“Suena frío, pero hoy en día lo raro es ver un acompañamiento con más de cuatro autos”, afirma Gabriela Noriega, tercera generación de vendedora de flores en el puesto más antiguo de la puerta del Cementerio de la Capital. Mientras tanto, Sergio Olmos, panteonero desde hace 4 décadas, confía que muchas veces tienen tomar una de las manijas del ataúd durante los entierros por la falta de gente. Esa es la situación que se vive hoy, en algunos de los cementerios de la provincia a los que los sanjuaninos parecen huirles.
“Mi abuela, Filomena Noriega, fue la primera florista acá, tuvo este puesto en el momento en que se inauguró el cementerio. Después, mi mamá y mi tía se hicieron cargo y ahora me toca a mí. O sea que yo paso muchas horas acá desde niña y, de a poco, se fue notando que llegaban cada vez menos personas. Pero, sin dudas, la pandemia fue un antes y un después. Después de la pandemia cambió muchísimo. La gente ya ni siquiera viene a los acompañamientos, a dejar la persona. A veces se ve pasar sólo el coche de duelo y no viene nadie. O viene uno o dos vehículos más y listo”, asegura Gabriela durante la consulta realizada por este diario en el Día de los Fieles Difuntos.
“Ya ni para estas fechas especiales viene mucha gente”, agrega, y mientras habla, se ve de fondo la mayoría de las sillas colocadas en la puerta de la capilla para la celebración de la misa especial por la fecha, vacías.
Según la mujer, el número de personas que visita el cementerio bajó un 50 por ciento en los últimos tres años y ya no se ve gente jóvenes y niños entre los pasillos. “Ahora hay más que nada gente de 30 años para arriba. Los jóvenes ya no llegan y los niños no se ven ni en los momentos de entierros”, cuenta Gabriela. Al tiempo que lamenta, “esa situación más los problemas económicos han hecho también que la gente compre menos flores. Muchas personas entran directamente con las manos vacías y otras, incluso, llegan con sus propias flores”.
Con ella coinciden Sergio y su compañero de trabajo, Óscar Arancibia. “Ahora, en realidad, no viene nadie si lo comparamos con lo que pasaba antes. A lo mejor los fines de semana, sobre todo los domingos, hay más movimiento. Pero nada que ver con lo que pasaba antes. Ya no vienen tampoco niños y, mucho menos, se ve a la juventud”, afirma Óscar.
A lo que Sergio suma: “A los acompañamientos vienen como mucho seis o siete personas. A veces los tenemos que ayudar nosotros a llevar el cajón e introducirlo, porque no viene gente, no vienen familiares”.
Para finalizar, Óscar afirma, “la gente ha cambiado mucho las costumbres con sus muertos y parece que esto se va a ir notando cada vez más”.
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