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Desde el retrovisor: cómo cambió la pandemia a taxistas y remiseros en San Juan

Es uno de los rubros que vive de la calle. Los choferes se confiesan y cuentan cómo la están viviendo.

Por Santiago Staiger

Menos pasajeros y viajes. La pandemia de coronavirus que afecta a todo el mundo no distingue rubros, los taxistas y remiseros sanjuaninos también padecen sus consecuencias. Desde su mirada atenta y su movimiento constante perciben detalles de la actualidad como pocos. Salen a la calle diariamente, trabajan más de 12 horas seguidas y la ven complicada. Viven la crisis en carne propia, como todos.

La primera fase de la cuarentena les impidió trabajar. Fueron 30 días difíciles, de incertidumbre. Nadie se arriesgó ya que las sanciones eran duras: multas a la patente del auto, a la tarjeta verde y al carnet del chofer. A medida que se fueron flexibilizando las medidas pudieron comenzar con sus viajes, aunque con restricciones. Ajustados, pudieron sobrellevar la economía de sus hogares.

Las medidas que adoptaron se pueden apreciar en cada uno de sus móviles. Alcohol en gel, barbijo obligatorio y naylon de aislamiento entre chofer y pasajero. “La gente se ha comportado muy bien”, contó Miguel, quien lleva 18 años con un volante de taxi en sus manos. Él trabaja con una empresa que tiene una aplicación en el celular. Cuando les mandaban un pasaje, si los clientes no llevaban el barbijo puesto, no podían subir. “De inmediato avisábamos a la empresa, y bueno, cuando esa persona volvía a pedir el móvil se le exigía nuevamente el barbijo para subir”, contó.

Las exigencias son mutuas. “Cuando uno lleva el barbijo bajo, porque en algún momento se lo sacó o se le corrió, la gente nos mira de reojo, sube con desconfianza. Pero al ponérselo y cubrir la boca y la nariz la gente tiene más confianza en el chofer”, admitió Miguel, quien conoce de crisis ya que en el 2002 recurrió a este trabajo y desde ese momento no paró (hasta la cuarentena).

La cantidad de viajes disminuyó en estos difíciles meses. Si bien el movimiento de la sociedad ha ido creciendo, al principio no tenían más de 10 viajes por día. Estos números se fueron superando a medida que las distintas habilitaciones, como las del comercio, fueron apareciendo.

El valor de la tarifa arranca en $39,90 y aumenta $26 con cada kilómetro. Este valor se mantuvo y aseguran que a pesar de la crisis no piensan modificarlo: “Estamos haciendo fuerza para que nuestros clientes nos sigan llamando”, sostuvo Miguel.

Con la crisis por el Covid-19 han aumentado la cantidad de móviles en la provincia, sobre todo ilegales. Gerardo arrancó este mismo jueves. La primera vez en su vida que agarra un taxi. Llegó gracias a un aviso de una empresa que decía que necesitaba choferes. Él estaba desocupado desde hace mucho tiempo y había sacado el carnet profesional. Trabaja al porcentaje: el 45% de lo recaudado es para él. Así como Gerardo, proliferan los choferes en San Juan. Hoy hay alrededor de 1450 taxis y remises legales en San Juan, pero también hay más de 200 autos parados por no tener choferes.

Al igual que Miguel, Carlos lleva 18 años trabajando. Agarró el remis por la crisis del 2001. Esta pandemia lo afectó muchísimo ya que estuvo más de dos meses sin trabajar. A sus 70 años es considerado un potencial paciente de riesgo. “Esto es una cuestión muy grande, nunca me pasó algo así. Ahora estoy trabajando porque hace falta, pero no alcanza, ni a mí ni a nadie le alcanza. Uno se tiene que arreglar con lo que se puede”, admitió.

El hombre al volante vive con sus dos hijas y su esposa, pero él es la única fuente de ingreso monetario del hogar. Maneja un auto propio, que le da una ventaja en relación a quienes alquilan el auto o trabajan al porcentaje. Para Carlos, esto es un alivio.

Por la situación anormal que se está viviendo y que afecta al bolsillo de la gente, hay muchos clientes que les piden una rebaja. “Se nota que no hay mucho circulante de efectivo y a su vez la gente nos llama por necesidad”, sostuvo Miguel. Muchas veces, el pasajero avisa que tiene poca plata, pero “con tal de no perder el viaje, en un 95% se lleva a la persona”, admitió.

En un día bueno se recauda alrededor de $1500, según contaron, aunque de ahí hay que sacar para pagar el combustible. En promedio diario, un taxista o remisero trabaja 12 horas. Una carga de gas vale alrededor de $300.

Los que llevan más años en esto tienen clientes fijos que nunca les fallan. En un momento como este se hace necesario cuidarlos, y saben que hay mucha competencia. Pero no por eso van a dejar de estar en la calle. Ellos saben, como todos, que aún hay mucho camino por recorrer. Estamos en el mismo viaje, sin distinción.

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