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Turismo

El pueblo de las llaves: un tesoro escondido en el medio de la Cordillera

Está en Iglesia, vive una sola persona y los álamos están colmados de llaves que dejan los visitantes. Cada una tiene un papel con deseos. ¿Un lugar donde los sueños se cumplen?

Por Natalia Caballero

El viento en la cara, el sonido de las llaves golpeando entre sí, las hojas en el suelo con su gama de marrones y amarillos formando una especie de alfombra. Caminar por los senderos de Achango acerca más a esa sabiduría ancestral que deviene del amor a la tierra que nos parió. Este pueblito cordillerano, ubicado en Iglesia, no sólo tiene entre sus tesoros una capilla antiquísima sino también centenares de llaves con deseos de los visitantes.

Abel Montesino, el único poblador de Achango, contó a Tiempo de San Juan que hace un año las alamedas comenzaron a llenarse de llaves. Una empresaria, que todos los años cumple promesas en la parroquia, llevó una llave con tres deseos. Poco a poco, inspirados en esta bonita acción los feligreses y la gente que llega a conocer el pintoresco lugar se plegó a la iniciativa. 

Imagino a los visitantes dejando las llaves mientras caminan solos entre los álamos que parecen pintados por el eximio Van Gogh. "Amor", "salud", "menos pena", dicen algunos de los papelitos colgados junto a las llaves. Hubo varios que llamaron la atención de esta cronista. Pero dos en especial. Uno de estos papeles estaba amarillento, se notaba que lo habían dejado hace mucho tiempo. Decía: "No quiero príncipes, no quiero un hombre de novela, quiero un amor real". El otro, mucho más fuerte, signado por la incondicionalidad de padres a hijos: "Veo a mi hija destrozada, sin cabellos por esta maldita enfermedad. Vi a mi hija nacer, vi a mi hija morir. Fui testigo de los dos momentos más importantes en la vida de un ser humano. La amé y la amaré siempre. Necesito renacer por este amor". 

Leer todos estos deseos es imposible. Son demasiados. Lo maravilloso quizá de recorrer este lugar tiene que ver con las esperanzas depositadas en un solo sitio. Doscientos metros de sueños, aspiraciones, proyecciones, inspiraciones, amores perdidos y amores que llegan. Doscientos metros de pura vida. 

Don Abel vive simple. En una casa de adobe que construyó su familia. Además de conocer la historia de la parroquia, que guarda en su interior una imagen de la Virgen del Carmen que trajeron sus abuelos desde Perú, sabe con lujo de detalle que hay en cada rincón de ese pueblo alejado de toda urbanidad pero bañado por la luz de los astros de una forma distinta y única. 

"Los días de viento, que acá son todos, la verdad "mija" que las llavecitas hacen música. A veces pienso que es la mejor música que van a escuchar estas orejas arrugadas que Dios me dio. Yo le rezo todos los días a la Virgen del Carmen, le pido por Achango y también porque estas orejas no dejen de escuchar esta música", relata don Abel. (No estudió literatura, pero el hombre es un poeta, no habría forma de describir mejor el sonido de las llaves de Achango). 

Energía: capacidad y fuerza para actuar física o mentalmente. Esta es una de las definiciones de energía que se encuentra en el diccionario. Las llaves de Achango son un cúmulo de energía esperanzadora, de energía de buscadores, de energía de eternos viajantes en busca de verdades que les llenen el corazón. La vida misma. En un pueblo y par de llaves. 

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