, en cambio estando en el coro, uno canta lo que le dan y pasas de un Donizetti a Wagner, de un Verdi a Puccini... y capaz que te salís de tu registro natural, entonces eso te da una experiencia pero influye en tu capacidad de canto. Tengo suerte de que mi voz se mantiene sana". 

-"¿Consejos para mantener la voz? Comer sano, cuidarse, resguardar el hígado, porque si está inflamado influye en el diafragma. Algunos toman bebidas naturales, pero Pavarotti tomaba hielo triturado mientras estaba cantando. Otros toman té con miel. Otros toman whisky, antes de cantar. Yo me cuido del aire acondicionado porque me congestiona". 

-"Veo que en San Juan aparecieron músicos nuevos muy buenos, tienen buenas ideas, pero los que están acá me dicen que algunos son un poco 'sucios' en la música, creen que la velocidad es lo mejor y no es así porque pierden calidad. Pero creo que la mayoría va bien, están intentando hacer música regional que les de la identidad que les permita que los conozcan en otro lado. Si de algo me vanaglorio es que en el teatro me dicen 'el sanjuanino' y 'el choco', gracias a otro sanjuanino, Carlos Flores, que me empezó a decir así, porque nunca traté de ocultar de donde era. Entonces, si entienden que deben divulgar lo local, con la suma de tecnología y el aggiornamento que quieran, que no pierdan la esencia y la identidad porque eso va a florecer, más allá de que sean excelentes instrumentistas o cantantes. Cuando me piden que cante algo lo primero que canto es tonada y después puedo cantar Oh sole mío".  

- "Soy muy crítico. Festejo lo que significa que San Juan cuente con teatro como el del Bicentenario, con todas las posibilidades. Pero una verdadera opinión la tendré cuando escuche una obra con todo en escena. Lo visité cuando estaba en construcción, ahora me da la impresión que en sonido no supera al auditorio Juan Victoria".
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