Un trabajo de la Universidad de Utah reveló que, en ratones, la prolongada ingesta de este plan alimenticio alto en grasas y bajo en carbohidratos desencadenó intolerancia a la glucosa, hiperlipidemia y señales de deterioro en órganos clave. Especialistas llaman a revisar su uso como terapia a largo plazo.
La dieta cetogénica, una de las tendencias más difundidas en los últimos años, volvió a quedar bajo la lupa. Una investigación publicada en Science Advances mostró que, si bien este plan alimenticio puede generar descensos iniciales de peso, su mantenimiento prolongado provocó en ratones múltiples alteraciones metabólicas y celulares.
El estudio, liderado por la científica Molly Gallop, consistió en alimentar durante casi un año a ratones con un menú compuesto en un 89,9 % por grasas y menos del 1 % de carbohidratos. Con el paso del tiempo, los animales desarrollaron intolerancia a la glucosa, enfermedad del hígado graso, hiperlipidemia y niveles bajos de insulina, lo que comprometió la función del páncreas.
Los investigadores también analizaron órganos como el corazón, el riñón y el cerebro. Allí detectaron una mayor presencia de células senescentes, es decir, células envejecidas que dejan de dividirse pero no mueren, fenómeno vinculado con procesos inflamatorios, fibrosis y daño orgánico.
“Observamos un empeoramiento progresivo de la intolerancia a la glucosa y una alteración de la secreción de insulina cuanto más tiempo se mantenía la dieta cetogénica”, advirtió el equipo de Utah. Y añadieron: “La visión de este régimen como tratamiento para enfermedades metabólicas debería revisarse, incluso cuando se registren beneficios iniciales”.
Los hallazgos refuerzan la advertencia de instituciones como Harvard Health, que subrayan que la dieta keto nació como terapia para casos de epilepsia resistentes a medicamentos y no como plan de alimentación permanente.
Otro estudio, realizado en la Universidad de Texas, sumó evidencia: ratones alimentados con una dieta similar mostraron un incremento de células senescentes en órganos vitales. Sin embargo, cuando se restableció una dieta estándar, ese daño celular se revirtió parcialmente.
Los especialistas coinciden en que, aunque la dieta cetogénica puede resultar útil en contextos puntuales, sus riesgos aumentan cuando se sostiene sin supervisión médica. “Los derechos no pueden estar petrificados, tienen que adaptarse a los cambios sociales”, concluyen los investigadores, en referencia a la necesidad de ajustar el debate sobre el impacto de los regímenes de moda en la salud pública.