Mientras tanto Rosa se encuentra sentada, en silencio, mira a su alrededor lo que pasa. Ella padece Mal de Alzheimer y una operación de cataratas.
"Tuvo una buena crianza, fue a la escuela; y después toda su vida se dedicó a ser una modista, a hacer tejidos a mano y en telar; o trabajar con las pieles que ya poco se usan en la actualidad", explica Rosa, quien la cuida a diario hace dos años.
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Rosa tuvo 6 hermanos. Cursó sus estudios primarios y secundarios en una escuela de Angaco. En su familia había docentes y su abuelo "era una persona muy inteligente y que lo sabía todo".
Su único gran amor fue Hipólito Martín Cáceres, policía de profesión, con quien llegó a casarse y tuvo la desgracia de perderlo cuando ella tenía 40 años. "Se conocieron muy de jóvenes; la muerte de mi papá fue muy trágica y ocurrió cuando yo tenía 11 años; eso me trae muy malos recuerdos", dijo llorando. Mientras Hipólito trabajaba, Rosa se quedaba en el hogar cuidando a sus hijos y haciendo tejidos y pieles.
Fruto del matrimonio nacieron 7 hijos, de los cuales actualmente solo 5 están con vida. "Ella fue siempre una mujer muy sana, muy de su hogar, luchadora; luchó para criarnos, educarnos y darnos todo", contó Julia. Pero sin dudas el mayor dolor que atravesó en la vida "doña Rosa" fue perder a su compañero de vida: "Cuando falleció mi papá se dedicó plenamente a cuidarnos a nosotros; yo como hija, a mis 72 años, estoy agradecida de la vida de todo lo que nos dio, porque hizo un sacrificio muy grande cuando quedó sola; nunca nos mandó a la calle a vender, ni pedir", reflexionó.
Algunos hijos de "doña Rosa" viven en San Juan, pero quien la cuida actualmente, Julia, vive en Buenos Aires y hace dos años que decidió acompañar a su madre para evitar que la trasladaran a un centro de cuidado o geriátrico y continuara viviendo en su hogar de la Villa Don Paulo. "Yo me crié allá, iba y venía con una tía; mi madre siempre me decía que tenía que buscar un futuro mejor; pero hace dos años que con ella vamos y venimos, la llevo a Buenos Aires y volvemos. Toda la pandemia estuvimos en Buenos Aires, volvimos a San Juan el 26 de marzo porque habían entrado a robar, y aún seguimos acá", explicó Julia.
"En el momento que no pueda viajar más yo me la llevaré a vivir a Buenos Aires conmigo porque tengo mis dos hijas allá, tengo más apoyo; acá no tengo a nadie más que a José Luis que me ayuda a diario, y otra señora que me ayuda en las noches".
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A su larga edad, Rosa tiene todas las vacunas contra el COVID-19, jamás la operaron de nada más que de cataratas; y pasó toda su vida con un problema en su ojo izquierdo luego de un accidente doméstico que tuvo con un primo cuando era niña.
Julia nos cuenta que todos sus partos los tuvo en casa, de manera natural, porque "mi mamá no quería ir a un hospital; mi papá trabajaba en la policía y tenía obra social, pero no quiso". Amante de la lectura, no solo de libros, a Rosa le gustaba leer hasta las noticias.
Un día normal de Rosa actualmente comienza cuando Julia le da sus mediaciones, desayuna y se pone a ver televisión sentada en su silla especial. "Si hay sol me pide que la saque afuera y la dejo en su silla de ruedas entre las plantas y con Gringa (su perra); y hay días que sabe todo y pregunta todo; pero hay días que no", relata.
Amante de las plantas, sobre todo las rosas. Pero desde muy joven, la longeva sanjuanina se dedicó al tejido y a las pieles. Muchas cosas que ella creó ya no están porque se las fueron llevando, pero su hija guardó algunas por las dudas y las mostró a Tiempo de San Juan.
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Rosa forma parte de una familia longeva ya que sus familiares como los mismos padres y abuelos fallecieron superando los 100 años. La trasladan en silla de ruedas porque ya sus huesos no tienen firmeza. Julia le hace masajes, al igual que dos personas más. Al igual que muchas personas tiene problemas con el PAMI, porque ella explica que "pidió un kinesiólogo hace 4 meses y todavía no lo consigue". Duerme en un colchón antiescaras y tiene todos sus remedios.
La longeva rawsina siempre fue muy coqueta, incluso tenía sus labios maquillados y las uñas pintadas al momento de la entrevista. Le gustaba que su hogar estuviera arreglado y prolijo, dice Julia. "Mi mamá no era de las personas de chusmerío en el barrio ni tomaba mates con alguno, pero si había que ayudar a alguien lo hacía", cuenta.
Cuando Rosa quedó viuda vendió esa casa que le traía tan malos recuerdos, y con el terreno que tenía en la Villa Don Paulo, cerca de su padre, levantó un nuevo hogar hace más de 50 años, por medio del Banco Hipotecario. "La hizo con mucho sacrificio, monedita por monedita; ella tenía la pensión de mi papá y yo le tramité la de Amas de Casa para que tuviera una entradita más, además de sus trabajos en tejidos", dice su hija.
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Otra de las cosas que transitó en la vida y que recuerdan bien son los terremotos. "En el del ´44 mi mamá ya tenía una hija y la pasó mal; se refugiaron en un lugar que tenía cañizos, donde preparaban los quesos, embutidos y tenían los animales. Para el del ´77 yo no estaba acá, mi mamá sí. Y en el último, en enero del 2021, estábamos en Buenos Aires y cuando vimos las imágenes nos quedamos sorprendidas", relató Julia.
Los años de la centenaria estuvieron marcadas por el arte. Le gustaba comprar tela y pintar; "ni hablar del baile" dice su hija. Amante del tango de arrabal y una gran bailarina, "a la que su papá llevaba a los bailes de carnaval de aquellas épocas". Entre la modernidad de su casa, aún existen antigüedades que supo atesorar con el tiempo. Su gran sillón da a la ventana y ve la gente pasar por la calle poco transitada y si no, sale al jardín y se rodea de plantas.
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En el marco de las reuniones vecinales que el Municipio de Rawson lleva adelante, Julia pidió si era posible hacerle una vereda para poder sacar con más comodidad del hogar a Rosa, por su traslado en silla de ruedas, y así fue como cumpliendo con este reclamo, personal del municipal llevó adelante la obra hace pocos días.
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Incluso el mismo intendente Rubén García visitó a la centenaria, acompañado de Laura García, secretaria de Inclusión Social del municipio. En la ocasión le llevaron flores y tuvieron una breve charla sobre su vida.
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CONOCÉ MÁS A "DOÑA ROSA", CON SUS GORROS TEJIDOS, EN ESTE PEQUEÑO VIDEO DE TIEMPO DE SAN JUAN
Doña Rosa, la centenaria rawsina