Desde que aparecieron las primeras imágenes que adelantaban la historia, los fanáticos de las películas de terror y misterio comenzaron la cuenta regresiva. “La hora de la desaparición” (Weapons) se presentó de la forma más atrapante: la huida repentina de 17 niños en medio de la noche, que desaparecen sin dejar rastro. A esto se sumó un condimento especial: la dirección de Zach Cregger, el mismo que no tuvo empacho al momento de sorprender al mundo cinéfilo con su perturbadora y exitosa Bárbaro (Barbarian) en 2022. Finalmente, este viernes el film llegó al streaming a través de HBO Max, con aciertos notables y algunos puntos débiles.
La cinta tuvo su estreno en cines en agosto pasado y, mientras los críticos la elogiaban y alcanzaba puntajes de hasta el 100% en plataformas como Rotten Tomatoes, su desembarco en los hogares se hizo esperar. Aún ahora, lo mejor es disfrutarla sin spoilers, los cuales no forman parte de esta nota.
Su punto más fuerte es, justamente, el que despertó expectativas desde sus primeras imágenes: el dilema inicial. "La hora de la desaparición" comienza cuando 17 niños abandonan sus casas a las 2:17 de la madrugada y corren con los brazos extendidos hacia un destino desconocido. Sus padres descubren la ausencia al intentar despertarlos para ir a la escuela, y pronto surge un dato inquietante: todos asistían a la misma clase de una escuela en Maybrook, un pequeño pueblo de Estados Unidos. Del curso solo quedan Alex Lilly (Cary Christopher), uno de los alumnos, y su maestra, Justine Gandy (Julia Garner), quienes llegan al aula como de costumbre y notan que están completamente solos.
En el pueblo, nadie entiende por qué los niños se fueron ni a dónde. Mientras la policía investiga sin éxito, la desesperación de los padres crece y las sospechas recaen sobre la docente, quien comienza a ser hostigada por su supuesta responsabilidad en el hecho. A la vez, Justine empieza a tener visiones inquietantes, al igual que Archer Graff (Josh Brolin), el padre de uno de los chicos desaparecidos. Ambos se embarcan en la búsqueda de respuestas, y en ese proceso aparece Gladys, la misteriosa tía de Alex, el único niño que no huyó hacia la oscuridad. A partir de allí, las especulaciones se multiplican hasta llegar a una verdad tan desconcertante como perturbadora.
Del prometedor inicio al cambio de rumbo
Una de las particularidades del film es su estructura dividida en capítulos, cada uno centrado en un personaje distinto. Hay segmentos dedicados a Justine y Alex, pero también a Archer, Marcus (Benedict Wong), el director de la escuela; Paul (Alden Ehrenreich), un policía casado que mantiene un affaire con Justine; y James (Austin Abrams), un joven con problemas de adicciones que siempre parece estar en el lugar equivocado.
Esta narración fragmentada resulta interesante porque permite saltos temporales y distintas perspectivas, aunque algunos personajes aportan poco y el recurso no alcanza un clímax contundente, lo que provoca que pierda fuerza. Otro de los inconvenientes es que, tras un comienzo potente y envolvente, el ritmo decae: el relato se vuelve más lento y algunas secuencias resultan innecesariamente largas.
Si bien el desenlace logra cerrar la historia, deja varios cabos sueltos respecto a las motivaciones y acciones de los personajes. Aun así, “La hora de la desaparición”, con su mezcla de géneros, no solo desafía las convenciones del terror, sino que también transmite un mensaje sobre la pérdida, la fe y la vulnerabilidad infantil. Una propuesta inquietante que interpela al espectador y deja resonando la pregunta: ¿qué estamos dispuestos a creer cuando el miedo toma el control?
Info extra: “La hora de la desaparición”, ¿está basada en hechos reales?
Aunque la película se presenta como una historia ficticia, está fuertemente influenciada por hechos y leyendas reales sobre la desaparición de niños. Su director, Zach Cregger, reconoció que parte de la inspiración provino de una tragedia personal, que lo llevó a escribir como una forma de procesar el dolor. A la vez, investigó casos verídicos de menores desaparecidos para dar realismo y profundidad al guion.
Entre las referencias más directas aparecen historias emblemáticas como la del Flautista de Hamelín, en la que los niños de un pueblo desaparecen tras seguir la melodía de un extraño hombre, y los casos de Madeleine McCann, Etan Patz y los hermanos Sodder, todos marcados por el misterio y la ausencia de respuestas. Estos elementos contribuyen a que el relato de La hora de la desaparición mantenga un tono inquietante y una sensación de amenaza constante.
La película también se nutre de teorías y fenómenos sociales que han alimentado el miedo colectivo, como el proyecto MK Ultra —supuesto experimento de control mental de la CIA— y el “Satanic Panic” de los años 80, cuando se temía que sectas satánicas secuestraran niños en Estados Unidos. Así, Cregger combina tragedia personal, hechos históricos y mitos urbanos para construir un relato que, aunque no basado en una historia real, se siente inquietantemente posible.
El trailer de "La hora de la desaparición"
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