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El asesino favorito del cine, más profundo que nunca, en la mejor serie de los creadores de "Dahmer"

En su tercera entrega de “Monsters”, Murphy y Brennan se meten en la mente de Ed Gein y su impacto en la pantalla grande.

Por Daiana Kaziura

Ed Gein, el solitario y conflictuado granjero que asesinaba, desenterraba cadáveres de mujeres, practicaba la necrofilia, los desollaba y se fabricaba muebles, adornos caseros y trajes con su piel, es el personaje del momento en Netflix. No es para menos, con semejante historial. Sobre todo al considerar que se trata del mismo criminal acomplejado que había retratado con maestría Alfred Hitchcok en 1960, el icónico asesino serial más visto en el cine, inmortalizado de forma directa o indirecta en clásicos como "Psicosis", "La Masacre de Texas" y "El Silencio de los Inocentes". La historia de Gein acaba de renacer impulsada desde la plataforma de la N y es, definitivamente, el santo grial del true crime.

Cuando el inquieto productor y director estadounidense Ryan Murphy ya era una celebridad por sus joyas "American Horror Story" y "American Crime Story", decidió saltar el confort de sus laureles y romper todo, junto a su socio Ian Brennan, con su saga "Monsters" en Netflix. La dupla se consagraba nuevamente, esta vez desnudando la psicología de criminales famosos, aborrecibles y despiadados, pero también inquietantes por la empatía que podían llegar a despertar desde sus fragilidades. Así llegó a la plataforma en 2022 la historia de Jeffrey Dahmer, el asesino caníbal de jóvenes gay y marginales. Fue una explosión global, la serie rompió el techo de todos los números y no tardó en encender tantas reverencias como polémicas. Envalentonados, Murphy y Brennan sacaron en 2024 el siguiente conejo de la galera, pero la segunda entrega de sus monstruos, la historia de los parricidas hermanos Menéndez, quedó bastante por debajo de la vara de Dahmer.

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Acostumbrados a jugarse el pellejo y ganar siempre, la dupla se tomó revancha un año después y nos regaló recientemente "Monstruo: la historia de Ed Gein", una atroz belleza incómoda de ocho episodios intensos, conmovedores, imposibles de abandonar y puestos bajo la lupa desde una enorme complejidad de miradas.

Este "Monsters", al igual que los dos primeros ciclos, es certero en su planteo de base: ¿quién es más monstruo, aquel que comete la atrocidad, o aquel que la disfruta desde el morbo confortable de la sociedad espectadora? Ed Gein, el granjero cuyos crímenes salieron a la luz a finales de los ’50, es presentado como un rompecabezas inconcluso, un hombre que, de tan reprimido y roto, arrastra al extremo sus instintos primitivos y salvajes. Un personaje efectivamente nietzschiano. Pero la serie no se agota en su protagonista. A su alrededor se mueve un mundo debilitado por rupturas e hipocresías, mandatos morales en crisis y nihilismo autocomplaciente (Nietzsche hasta por los poros).

Sobre ambas caras de esa moneda en el aire gira el encanto de la serie: de un lado, la complejidad psicoanalítica de un personaje oscuro y atractivo, por cuya mente nos llevan a sumergirnos con precisión de cirujano; del otro lado, un contexto superficialmente ordenado y armonioso, pero que no tarda en ser desenmascarado para mostrar sus entrañas de sociedad resquebrajada, impostora y en llamas. El pequeño monstruo versus el gran monstruo. El crimen más deleznable, desde la óptica Murphy-Brenner, es como un patadón que rompe la puerta del sótano donde se esconden las más tristes miserias humanas.

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Cualquier seguidor de los "American Story" esperaría, con la historia de Gein, un ritmo narrativo frenético y un arsenal de orgías de sangre. Pues no. La serie se toma su tiempo, desmenuza, tienta. Sugiere. Toma de la mano. El tono parsimonioso que el impecablemente descarnado actor Charlie Hunnam le aplica a su Gein es el mejor acompañamiento para el tempo de cada episodio. La narración tiene estructura de oleajes, de picos y distensiones, y cualquiera de los capítulos, en especial los tres últimos, podría ser cada uno una película en sí mismo.

Desde lo visual no hay desperdicio. La producción nos mete de pleno en la mitad del siglo pasado, los tonos pasteles van de punta a punta y la oscuridad comienza a revelarse de a poco. El manejo del color es un lenguaje aparte, propone capas y capas de miradas narrativas, y absolutamente nada de lo que se puede ver en cada cuadro es casual: hasta el mínimo objeto regala pistas que ayudan a cuajar la tesis monstruosa.

El monstruo del cine, más allá de la granja

La complejidad narrativa de esta entrega de miniserie es tal, que no sólo se limita a las entrañas de la granja y el cementerio en el que Gein cometió sus atrocidades. Se mete también en los sets del cine a lo largo de las décadas siguientes y, no conforme con eso, cuenta cómo aprovechan los propios encargados de tomar la historia para saciar la sed de morbo del gran público.

Sin aviso ni “cortinas” de separación, la trama salta de las acciones de Ed a imágenes de la Segunda Guerra Mundial y referencias a la Guerra de Vietman, a las escenografías de las películas que usaron y abusaron de las bestialidades cometidas por el joven granjero aquejado por la esquizofrenia, para sobresalir en el mundo del cine y dejar un mensaje: las contiendas bélicas habían superado el impacto en los campos de batalla y la sociedad ya no era la misma.

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Mientras en el set de Hitchcok, el actor que se pone en la piel de Norman Bates, imagina a Ed y le pregunta por qué él hace lo que hace, momento en el que el protagonista rompe la cuarta pared para afirmar: “No puedes dejar de mirar… y eso dice más de ti que de mí”. Más tarde, es el propio director quien, después de celebrar con orgullo los gritos del público en las salas de cine durante las proyecciones de “Psicosis”, se da cuenta de que, al mostrar el horror de cerca, cambió sin retorno los alcances del séptimo arte.

Y, antes incluso de que la serie interactúe con la historia de otras celebridades criminales de EEUU, Tobe Hooper, el creador de “La masacre de Texas” quien mejor resume el planteo global: al referirse a la sociedad y lo que sucede en el mundo, asegura, del modo más crudo, “no voy a hacer la película que quieren, voy a hacer la que se merecen. Somos humanos, pero ya no tenemos humanidad”.

El trailer de "Monstruo: la historia de Ed Gein"

Embed - Monstruo: La historia de Ed Gein | Tráiler oficial | Netflix España

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