Un diagnóstico elaborado por el Instituto del Agua de la Universidad Católica de Cuyo revela que el acuífero del Valle de Tulum está siendo sobreexplotado y podría agotarse en dos décadas si no se recarga. Por eso plantea la necesidad urgente de realizar un cambio cultural y reformas para administrar el recurso en San Juan.
El dato no surge de una predicción alarmista, sino del diagnóstico técnico elaborado por el Instituto del Agua de la Universidad Católica de Cuyo (UCCuyo), en el marco del Plan de Ahorro y Uso Responsable del Agua UCCUYO, presentado recientemente ante estudiantes.
El Director del Instituto del Agua, Luis Jiménez, viene insistiendo en el tema hace tiempo y este miércoles pasado, 22 de octubre, presentó los resultados ante estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas. El gobierno también se interesó: asistió el Secretario de Recursos Hídricos y Energías Renovables David Devia.
El especialista, un referente con más de medio siglo de experiencia en la gestión hídrica provincial que participó en los estudios de factibilidad de diques clave como Ullum, Caracoles y Punta Negra; fue contundente: “los recursos se secan cuando lo que se extrae es mayor que lo que ingresa. Ese es el problema fundamental que enfrenta hoy el acuífero del Valle de Tulum”.
Un recurso bajo presión
El informe explica que el consumo total de agua en el Valle de Tulum -sumando riego agrícola y uso domiciliario- alcanza los 435 hectómetros cúbicos por año. Si ese ritmo se mantiene y no se logra la recarga natural o artificial del acuífero subterráneo, el recurso podría agotarse en un plazo de 20 años.
Esta sobreexplotación ya está dejando señales visibles: un proceso progresivo de salinización del agua subterránea, pérdida de calidad, y un riesgo ecológico creciente. En otras palabras, el problema no es solo la falta de lluvias o de nieve en la cordillera, sino una crisis de gestión y de cultura hídrica.
“Durante años creímos que el agua en San Juan era abundante. Ese mito ya no se sostiene. No somos un oasis que domina el desierto, sino un desierto de 96 mil kilómetros cuadrados con apenas tres oasis que cubren el 3% del territorio”, planteó Jiménez.
La propuesta: cambio de mentalidad ....y de leyes
El Plan de Ahorro y Uso Responsable del Agua apunta a cambiar la mentalidad del uso del agua, y lo hace desde la educación universitaria hacia toda la comunidad.
Jiménez explicó que la cultura de la abundancia ha sido históricamente uno de los principales obstáculos para una administración eficiente del recurso. Aunque San Juan invirtió más de 5.000 millones de dólares en obras de infraestructura hídrica, la eficiencia del sistema de riego apenas llega al 30%, y más del 90% del costo del agua es cubierto por el Tesoro provincial.
Frente a ese panorama, el Instituto propone reformas estructurales:
- Reformar el Código de Aguas (Ley 190-L y 13-A) para adaptarlo a las condiciones actuales.
- Distribuir el agua de riego por demanda, priorizando el uso eficiente.
- Establecer un nuevo cuadro tarifario que reconozca el valor real del agua.
- Elaborar balances hídricos por cuenca, como el del río San Juan y el de Iglesia-Calingasta, con aprobación legislativa.
- Fomentar la recarga del acuífero subterráneo y unificar la gestión del agua superficial y subterránea.
Los pronósticos hídricos
Los pronósticos climáticos no son alentadores: en los próximos 30 años, San Juan podría registrar una reducción del 25% en la precipitación nívea, mientras que la población y las actividades productivas seguirán creciendo.
En ese contexto, advierte Jiménez, el agua potable competirá directamente con el agua de riego, lo que podría obligar a reducir la frontera agropecuaria y afectar la seguridad alimentaria provincial.
“No se trata solo de construir más obras, sino de aprender a administrar el ahorro”, señaló. “El precio del agua hoy es cero, y mientras eso no cambie, será imposible financiar las obras que necesitamos para asegurar el futuro”, aseguró.
Más allá de las propuestas técnicas, la UCCuyo plantea que la crisis hídrica también es una crisis de valores. Inspirado en la encíclica “Laudato Si” del Papa Francisco, el plan promueve una visión ética del agua como bien común y no como recurso ilimitado.
“Los recursos naturales escasos no deben llevarnos a competir, sino a compartir”, remarcó Jiménez, al invitar a docentes, estudiantes y organismos públicos a sumarse a un trabajo conjunto para educar, investigar y transformar la cultura hídrica de San Juan.