De un pequeño pueblo colombiano al corazón del vóley sanjuanino: la inspiradora historia de Ronald Jiménez
El nuevo refuerzo de UPCN dejó su humilde pueblo cerca de Cali a los 15 años para perseguir un sueño que lo llevó por 13 países. Hoy, con 35, habla cinco idiomas, estudió fisioterapia e instalación de paneles solares, y vive con gratitud su llegada a San Juan: “La gente es súper amable”.
“Buenas tardes a todos, muchas gracias por la invitación”. Así comienza la charla con Ronald Jiménez, el flamante refuerzo colombiano de UPCN Vóley, el gigante del vóley argentino que lo recibió hace apenas un mes. Buena onda, el opuesto cafetero no tarda en contagiar entusiasmo cuando habla de su nueva etapa en San Juan. “La gente aquí es súper amable. Cada vez que uno camina por afuera, lo saludan, incluso si no te conocen. Eso no se ve en todos lados”, cuenta en una charla a fondo con Entretiempo.
Jiménez, de 35 años, nació en Robles, un pequeño pueblo del Valle del Cauca, cerca de Cali. “Somos como 5.000 personas, todo el mundo se conoce. Allá salen muchos deportistas, sobre todo futbolistas. Yo jugaba al fútbol, era central y pensaba que era bueno”, dice entre risas. Pero su vida cambió cuando lo convocaron desde la Liga del Valle: buscaban jugadores altos y él, con apenas 15 años, ya medía 1,90. “Yo nunca había visto un partido de vóley. Pensaba que era un deporte de mujeres. Pero fui, probé y al tiempito ya estaba jugando bien. A los tres meses salí por televisión y a los 16 ya jugaba profesional en Finlandia”.
Ese salto fue tan rápido como desafiante. “Venía del calor de Colombia al frío de -30 en Finlandia. No hablaba inglés ni nada. Por suerte había un cubano que me ayudaba a traducir, pero fue duro. Pasar las fiestas solo, lejos de mi familia, me marcó”. Sin embargo, su fe lo sostuvo. “Dios siempre ha estado conmigo. No tengo religión, pero creo mucho en Él”.
La motivación también vino de su casa. “Mi mamá trabajaba en una casa de familia y mi papá tuvo un accidente, se quemó todo el cuerpo. Se endeudaron con los bancos, y cuando tuve mi primer sueldo, lo mandé completo a Colombia para pagar la deuda. Fue una alegría inmensa poder ayudarlos”.
Desde entonces, su carrera no se detuvo. Vivió en 13 países, pasó ocho años en Francia y jugó en equipos de toda Europa. En el camino aprendió cinco idiomas —inglés, francés, alemán, griego y portugués—, estudió fisioterapia y también instalación de paneles solares. “Siempre me gusta aprender. En Francia terminé la carrera de fisioterapia, aunque todavía tengo que hacer trámites para que me den el diploma. También me formé en energía solar porque creo que es el futuro”.
Su paso por Francia lo marcó profundamente. “Uno de chico ve los castillos en las películas. Cuando llegué a la Torre Eiffel dije: ‘Wow, esto solo lo veía en la tele’. Estuve en París, Cannes, Lille, Lourdes... fue una experiencia increíble”.
Hoy, instalado en San Juan, Jiménez disfruta de la calidez local. “Llevo un mes y unos días. El viento Zonda me mató —ríe—, pero me gusta la ciudad. Ya fui al Dique, camino hasta la Catedral y la gente siempre saluda. Todavía no probé el asado, pero me dijeron que la punta de espalda es lo mejor”.
Sobre su llegada a UPCN, no oculta el entusiasmo. “Jugar en el supercampeón de Argentina es un orgullo. Armoa es un técnico que sabe mucho. Entrenamos para ganar, para poner otra estrellita en el escudo. Es un equipo que te da confianza, entrenás fuerte y eso se nota en la cancha”.