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Pueblo chico...

Árbol Verde es un infierno: inseguridad, apriete y el miedo de los mismos jugadores

Tierra de nadie y zona liberada. Viajes en "chanchita", presión de los "pesados" y árbitros que dirigen condicionados. La historia de nunca acabar y una mancha imborrable en un club grande de San Juan.

¡Pueblo chico, infierno grande! No está en un recoveco, pero si en una zona complicada, en el tan nombrado Barrio Cabot, a la que nadie quiere ir; ni siquiera los medios de comunicación. ¿Cómo un club sanjuanino que está en la plenitud del Centenario puede estar tan manchado por los ajenos? ¿Desde cuándo tanta cizaña de los de afuera para hacer caer a una institución que está en Primera y que por la que pasaron tantas figuras? Árbol Verde es un infierno: inseguridad, apriete y el miedo de los mismos jugadores. La historia se repite una y mil veces. "Chanchita" para entrar y salir, el amiguismo de los dirigentes con los hinchas "pesados" y el temor de los futbolistas, no por el rival, si no por el entorno. Un partido con los de afuera y en una cancha que arde cada vez que alguien se acerca.

Hace dos días el club de Concepción volvió a ser noticia. Entre 5 personas, identificadas como "hinchas", golpearon a un periodista deportivo de una radio pocitana que había ido a cubrir el partido entre el local y Juventud Unida. Atrás quedó el resultado del partido con este suceso. El colega iba de salida cuando un grupo de fanáticos le arrebató todas sus pertenencias y de paso, le pegó.

La zona no es segura e ir a disfrutar un partido a Árbol Verde tampoco. Se perdió eso de "la familia en la cancha", se puede, pero ahí no. Nadie se arriesga directamente, ni los mismos jugadores y no es por que sean "maricones", si no porque es un trabajo futbolístico y psicológico. Es un 11 contra 11, pero siempre están los árbitros condicionados, por incentivo o por el miedo de un apriete cuando toque ir a la casa.

Cuando un equipo sanjuanino tiene que entrar al Barrio Cabot debe transitar una verdadera odisea. La delegación llega hasta la Comisaría segunda, se sube a la famosa "chanchita" y de ahí parte. Ahí empieza las primeros minutos de un par de horas de pura tensión. Camarines que los "indios" revientan a patadas para que el equipo se apure o simplemente "para que sienta la presión de quién manda en esa cancha"; y ni hablar cuando toca salir al rectángulo verde. El bullicio más grande que lo habitual y cascote al contrario. ¿Cómo esto se volvió tan común en la cancha?

Árbol Verde es un infierno: Tierra de nadie, policía "regalada" y un miedo constante de los que llegan de afuera. Un capítulo de terror que nunca acaba y sigue ensuciando a una institución grande de la provincia.

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