¿Cansado de que tu café casero no sepa igual que el de tu cafetería favorita? La buena noticia es que no necesitas una máquina cara para lograr una bebida espectacular. La calidad de tu café no depende solo de la cafetera, sino de dominar tres pilares fundamentales: el grano, la molienda y el agua.
Aplicando estos tres sencillos (pero cruciales) consejos, transformarás tu rutina mañanera y prepararás el mejor café que jamás hayas probado en casa.
1. Molé el grano al momento (y justo antes de prepararlo)
Este es, quizás, el consejo más importante para elevar la calidad de tu bebida. El café es, en esencia, un producto perecedero que comienza a oxidarse y a perder sus preciados aceites aromáticos en el momento en que se muele.
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El problema del café pre-molido: Cuando comprás café ya molido, este ha perdido hasta el 60% de sus aromas y sabor antes de llegar a tu taza. Es un producto "viejo" en términos de sabor.
La solución: Invertí en un buen molinillo de rebabas (burr grinder). Son más costosos que los de cuchillas, pero ofrecen una molienda uniforme, lo que garantiza una extracción perfecta y sin sabores amargos. Molé solo la cantidad de granos que vas a utilizar en ese instante.
El truco de la uniformidad: Una molienda irregular (partículas grandes y pequeñas mezcladas) provoca una sobre-extracción (amargor) y una sub-extracción (sabor agrio) al mismo tiempo. Un buen molinillo asegura que todas las partículas suelten el sabor de manera uniforme.
2. Ajustá la molienda al método de preparación
Tan importante como moler al momento es asegurarse de que el tamaño de la partícula sea el correcto para tu método de preparación (ya sea prensa francesa, Chemex, o una máquina de espresso). El tamaño afecta directamente el tiempo de contacto con el agua.
¿Qué pasa si te equivocás?
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Molienda demasiado fina: Si usas polvo fino en una prensa francesa, se sobre-extraerá rápidamente. El café será muy amargo y el filtro se taponará, dejando residuos en tu taza.
Molienda demasiado gruesa: Si usas granos gruesos en una cafetera de espresso, el agua pasará demasiado rápido (sub-extracción). El café será débil, acuoso y tendrá un sabor agrio o salado.
3. Usá agua de calidad y a la temperatura ideal
El café es 98% agua, por lo que la calidad del líquido es fundamental. Usar agua directamente del grifo, cargada de cloro y minerales pesados, arruinará el sabor de cualquier grano.
La doble clave: pureza y temperatura
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Pureza del agua: Utilizá agua filtrada o agua embotellada de baja mineralización. Esto asegura que el único sabor que dominará será el del café. Evitá el agua destilada, ya que no tiene minerales y el café quedará "plano" o sin cuerpo.
Temperatura ideal: Nunca usés agua hirviendo (100 °C), pues esto quema el café, dándole un sabor amargo y áspero. La temperatura ideal de extracción se encuentra entre 90 °C y 96 °C.
El truco sin termómetro: Si no tenés un hervidor con control de temperatura, herví el agua y dejala reposar por 45 a 60 segundos antes de verterla sobre el café. Esto permite que la temperatura baje al rango perfecto para una extracción dulce y equilibrada.
Con el grano recién molido, el tamaño de partícula adecuado y agua de calidad a la temperatura perfecta, estás listo para disfrutar de un café en casa que rivalizará con cualquier cafetería de especialidad.