El conflicto de la ruta de Hualilán: concejal de Calingasta dio su versión sobre su cambio de actitud en una definición picante
Patricia Castillo explicó a Tiempo de San Juan por qué firmó dos notas opuestas en apenas 48 horas, en torno a la ruta de Hualilán, lo que derivó en su salida de la presidencia del Concejo.
Patricia Castillo, a la izquierda; junto a la directora del proyecto minero Hualilán, Sonia Delgado y empresarios, en la reunión realizada el sábado pasado en Calingasta.
La concejal Patricia Castillo de Calingasta protagonizó una semana de confusión y controversia en torno a la definición de la ruta que la mina Hualilán debe usar para transportar mineral desde Ullum, un tema "picante" que sacudió la política calingastina.
La ahora expresidenta del Concejo dio un giro de 180 grados al firmar dos notas de tenor completamente opuesto en días consecutivos y terminar finalmente con un alejamiento del espacio político oficialista y desplazada de la conducción del Concejo Deliberante de Calingasta.
Castillo habló con Tiempo de San Juan y dijo que no fue un cambio de postura ideológica, sino un reflejo de su "poca experiencia" política y la presión institucional, un traspié que demuestra cómo "quienes hacen la política es lo peor que puede haber", según sus palabras.
Del “destrato”, al voto negativo y la firma obligada
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La polémica comenzó el viernes, cuando un comunicado firmada por Castillo y el resto de concejales de Calingasta denunció que habían sido "destratados" en una reunión de minería el día jueves, en la que funcionarios provinciales, departamentales y de la empresa Challenger que maneja la mina de oro Hualilán intentaban resolver la ruta de los camiones que transportaran el mineral.
Esta nota sorprendió, dado que la gente de Minería y de la empresa aseguraron que la reunión había sido cordial. Castillo aclaró que ella personalmente "en ningún momento sentí ni desprecio ni maltrato" en esa reunión. De hecho, afirmó que, si lo hubiera sentido, ella se habría retirado.
¿Y por qué firmó?, se le consultó. Dijo que cuando el viernes se presentó la resolución para repudiar el supuesto maltrato en la reunión del concejo deliberante, ella votó negativo porque no estaba de acuerdo. Sin embargo, la resolución fue aprobada por cuatro concejales y como ella era la presidenta la presionaron para firmar. “¿Tengo que firmar esto, aunque no esté de acuerdo?, les pregunte a los concejales y me explicaron que sí, que debía “refrendar lo que los concejales decidieron más allá de que usted votó en contra, me dijeron".
Este acto según ella, forzado, la obligó a validar una postura que no compartía y lo atribuyó a su inexperiencia política: "por ahí la poca experiencia, que quiere que le diga, en dos años...". La ex preceptora, que por primera vez incursiona en política; reiteró que firmó por "una cuestión institucional" y no porque estuviera de acuerdo con el contenido del repudio.
De la queja a la conciliación
El segundo momento de la polémica ocurrió dos días después, el lunes 1 de diciembre cuando se difundió otra nota firmada por Castillo, cámaras empresarias departamentales, funcionarios y la empresa Challenger, en tono conciliador que menciona un acuerdo para definir un desvío de camino en la villa de Calingasta para los camiones mineros.
Castillo dijo que fue al encuentro organizado por la minera, invitada por la directora del proyecto Hualilán, Sonia Delgado. Dijo que, aunque los otros concejales se negaron a ir, ella asistió como la única concejal presente, representando a la gente que la votó. Su filosofía es estar siempre "del lado del pueblo" e ir a todas las reuniones.
Respecto a la ruta de Hualilán, Castillo defiende firmemente que el camino debe ser "por El Puntudo". Sin embargo, consciente de que esto podría demorar el proyecto, asistió a la reunión para evaluar "qué otras alternativas hay", como la opción por El Morado, siempre y cuando el progreso beneficie a la gente de Calingasta. “Mi meta es que Calingasta progrese a través de la minería, la agricultura y el turismo, pero no en el bolsillo nuestro ni en el de dos o tres nada más". Castillo negó que ella tenga otros intereses o que” busque algo más” con las posturas de idas y vueltas en torno al camino y la minera Hualilán, “pero el resto, no sé”.
El trasfondo político
El conflicto generado por firmar una resolución denunciado destrato y luego otra diametralmente opuesta le costó caro. El martes 2 de diciembre estaba prevista la renovación de autoridades del Concejo Deliberante y Castillo quería continuar en la presidencia, pero fue desplazada.
Según contó, fue a raíz de una maniobra del resto de concejales del PJ, partido con el que ella llegó al cargo, y dio nombres: los concejales Nora Olivares, Ever Tapia, Sebastián Juan Ramos y Santos Zárate. La justificación para sacarla fue que no había "defendido la institucionalidad del cuerpo" durante el conflicto del viernes, refiriéndose a su manejo de la resolución. El nuevo presidente del Concejo ahora es Santos Zarate, que antes compartía el mismo subespacio político con Castillo.
La concejal admitió que también rompió con el intendente Sebastián Carbajal: “me echó públicamente del partido después que me negué a obedecerlo”, dijo. La concejal que continuará en el cargo otros dos años por el voto popular dijo que, si bien la política es "lo más bonito," es ensuciada por los actores políticos, y defiende su postura independiente al afirmar: "yo sé leer, escribir y pensar y por eso mismo son mis decisiones".