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Sin fronteras

La historia de amor detrás de una bella posada de Barreal

El alemán Bernhard Imgraben llegó a la Argentina en 1983 en busca de un mejor porvenir. Años después, en Buenos Aires, conoció a Perla Lavin, quien lo flechó de inmediato, y juntos emprendieron un complejo de cabañas en el lugar menos pensado. Su historia.

Por Cecilia Corradetti

La vida y el destino llevaron al alemán oriundo de Hamburgo, Bernhard Imgraben, y a su esposa, Perla Lavin, nacida y criada en un pueblito de la provincia de Buenos Aires, por los caminos más inimaginados. Si su historia de amor fue particular, dadas las culturas diferentes, mucho más extraño fue haber apostado, años más tarde y luego de la crisis de 2001, a la pequeña localidad de Barreal, donde el cielo es inmenso, limpio y plagado de estrellas. Un pueblo con pocas luces, escaso viento y sin nubes casi 300 noches al año. En síntesis, un lugar con condiciones inmejorables para tocar las estrellas.

“Berni”, como lo llaman a este europeo de ojos transparentes que fundó en Barreal, y a pulmón, el tradicional complejo “El Alemán”. Llegó a la Argentina a los 42 años, ya casado y con un hijo, en búsqueda de un mejor porvenir luego de haber vivido en carne propia los coletazos de la guerra. Ya divorciado, en Buenos Aires se cruzó con Perla, una veterinaria oriunda de Indio Rico, pequeña localidad del distrito de Coronel Pringles, cerca de Bahía Blanca. Y juntos emprendieron un nuevo capítulo en sus vidas.

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Bernhard Imgraben

Bernhard Imgraben

La charla transcurre desde el verde inigualable del predio donde vuelcan todo su amor y dedicación para recibir a los turistas que desean disfrutar de unos días descanso y del cielo limpio. Gente que llega a visitar el Complejo Astronómico El Leoncito (CASLEO), que data de principios de los años '80 y dio origen al Parque Nacional El Leoncito. Turistas de todo el mundo reservan tours nocturnos mensuales mientras que, durante el día, pueden disfrutar de la belleza de la Cordillera de los Andes y pasear por el parque nacional a caballo.

“Mientras nos consolidábamos en Buenos Aires solíamos vacacionar en San Juan. Al mismo tiempo, crecía nuestro deseo de alejarnos de la gran ciudad. Cada visita que hacíamos al norte de la provincia nos hablaban de Barreal y así fue que decidimos venir a conocerlo. Un año después, nos instalamos”, relata Perla a Tiempo de San Juan.

Barreal reunía todos los requisitos que anhelaban. Paz, una vida tranquila y posibilidades laborales. Además, todo estaba por explotarse.

“Yo soñaba con recuperar la lectura, descansar y disfrutar la cordillera. Berni tenía otras ideas que, finalmente, por suerte o por desgracia, no prosperaron. Corría 2001, el corralito nos dejó sin un peso y empezamos de cero. Las cosas se dieron así y estamos contentos, vivimos en un paraíso y echamos raíces aquí, donde nació nuestra hija Victoria y se convirtió en nuestro lugar en el mundo”, repasa.

No fue fácil y aún la labor sigue siendo sacrificada. Después de fundar las cabañas, forestar y acondicionar el lugar, hubo que ponerse de lleno a atender a los visitantes. Todo, como la gente merece y a la altura de las circunstancias. Eso sí. Las tareas se reparten. “Berni” es un excelente cocinero y elabora exquisitas recetas para quienes se alojan. Entre los dos, mantienen el lugar en perfectas condiciones.

“Hace 23 años que estamos acá y siento que, en un país tan cambiante y con tantos vaivenes económicos, todavía la estamos `remando’. Fuimos un puntapié importante para este departamento sanjuanino junto con otra posada, La Querencia. Todos un poco locos al haber decidido invertir en plena crisis pero eran propuestas que hacían falta”, reflexiona y agrega: “No nos quejamos, estamos tranquilos y dimos la vida, entregamos nuestro día a día para servir cada vez mejor y eso hace que el pueblo sea un punto de distinción y conocido internacionalmente”.

Perla recuerda la pandemia por el Covid-19 como un momento muy crítico y difícil. “Claro, estábamos asustados. Creímos que se levantaba en 15 días y estuvimos casi 10 meses sin abrir las puertas. Padecimos ese tiempo como mucha gente trabajadora pero siempre con mucha fe en que todo se estabilizara. Superado aquel lapso, continuaron brindando alojamiento y restaurante en este paraíso. Ambos aseguran que es sacrificado para su edad –Berni cumple 83 años en mayo- aunque siempre miran “la mitad del vaso lleno”.

“El pueblo sigue creciendo gracias a nuevas y mejores inversiones y eso ayuda. Por nuestra parte, tenemos salud, un paisaje maravilloso para disfrutar todos los días y un sol espectacular”, reflexiona. Y completa: “No nos equivocamos”.

Una posada con las estrellas al alcance de la mano

Perla, que define a Barreal como un “vallecito precioso” a 1.500 metros sobre el nivel del mar, jamás pensó que el pueblo iba a posicionarse tan rápidamente a nivel mundial. Sin embargo, sucedió.

“Cuando llegamos no había nada, solo unas pocas cabañas y la movida turística era nula. Solamente se acercaba los fines de semana la elite sanjuanina para pasar sus vacaciones por tratarse de un lugar fresco y agradable”, recuerda.

“Un día apareció un americano que madrugaba y salía para regresar casi al anochecer. Llegaba y se ponía a escribir. Escribía y escribía. Le pregunté qué hacía y me contó que era periodista. Poco después llegó su fotógrafo”, evoca y recuerda a aquel visitante como el puntapié inicial de una avalancha de todo el mundo que se acerca para disfrutar del silencio, clima inigualable y, especialmente, divisar las estrellas.

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“Nunca cumplí aquella premisa de la lectura porque Barreal no dejó de crecer y expandirse. Es así que, mientras Berni se ocupa del restaurante, yo me dedico a recibir a la gente, a las tareas administrativas, mantenimiento de las cabañas y mucho más. Es cansador, no voy a negarlo, pero estamos habituados y nos gusta mucho esta vida”, relata.

Perla estudió Veterinaria en La Plata y luego regresó a sus pagos. Más tarde, ya en Buenos Aires, conoció a aquel apuesto alemán que había emigrado de su tierra. Con él tuvieron a Victoria, de 21 años.

“Berni sufrió la guerra en carne propia y, por ende, la pobreza, la desolación, el desarraigo. Su vida no ha sido fácil y creo que acá en Barreal alcanzó la paz que tanto necesitaba. Es una persona inteligente, respetuosa, creativa. Un adelantado de quien aprendo todos los días”, reflexiona.

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Perla dice ser una agradecida: “Cuando buscábamos un destino Berni se había entusiasmado con la Patagonia argentina, que seguía en pleno proceso de población. Pero lo desalenté. Pensaba en el frío, en el viento y quería otra cosa…”, recuerda. También fantasearon con Europa. Perla, finalmente, se negó. En definitiva, dice ella, convencida, todo sucede por algo y jamás se arrepintieron.

El agroturismo, una tendencia que crece

En 2019, el sitio Booking.com eligió cinco destinos del mundo ideales para avistar el cielo en base a la variedad de comentarios de viajeros. El primero fue Barreal, en el departamento de Calingasta, por sus hermosos paisajes y por la oportunidad que ofrece de explorar la naturaleza autóctona. La zona está regulada por normas estrictas que limitan su desarrollo urbanístico para asegurar que estas condiciones ideales se mantengan.

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