Martín Romo recuerda el día en que nació Santiago, su primer hijo, aquel 17 de septiembre de 2005 y no puede dejar de emocionarse. Por entonces, nada había hecho suponer, durante el embarazo de su esposa, que algo andaba mal. Apenas llegó al mundo se detectó que el perímetro encefálico del bebé era menor de lo normal. Le dijeron que su hijo iba a quedar en estado vegetativo, que iba a ser una “planta”. Que, prácticamente, no tenía chances de vida.
“El diagnóstico fue microcefalia y resultó un golpe durísimo en nuestra vida, un antes y un después y un camino de dolor y también de aprendizaje. Eso sí, nunca nos dimos por vencidos. Comenzamos rápidamente con todo lo que estuvo a nuestro alcance, terapias de todo tipo en forma temprana, y eso ayudó a que Santi hoy sea lo que es”, cuenta, orgulloso, su papá. Y acota: “Un chico alegre que va al colegio, ama las tutucas y las gaseosas; que sale a caminar para sentarse conmigo en la plaza a disfrutar del sol y ver la gente pasar”.
Martín se emociona cuando relata los progresos de su único hijo y “la luz de sus ojos”, mientras intenta explicar cómo se traduce la enfermedad, un trastorno en el que la cabeza del bebé es significativamente más pequeña de lo esperado, lo que usualmente es provocado por un desarrollo anormal del cerebro. Esto provoca discapacidad intelectual y pérdida del lenguaje, entre otros aspectos. Santiago, por ejemplo, tiene una severa disminución visual. “Mi esposa tuvo un rol fundamental para que nuestro hijo avanzara. Las terapias eran ley en casa y, al ser un niño estimulado, su calidad de vida mejoró”, repasa.
Santi acude a una escuela especial y también a aprender el sistema Braille. “Le gusta la rutina, aunque a veces rezonga porque empieza muy temprano”, cuenta. Sin embargo, seis años atrás la vida de Santi dio un vuelco muy favorable cuando Martín, ex jugador de hockey sobre patines, se acercó al club Olimpia para intentar que su hijo participara de la propuesta “Hockey para todos”, que se creó en 2013 de la mano del DT Oscar Oviedo.
“Al principio los resultados no fueron los esperados. Había pasado un mes y Santi no colaboraba, no aportaba al equipo ni cumplía con las actividades. Le dije al profesor que me daba por vencido. Me pidió que no nos vayamos y me aseguró que era cuestión de tiempo. Así lo hicimos y fue una alegría ver su progreso”, recuerda. Las cosas de la vida, hoy es delegado del equipo de su hijo. Y se vuelve a emocionar: “Siempre le estaré agradecido al DT”.
Los días de exhibiciones son para la familia una jornada de alegría, encuentro y aliento. “Fue increíble el cambio que dio gracias a un equipo interdisciplinario formado por un profesor de Educación Física, psicopedagogo, psicólogo y directores técnicos reconocidos, de muy alto nivel”, completa el papá, para agregar que se formó un lindo grupo de “profes” que crearon un buen vínculo con Santiago.
“Es que –argumenta—a Santi le cuesta aceptar y crear vínculos con gente desconocida, por eso lo tomamos como terapia, él asiste con gusto y alegría, aunque a veces con mucha ansiedad, por eso tratamos de decirle que salimos para el club apenas con unos pocos minutos de anticipación”. Martín concluye que recomienda esta actividad para personas con la condición de Santiago.
“Es una propuesta gratuita donde, además, prestan los patines, los palos, accesorios, bochas, pelotas y conos”, enumera. La mayoría de esos elementos son del profesor Oviedo. El municipio de Capital brinda una pequeña ayuda económica –una beca mínima para los profesores--, de manera que la labor de esta iniciativa es prácticamente por amor al deporte y a los chicos.
“A nosotros, como familia, cada vez que Santiago sale a la cancha se nos pianta un lagrimón –confiesa, emocionado--. No podemos creer hasta dónde logró llegar”.
Emociones compartidas
Un estadio repleto que estalla en aplausos y ovaciones cada vez que irrumpe en la cancha para una exhibición el equipo de chicos con discapacidad que practica hockey sobre patines. Deportistas felices que encontraron su lugar en el mundo y nuevos amigos. Recreación, esparcimiento y compañerismo en una actividad que redunda en la salud física y mental.
El hockey inclusivo, que se viene trabajando desde 2013 en el Olimpia Patín Club de Trinidad, a través de su iniciativa “Hockey para todos”, creció año tras año dando un gran ejemplo de equipo, alegría y solidaridad.
Fue en ocasión de la Copa Intercontinental de hockey sobre patines cuando los chicos saltaron al parquet del Cantoni con todo el entusiasmo de mostrar lo que hacen con tanta dedicación, impecablemente vestidos con equipo azul y blanco, junto a sus profesores, artífices de este importante proyecto de integración.
“Es una escuelita para jóvenes con discapacidad que inició en Olimpia. Tuvimos la suerte de hacer una exhibición en el Cantoni, durante la Copa Intercontinental, lo que para nosotros fue un lujo, en el mejor estadio del mundo. Los chicos se lucieron. Es una escuelita que cuesta mucho llevar adelante, pero que por suerte tenemos ahora el apoyo del Gobierno”, comenzó señalando Oscar Oviedo, el DT.
“Estamos para todos los que se quieran sumar y nuestra gran ambición es que se replique en todos los clubes de la provincia y por qué no hasta fuera del país”, agregó.
El creador del proyecto dijo que este equipo es un verdadero orgullo, ya que chicos con distintos síndromes, como Down, autismo, retraso madurativo y otras patologías demuestran todo su potencial.
“Corría 2013 e hicimos una suerte de prueba con seis chicos. Reunimos elementos, conversamos con los padres y trabajamos a pulmón. De allí en más nunca hemos frenado y nos hemos convertido en un punto de encuentro de muchas familias que disfrutan muchísimo”, señaló.
La gratificación, relató, es enorme. “Uno aprende más de lo que enseña. “Ellos viven un desafío y nosotros nos hemos dado cuenta que no hay nada más bonito que la integración verdadera”, dijo.
La dinámica de la organización tiene sus particularidades. Mientras que la escuela convencional tiene 60 alumnos y tres profesores, en este caso se necesitan muchos más entrenadores: alrededor de 10 para un total de 20 chicos. Muchos padres colaboran y también algunos deportistas del equipo de “Hockey para todos” que llevan varios años.
Los días de entrenamiento son los martes y jueves a las 20 en el Club Olimpia y la duración es de una hora. “El protocolo es distinto, les damos muchas libertades para que se expresen y disfruten. Hacemos la entrada en calor, circuitos, juegos, partidos y luego el estiramiento, respetando siempre a los jugadores para que sea una actividad recreativa”, señaló, para agregar lo emocionante que resulta ese momento para el público presente.
La inclusión verdadera fue y sigue siendo el objetivo principal. No solo para los protagonistas sino para el entorno. “Hay anécdotas fuertes y muy movilizadoras que no hacen más que seguir impulsándonos a continuar con esta gran iniciativa. Es muy increíble escuchar a un chico decir que por fin encontró amigos, que afortunadamente su cumpleaños estará repleto de compañeros de hockey. Para nosotros es la labor cumplida”, concluyó Oviedo.