La pandemia de coronavirus continúa afectando la economía: esta vez, un conocido restaurante sanjuanino tuvo que cerrar sus puertas debido a la crisis generada por el Covid-19. Se trata de Faustina, ubicado en calle España entre Laprida y Rivadavia, frente al Centro Cívico. Este martes por la noche será “la última función”, según contó uno de los dueños del restó, Roberto Gerbeno.
“No lo podíamos seguir manteniendo. Se nos fue por las nubes el precio del alquiler y con las nuevas pautas y la capacidad de las mesas no podíamos seguir. Es una etapa que se cierra”, sostuvo Gerbeno a Tiempo de San Juan, uno de los dos socios de este importante restaurante que funcionó durante 10 años en San Juan.
Además, contó que con el primer parate ocasionado por la pandemia pudieron sobrellevar la situación, pero con el brote reciente en la provincia más el aumento del alquiler ya no aguantaron más. Entre cocineros, mozos y limpieza son 15 los trabajadores que cumplían funciones en el lugar.
“Al final no lo cerrás porque hiciste mal los negocios, sino que debido a lo que está pasando en todo el mundo no se puede mantener”, se lamentó. Gerbeno y Patricia Gallardo son los socios dueños del reconocido restaurante que cerrará sus puertas desde esta noche.
En su cuenta de Instagram se despidieron y agradecieron a sus clientes: “Hoy la realidad nos supera y no estamos exentos de ella… es por eso que les decimos hasta pronto”. También, Gerbeno afirmó que “proyectos siempre hay en la cabeza, no somos personas que hemos parado a largarnos a llorar, ya vamos a ver más adelante”.
Por último, agregó que mucha gente les mandó mensajes y recordó algunas anécdotas e historias que ocurrieron en el restó, como por ejemplo propuestas de casamiento, entre otras. “Era un restaurante con ambiente cálido, pasó de ser moda a ser clásico, transmitía un ambiente cordial que la gente buscaba”, finalizó.
Baró, La Pausa, Freud, Sandwich, Puerto Madero, Amapola, son algunos de los clásicos negocios que cerraron. Si bien en el caso de los cafés mencionados se mezclaron también otras cuestiones (como el agotamiento de los dueños), las bajas recaudaciones llevaron a muchos propietarios a decidir no volver a abrir en forma definitiva. Una de las zonas más golpeadas es Capital, con bares y restaurantes chiquitos que no aguantaron el impacto de la crisis en sus bolsillos. Al no poder asumir con lo generado el pago de los costos fijos que demandan los alquileres, los servicios y los salarios de los empleados, tomaron la drástica decisión de bajar las persianas.