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SUSCRIBITE La pasión no se cambia ni se negocia. Es el fuego que nace desde adentro, una energía que nos hace mover y tales afirmaciones cobran sentido cuando se conocen historias como la del protagonista, que hizo de la canaricultura un culto al que venera todos los días de su vida. Es que Daniel Oliver, el personaje sanjuanino que hoy cobra relevancia, es un fanático de las aves que abre las puertas de su criadero e invita a un pequeño viaje por el mundo de las plumas.
Tiene 55 años y desde que tiene memoria, siempre le gustaron los pájaros. Recuerda que con apenas 5 años, su papá le regaló la primera pajarera y desde entonces quedó fascinado con los animales que tienen el don de desplegar sus alas y volar. Tan chiquito era, rememora, que solía meterse adentro de la jaula y jugar allí por horas.
A lo largo de su vida, las aves fueron sus mascotas y parte de su familia y, tanta fue la conexión que sintió con ellas, que cuando tuvo la oportunidad se lanzó a la aventura de construir un criadero de canarios. Corría el año 2006, cuando dos amigos lo incentivaron para convertirse en canaricultor. "Alfredo Gunella es mi padre en la canaricultura, él me enseñó lo que se, al igual que Pablo Barrios. Gracias a ellos vivo esta pasión", detalla.
Si bien no fue sencillo al principio, con el paso del tiempo, se consolidó en el rubro y aprendió cuestiones que nunca imaginó, por lo que se transformó en un verdadero experto en la materia. Es por eso que, mientras deja que extraños invadan el espacio que construyó para sus canarios, explica cómo desarrolla su metódica tarea, la que le consume cerca de 5 horas diarias.
Aproximadamente tiene 250 canarios, a los que debe atener a cada uno con especial cuidado; no sólo alimentándolos, sino también protegiéndolos de cualquier tipo de enfermedad que pueda arrasar con ellos. Por tal motivo, debe proveerles alimento, agua y un suplemento vitamínico para prevenir cualquier daño en su salud. Además, se ocupa de la limpieza del lugar y, por ello, una vez por semana tiene que encargarse de limpiar las jaulas.
"Es sacrificado, todo lleva su tiempo, pero este es mi cable atierra. Acá entro y desaparece cualquier tipo de preocupación. Ser criador es especial, uno encuentra satisfacción en esto", confiesa quien se siente orgulloso de los ejemplares que tiene y con los que se consagró campeón argentino. La última vez que se alzó con el premio lo hizo con un 'isabel blanco pastel', cuyo plumaje lo calificó como el mejor del país.
Porque si hay un sentido en la práctica que Daniel desarrolla, más allá del fanatismo por los canarios, se encuentra en las competiciones en las que participa no sólo a nivel provincial, sino también nacional donde se reúne con otros locos por las plumas como él. "Pertenezco a C.R.A.S, que es Canaricultura Roller Asociación Sanjuanina, y a su vez integramos la FAC (Federación Argentina de Canaricultura)", especifica y amplía: "Yo compito en la categoría color".
A pesar de que también podría dar pelea en las ramas 'postura' y 'ornamentales', prefiere dar lo mejor de sí en 'color', donde ya se destacó allá por el 2009 y 2010 cuando alzó el trofeo de campeón nacional con el ejemplar 'amarillo mosaico copete'. "En total existen 718 colores y por el momento tengo 15", cuenta quien encuentra la felicidad en cada competición.
Agradecido con su familia, su esposa y sus hijas que le cuidan los canarios cada vez que viaja, reconoce que la pasión lo ha llevado a sitios inesperados, a vivir experiencias únicas y a conocer gente muy especial. Sabe que el hobby que eligió le da trabajo; sin embargo, al mismo tiempo, el otorga un placer inigualable y por ello se debe a sus aves.
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