Cada primavera, cuando la flora y la fauna comienzan un nuevo ciclo, también se activa con fuerza un fenómeno que preocupa a especialistas y autoridades: la caza furtiva. Para las aves, la temporada de calor es tiempo de reproducción, de búsqueda de pareja y cría de pichones. Como consecuencia, este período coincide con la salida masiva de cazadores furtivos que aprovechan la mayor movilidad y visibilidad de especies para capturarlas y comercializarlas de manera ilegal. Esta situación fue contemplada por la Secretaría de Ambiente de la provincia que, después de hacer un relevamiento a lo largo de todo el año, determinó cuáles son las zonas más afectadas por este flagelo con el fin de implementar en ellas operativos especiales.
El problema no es nuevo, pero se intensifica año tras año. Desde la Secretaría de Ambiente afirman que se trata de una práctica que amenaza directamente la biodiversidad provincial y que, si no se controla, puede llevar a la disminución de poblaciones enteras e incluso al riesgo de extinción de algunas especies.
“Estamos en una época crítica porque coincide con la reproducción. Es cuando más aves se ven en el campo y cuando los cazadores salen con mayor intensidad”, explicó Ezequiel Salomón, director de Conservación del organismo.
Conscientes de la gravedad del fenómeno, desde Ambiente se desarrolló un relevamiento que permitió identificar las zonas más afectadas por la caza ilegal. El resultado fue un mapa provincial que señala cuáles son los departamentos con mayor frecuencia de infracciones. Sobre esa base, el organismo diseñó un plan que busca reforzar los controles en las áreas críticas, con la idea de anticiparse a los movimientos de los cazadores y reducir el impacto.
“Más allá de los operativos habituales en áreas protegidas y rutas, decidimos intensificar la presencia en los departamentos más conflictivos. Allí estamos destinando más recursos y reforzando la vigilancia, porque sabemos que son los lugares donde más actas de infracción se registran”, señaló Salomón.
Los precios a los que se comercializan las aves son variables, debido, justamente, a que se trata de un comercio ilegal. En San Juan, se venden aves a precios que van de $20.000, pasando por $50.000 y llegando incluso a los $100.000.
La estrategia incluye la rotación permanente de inspectores, porque la experiencia muestra que los cazadores cambian de zona cuando la presión aumenta en un lugar. “Se mueven con rapidez y nosotros también tenemos que hacerlo, para prevenir la actividad antes de que se consolide”, agregó el funcionario.
Dónde se concentra la caza
El balance de 2025 dejó en claro que la caza furtiva de aves no se distribuye de manera pareja en toda la provincia, sino que tiene focos de mayor intensidad. Albardón aparece a la cabeza con más de una treintena de actas labradas en los últimos seis meses, seguido por Zonda y Ullum, que también registraron un fuerte incremento en los últimos meses.
A ellos se suman 25 de Mayo, Angaco, Valle Fértil e Iglesia, además de departamentos como Pocito, San Martín, Calingasta, Caucete y Rivadavia, donde si bien los números son menores, la actividad también se detecta con frecuencia.
En total, en este lapso, los inspectores de fauna registraron 89 infracciones vinculadas a la caza ilegal, un dato que da cuenta de la magnitud del problema y de su dispersión territorial.
Especies bajo presión
El relevamiento también permitió corroborar que las aves son el blanco principal de la caza furtiva en San Juan. La modalidad más frecuente es la captura de ejemplares vivos para su posterior venta como mascotas. El benteveo se ubica entre los más perseguidos: es un ave atractiva por su canto, muy codiciada por los aficionados a las aves silvestres. Aunque por ahora su población se mantiene estable, el aumento sostenido de la captura podría colocarla en riesgo en los próximos años.
Otras especies también aparecen bajo presión, como la diuca, el misto y el jilguero, muy apreciadas por su canto y colorido. En zonas más específicas, como Valle Fértil, la persecución se concentra sobre especies de distribución limitada, entre ellas el rey del bosque y la reina mora. En estos casos, el impacto puede ser aún más grave porque se trata de aves cuya presencia está restringida a determinados ambientes y que, al ser sacadas de su hábitat, quedan mucho más expuestas a la posibilidad de desaparecer.
“Cuando un ave desaparece de su ambiente natural y pasa a estar en cautiverio, empieza un proceso que puede derivar en la extinción de esa especie si la presión de caza se mantiene”, advirtió Salomón.
Qué aves se pueden tener en casa
Desde la Secretaría de Ambiente remarcan que existen alternativas legales para quienes deseen tener aves como compañía. Se permite la tenencia de especies domésticas, como el canario, considerado prácticamente parte de este grupo por su larga tradición de cría en cautiverio.
También están habilitadas algunas especies exóticas, como loros, cotorras y periquitos, siempre que se trate de ejemplares criados en cautiverio y que cuenten con la documentación correspondiente: certificado de origen, legítima tenencia (tanto provincial como nacionlal) y guía de tránsito en caso de que provengan de fuera de la provincia.
Cualquier otra situación constituye una infracción. “La clave es que sean especies criadas para la venta y que su cautiverio no represente un riesgo ambiental”, puntualizaron desde el área.
Un llamado a la acción ciudadana
Desde Ambiente recuerdan que la lucha contra la caza furtiva también se desarrolla con la colaboración de la sociedad, que es clave para detectar y frenar la actividad ilegal. Por eso, convocan a denunciar cualquier situación sospechosa vinculada a la captura o comercialización de fauna silvestre. Las denuncias pueden hacerse de manera anónima al número 264-4305057, habilitado por la Dirección de Conservación.