El fútbol es un estado de ánimo, dicen. Y si no, basta con ver el presente de Miguel Ángel Borja en River. El colombiano pasó de ser goleador e indiscutible en el equipo de Martín Demichelis a estar en la mira en el ciclo de Marcelo Gallardo por su falta de goles y sus bajos rendimientos. A un año de que termine su contrato, su destino en el club es muy incierto.
A pesar de que la falta de gol es uno de los principales déficits actuales del equipo, el 9 y máximo artillero del club desde su llegada perdió el puesto y ante Banfield arrancó como suplente. La quinta amarilla le impedirá luchar por volver al equipo este miércoles ante Instituto y si la dupla Facundo Colidio - Pablo Solari vuelve a dar rédito, no sería descabellado pensar que seguirán ambos como titulares.
Además de ya no ser inamovible del 11, recibió un fuerte cuestionamiento de la gente, que lo silbó en la previa del encuentro del sábado ante el Taladro en el Monumental y que cada vez oculta menos los murmullos ante cada intervención fallida del Colibrí. El fastidio por su poca intervención cuando el equipo no tiene la pelota se hizo evidente desde que su efectividad bajó.
A esto se le suma un detalle no menor. A los 31 años, a Borja le resta un año de contrato con River, pero durante 2025 su cláusula de rescisión se reducirá de 8 a 4 millones de dólares, una cifra accesible para un goleador de este calibre. Por eso, ya han aparecido varios interesados, como el Football Club Cincinnati, de la Major League Soccer, de Estados Unidos, y su venta parece cada vez más factible.
En medio de los rumores, los descontentos y la falta de gol, en Núñez todavía no consideraron pertinente entablar conversaciones con el colombiano para renovar su contrato. El vínculo vence en diciembre de 2025, pero habrá que ver si las partes están interesadas en prolongarlo. Por lo pronto, el futbolista ve cada vez más atractiva la idea de cambiar de aire.