La tarde en San Nicolás tuvo de todo: nervios, golpes anímicos, una remontada agónica y un nuevo festejo albirrojo. En medio de ese escenario, Fabricio Pérez volvió a quedar envuelto en una historia grande. Con apenas 20 años, el sanjuanino sumó su tercer título en Primera División y lo hizo siendo protagonista, en una final que volvió a confirmar el momento de plenitud que atraviesa Estudiantes de La Plata.
El Trofeo de Campeones 2025 encontró al Pincha frente a Platense en un duelo parejo, intenso y cambiante. Durante el primer tiempo, el partido se movió en un terreno de cautela y estudio. Estudiantes intentó asumir el control desde la posesión, con circulación paciente y desbordes por las bandas, mientras el Calamar apostó al orden y a lastimar cuando encontraba espacios. Las situaciones fueron escasas y los arqueros sostuvieron el cero con intervenciones oportunas.
El golpe llegó rápido en el complemento. Platense encontró el gol en una de sus primeras aproximaciones y puso en jaque al equipo de La Plata. Durante varios minutos, el escenario pareció inclinarse del lado del campeón del Apertura, que incluso estuvo cerca de estirar la ventaja. Pero Estudiantes no se desordenó ni perdió convicción. Con cambios y empuje, empezó a jugar cada vez más cerca del área rival.
En ese tramo, Pérez se volvió importante. Y fue precisamente esa convicción la que lo colocó en el centro de la escena. Centro desde la izquierda, disputa en el área y una asistencia que terminó siendo decisiva: la pelota quedó servida para que Lucas Alario entrara solo por el medio y estampara el empate que cambió el clima de la final.
A partir de ese momento, Estudiantes se adueñó del partido. El golpe anímico fue demasiado para Platense, que comenzó a retroceder, mientras el Pincha empujó con jerarquía y paciencia. Ya en tiempo adicionado, otra pelota parada terminó de escribir la historia: Alario apareció nuevamente y selló el 2-1 que desató el festejo en San Nicolás.
Para Fabricio Pérez, el pitazo final significó algo más que una vuelta olímpica. Fue la confirmación de un recorrido que avanza a pasos firmes. Este Trofeo de Campeones se suma al obtenido en 2024 y al reciente Torneo Clausura, títulos que lo encuentran todavía en pleno proceso de formación, pero ya acostumbrado a los escenarios grandes.
El camino hasta acá no fue corto. Desde Rawson al país futbolero, de Trinidad a la pensión de Estudiantes, de las Inferiores al debut en Primera y de ahí a las finales y las medallas. Adaptarse, crecer, competir y esperar su momento. Fabricio lo hizo en silencio, sumando experiencias y aprendiendo dentro de un plantel exigente, en competencias locales e internacionales.