No es que no había nada. Fueron dos los camiones llenos de escombros y basura que un grupo de jóvenes tuvo que sacar de un terreno baldío en Chimbas para dar vuelta todo y convertirlo en una huerta agroecológica y comunitaria. Una tarea que no solo tiene el enorme valor del esfuerzo realizado sino también del sentido del mismo: producir alimentos sanos para autoabastecer a sus familias.
La huerta agroecológica “El Olivo” nació en plena pandemia de coronavirus en un terreno baldío de la Unión Vecinal Villa Sarmiento que fue recuperado por jóvenes de la zona. Fue entre fines de marzo y principios de abril cuando la idea de un grupo comenzó a tomar forma. El estar encerrados, sin trabajo formal y sin poder hacer mucho fue lo que los motorizó.
Una vez que limpiaron todo el baldío, comenzaron a hacer una huerta pequeña. “Empezamos a ver videos para aprender agroecología. La idea siempre fue obtener nuestros alimentos sanos, sin usar químicos. Empezamos a tirar las líneas y conseguimos llegar al técnico del INTA, Pablo Gangitano, que a las dos semanas se acercó, nos dijo que era viable, nos trajo las semillas y con eso arrancamos el primer paño”, contó Verónica Pérez, una de las integrantes del grupo.
Desde el Parque Ambiental de la Bebida les donaron una camionada de sustrato y con eso pudieron mezclar la tierra y hacer la primera siembra en abril. Al principio regaban con una manguera conectada a la cocina de la Unión Vecinal y un sapito. Cuando limpiaron el terreno, lo único con vida era un olivo, que cuando empezaron a regarlo mejoró y largó sus primeras aceitunas. Por eso, el nombre de la huerta es “El Olivo”.
El tema del agua se transformó en una preocupación, por eso, les sugirieron hacer un reservorio. “Hicimos un pozo cavando con herramientas que nos daban los vecinos y otras que traíamos de nuestras casas. Un fin de semana hicimos empanadas para vender y con eso compramos el nylon, la bombita de agua y mangueras”. Después, Pablo del INTA les prestó el motocultivador, que es una máquina que da vuelta la tierra.
En invierno tuvieron su primera cosecha: fueron espinacas, acelga y rabanitos. Por una decisión común, lo vendieron y con ese dinero pudieron comprar más cosas que les hacían falta. Hoy en día, está todo el terreno sembrado.
Verónica contó también que inició los trámites para conformarse como una cooperativa de trabajo agropecuario. “También queremos tener animales. El INTA nos va a otorgar 200 gallinas ponedoras y con eso vamos a poder dar más fuente de trabajo. Cada vez se van sumando más chicos de la villa, todos jóvenes”, contó entusiasmada.
Para construir el gallinero, comenzaron una campaña de donaciones donde piden palos, herramientas, tela metálica, tela medianera y dinero en efectivo, entre otras cosas. “Somos autogestivos, no recibimos subsidios de ninguna entidad. Hasta ahora, solamente la ayuda del técnico del INTA y asesoramiento”, afirmó Verónica.
Para ayudar con las donaciones a la huerta agroecológica “El Olivo” y que puedan continuar creciendo hay que contactarse vía telefónica al 264-525-4518.