Algo no andaba bien en ese rancho. Los vecinos estaban cansados de escuchar los gritos y las brutales reacciones del hombre de la casa, aunque lo que más llamaba la atención era la composición de su extraña familia. Debajo del mismo techo convivían ese changarín junto a su esposa, su segunda pareja y los hijos de ambas. Pero lejos de lo que podría considerarse un triángulo amoroso, allí reinaba la miseria, la humillación y la violencia en su cara más cruda, en una historia que terminó de una manera sangrienta en 1982.
Así era todo en esa casilla de adobes y chapas, escondida en un terreno detrás de la tribuna norte del Club San Martín. Un rincón de Concepción que parecía olvidado, donde las penurias tenían nombre de Eva Escudero y Silvia Sarmiento, y todo lo más bajo de la condición humana se llamaba Gregorio José Cornejo.
rancho
Aquí vivía esa singular familia. Foto de Diario de Cuyo.
Él trabajaba poco, casi nada, y cuando hacía changas era solo para buscar dinero que terminaba en un vino barato. Eva era su esposa, en los papeles y los largos años en los que tuvo que soportar la mala vida del changarín. Pero había más. Al grupo familiar luego se sumó Silvia, una joven amante o una víctima de Cornejo durante muchos años y que también quedó atrapada en esa espiral de maltrato.
No siempre fue así. Las versiones periodísticas señalan que en 1981 Cornejo dejó a Eva y a sus hijos, y se fue a otra parte del Gran San Juan a vivir con Silvia y los niños que tenía con ella. Esa aventura no le duró mucho y, al encontrarse sin casa, tuvo que volver al rancho situado en inmediaciones del lateral de avenida Circunvalación y calle Mendoza.
Por las buenas o las malas consiguió que Eva lo recibiera resignada, pero Gregorio no iba solo. Con él llevó a Silvia y a sus dos hijos. Aunque tampoco estaban a gusto, la joven mujer de 28 años y sus pequeños debieron arreglárselas para acomodarse en ese pequeño rancho e intentar rehacer sus vidas en ese nuevo y confuso ambiente familiar.
patio
Un policía custodia el lugar donde hallaron sin vida al changarín. Foto de Diario de Cuyo.
Cornejo siguió siendo el mismo y lo que parecía momentáneo se volvió permanente. Todos los vecinos hablaban del changarín y sus dos mujeres, pero también de las continuas discusiones, gritos y golpes puertas adentro de esa casilla. Más todavía, cada vez que el hombre se emborrachaba.
La convivencia fue una pesadilla, pero para las mujeres que compartían el miedo y la sumisión frente a un hombre que se sentía todopoderoso. Todo lo resolvía a las piñas. Los policías de la Comisaría 2da concurrían a menudo a ese rancho por los alborotos que armaba Cornejo, pero después todo quedaba en la nada.
La dramática historia de Eva y Silvia parecía que nunca iba a terminar. Jamás lo planearon, pero la fría tarde del domingo 4 de julio de 1982 cambió sus vidas, para bien o para mal. Gregorio se había embriagado de nuevo y andaba buscando pelear.
Dormitorio
Las agresiones y la respuesta mortal de las mujeres tuvieron lugar en esta habitación. Foto de Diario de Cuyo.
Dicen que changarín empezó a gritar en la mesa porque no había vino y se desquitó con Silvia, a quien le pegó furiosamente. Eva no lo soportó y se interpuso para defender a la joven, pero el changarín se enojó con ella y también la atacó a trompadas. Ninguna de ellas podía con ese hombre de 36 años que siempre se salía con la suya.
Esa tarde, Silvia y Eva se encerraron con los niños en una de las piezas esperando que lo peor pasara. Al rato, cuando ya no escuchaban a Gregorio, las dos salieron aliviadas y caminaron hasta donde se encontraba el changarín para cerciorarse que éste estuviese durmiendo. Solo alcanzaron a asomarse. Ahí escucharon el grito aterrador del changarín, que se levantó de la cama como si fuese el mismo diablo.
La primera que reaccionó fue Silvia, que escapó, corrió a agarrar un ladrillo y se lo partió en la cabeza. Gregorio no se detuvo y se le lanzó encima para pegarle. Ahí apareció Eva, quien manoteó un cuchillo y le lanzó un puntazo. Eso descolocó al changarín. Y en el momento en que se distrajo, la joven se le abalanzó con un cuchillo carnicero y se lo clavó una y otra vez en el cuerpo.
titular
El titular sobre el hecho del matutino local Diario de Cuyo.
Gregorio Cornejo entonces entendió que llevaba las de perder y trató de escapar hacia la calle, pero cayó en el patio de tierra en la entrada de su casa. Los vecinos, que escucharon los gritos de las mujeres, no tardaron en llamar a la Policía. Sin embargo, nadie pudo auxiliar al changarín.
Los uniformados que llegaron al lugar se encontraron con el hombre sin vida y las dos mujeres llorando junto a sus hijos. El diario local calificó el hecho como un “caso pasional”, pero, como siempre, la verdad era mucha más profunda y terrorífica. Las dos mujeres habían puesto fin a una historia de años de sometimiento y violencia en manos de ese changarín que se creía dueño de sus vidas.
La investigación demostró que las dos mujeres eran víctimas de los maltratos del changarín y que ese día ellas solo respondieron a su agresión. Eso las exculpaba.
Eva y Silvia fueron acusadas del delito de lesiones y homicidio simple, respectivamente. En función de los testimonios y a la prueba recolectada luego quedó demostrado que ellas no tuvieron la intención de matarlo y que respondieron a las agresiones y humillaciones constantes de ese hombre violento. En ese marco, correspondía que se impusiera el atenuante de la legítima defensa.
Silvia Sarmiento fue imputada del delito de homicidio simple atenuado en el exceso por la legítima defensa; y Eva Escudero, por lesiones leves agravadas por el vínculo conyugal, también en legítima defensa, en perjuicio de ese changarín llamado Gregorio José Cornejo.
Las mujeres permanecieron detenidas un tiempo, pero en abril de 1983 el juez Ricardo Alfredo Conte Grand resolvió dictar el sobreseimiento total y definitivo en favor de ambas. Y aunque ellas recuperaron la libertad y se limpió sus nombres, nadie les pudo quitar el dolor por todo el horror vivido con ese hombre.
Chapa de violencia de género
FUENTE: Resolución del Primer Juzgado Penal, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.