Apenas se supo que Boca enfrentaría a River con camiseta amarilla (cosa poco vista en un superclásico, donde casi siempre jugó con la azul y oro) se empezó a hablar de cábalas, y de un chamán que le recomendó a Battaglia enfrentar a los de Gallardo con una casaca de ese color.
Los 10 patitos del Xeneixe entraron a la cancha como punto, y terminaron siendo banca. Casi sin patear al arco se llevaron un triunfo de la cancha de River gracias a un grosero error compartido entre González Pires y Armani. Primer batacazo.
Segundo batacazo…¡pedazo de batacazo! El humilde Villarreal le ganó a la Juve en Turín y se metió en cuartos de final de la Champions League. De más está decirles a los futboleros que el Villarreal es apodado “El submarino amarillo”, por el color de su casaca. El equipo español no había podido hacer pesar su localía en el partido de ida, en el que solo empató 1 a 1, y los turineses tenían la fiesta preparada.
El impresionante Liverpool de Jürgen Klopp se sacó la camiseta roja y se puso la amarilla para enfrentar, de visitante, al poderoso Arsenal. Fue 2 a 0 para los de Klopp, que acechan al City y pueden convertirse en el único equipo inglés de la historia en conseguir los cuatro campeonatos que juega en el año.
Chelsea pisó fuerte en Francia y está en cuartos de Champions League. Los campeones del mundo cambiaron el blue por el yellow y dieron vuelta el 0-1 ante el Lille, de visitantes. El 2 a 1 final les valió meterse entre los 8 mejores del torneo de clubes más importantes del mundo.
Y dejamos para el final el que quizá fue el resultado más sorprendente del fin de semana. El errante Barcelona, ahora dirigido por una leyenda de la casa, Xavi Hernández, visitaba al Real Madrid, que está de paseo en la Liga Española, ganando los partidos a modo de trámite.
Es cierto que en esta oportunidad no contaban con Benzema, pero estaban todos los demás. Y era en el Bernabeu. Los culé se pusieron una camiseta amarilla, recuperaron la memoria histórica y con el tiqui tiqui que alguna vez nos enamoró y nos transformaba ver al Barsa en una cita obligada de los fines de semana, le metió 4 al Real. Y de no haber levantado la presión, (cosa que enojó mucho a Hernández) sin exagerar podrían haber sido 7 u 8 goles de diferencia.