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Ernesto Clavijo

El abogado en la picota

Tan mediático y conocido por defender a víctimas de accidentes de tránsito como cuestionado por el Tribunal de Disciplina del Foro de Abogados. ¿Quién es Ernesto Clavijo? Por Miriam Walter.

Por Redacción Tiempo de San Juan

Para llegar al despacho de Ernesto Clavijo hay que atravesar unas paquetas puertas de blindex negras. Detrás, se descubre un moderno recibidor, minimalista, que a la vez parece un dispensario de pueblo, repleto de mujeres con bebés en brazos y señoras mayores esperando el turno. Clavijo atiende vestido de un cuidado sport, camisa negra y jeans al tono. No usa anillo matrimonial pero habla de su esposa, luce un arito en la oreja derecha que tiene desde adolescente y mecha en el mueble principal portarretratos de su familia con tres estatuillas que emulan Oscar’s, premios locales a la trayectoria. A la vez que cuenta que de joven se ganaba la vida trabajando de payaso, se declara amante de las nuevas tecnologías: usa una sofisticada web y las redes sociales para promocionarse y un sistema de cámaras de seguridad que graban todo lo que pasa en las 6 oficinas de su buró.

No quiere hablar de la suspensión de su matrícula que determinó hace unos días el Tribunal de Disciplina del Foro de Abogados, pero asegura que la medida no está firme y  que se dio porque lo persiguen y lo discriminan.

Por lo que cuenta, Clavijo siempre se las rebuscó para tener su plata propia. Nació hace 39 años en San Juan, de un matrimonio compuesto por un ingeniero y una maestra. Su mamá murió de cáncer cuando él tenía 6 años. Es el único varón de 4 hermanos pero no es el único abogado, su hermana menor se acaba de recibir.

Hizo la Primaria y la Secundaria en la Normal Sarmiento. “Yo trabajo desde los 14 años. Quería independizarme, para poder hacer plata, por eso era animador de fiestas infantiles. Me disfrazaba de payaso y tocaba la guitarra, teníamos un grupo con unos compañeros de la escuela y con ellos íbamos a los cumpleaños. Lo hice por 3 años y con eso pagué parte del viaje de estudios”, dice.

A principios de los ’90 se fue a estudiar leyes a Córdoba. Para ayudar a pagar los estudios, trabajaba cargando damajuanas en la vinería de un pariente. “Hice la carrera de 6 años en 5, rindiendo libre, tenía apuro porque necesitaba el dinero”, asegura.

“Volví y empecé a buscar trabajo con gente amiga que tenía en San Juan, empecé aprendiendo, pagando derecho de piso, como todos”, dice. Ahí apareció Salim Medawar a quien más que un mentor, lo considera un padre. Trabajó en su estudio unos 3 años hasta que pudo armar su propio buffet.

Su primera oficina la instaló frente al Hospital Rawson, en Santa Fe entre Patricias Sanjuaninas y Estados Unidos. Ya entonces se dedicaba casi exclusivamente a los accidentes de tránsito, con algo de Derecho Laboral, como ahora. Sobre los casos de accidentes, dice: “empecé a buscar una veta, me gusta esto, como te da satisfacciones esto te da cachetazos. Por ejemplo, poder darle una mano a personas que realmente están mal en un momento muy complicado”.
En los pasillos de Tribunales, hay quienes tildan a Clavijo de negociante, de aprovecharse de la gente vulnerable. “El aprovechamiento es de lo que había antes, de las compañías o de la gente que tiene que pagar los siniestros y que iba y le tranzaba a la gente el clavo que necesitaba para que desistiera de sus derechos. Y la gente lo hacía, desesperada. La gente tenía todas las puertas cerradas y  no era como ahora que el Hospital está mejor que cualquier clínica porque antes un expediente en Salud Pública tardaba hasta un año”, analiza.

De dos o tres casos al mes que atendía en sus comienzos, hace 16 años, ahora atiende unos 30.
Clavijo vio la película Carancho, donde Darín interpreta a Sosa, un abogado especialista en accidentes de tránsito que trabaja para una fundación de ayuda a las víctimas que en realidad es la pantalla de un turbio estudio jurídico. 

 “Creo que la imagen que dejó la película fue nefasta por toda la fantasía popular que se ha creado alrededor de esto. Acá nadie persigue ambulancias ni nadie empuja la gente debajo de los autos, ni les quiebra las patas con combos, entonces esa película mostraba un delincuente, es un abogado sancionado. Podría ser la historia de un médico que trafica órganos y no todos los médicos son así. Se mete a todos en la misma bolsa: todo abogado que se dedica a los accidentes de tránsito es un carancho, un mafioso y consigue poderes con una ametralladora”, evalúa sobre el film.

Según Clavijo, él consigue clientes con publicidad y porque lo llaman, y nunca “tarjetea” en los centros de urgencia. Asegura que sólo va al Hospital cuando algún cliente le pide que vaya y que no pasa seguido. “Mi estudio se ha hecho muy conocido y eso me da una ventaja”, apunta.
El abogado no para de recibir llamadas al celular. En su despacho tiene pocos muebles y en uno se destacan las fotos de su esposa y sus dos hijos de 12 y 8 años. No quiere hablar mucho de su familia, resguarda sus nombres, pero asegura que si sale de noche, sale con su esposa, a quien conoce desde los 16 años cuando eran compañeros del Secundario.

Al lado de las fotos familiares también hay tres estatuillas doradas que distinguen su trayectoria.
“el 95 % de mis clientes son gente humilde, se corre la bolilla de que soy especialista y vienen”.
Clavijo lidia mayormente con compañías de seguro y sus abogados, a veces contra ART, y contra el Estado sólo en casos aislados como cuando intervienen patrulleros o camiones municipales.

Con tantos años en la materia, el abogado puede hacer un  mapa accidentológico en la Provincia. “Los accidentes de tránsito son una epidemia, por la cantidad de muertes que provocan. En San Juan hay alrededor de 13 mil accidentes anuales y una muerte por día promedio”.

Su estudio sobre calle Tucumán ya no es de dos piecitas como el que tenía cuando empezó, ahora tiene trabajando con él 4 abogados más, de entre 30 y 40 años. De los 30 casos que toma al mes, dice que gana la mayoría. Las consultas triplican este número, afirma. “Tratamos de tomar casos solamente que tienen chances de ganar. De cada 10 causas que me consultan por día, capaz que una o dos sirven”, dice. Y agrega: “Mis clientes son pobres. Queda muy claro acá la forma de cobrar, yo no les cobro a mis clientes, participo en un porcentaje en función de lo que les paguen. Yo gano cuando mis clientes ganan si no, no gano nada”, asegura, al momento que cuenta que se considera un buen conductor pero que con su auto protagonizó un par de accidentes: él fue su propio abogado.

Político y hasta candidato

Clavijo tiene un pasado político. Empezó en la época escobarista y después siguió en el basualdismo. En 2003 fue candidato a diputado por Rivadavia, con Jorge Abelín, con quien dice no tener amistad.  “Me fue mal, pero saqué creo que 10 mil votos. Con la Fundación de Basualdo trabajamos muchísimo en lo social, pero preferí darle tiempo y dinero a mi profesión. ¿Si voy a volver a la política? Me creo indigno del infierno o de la gloria, pero nada predigo, nuestra historia cambia como las formas de Proteo”, dice, parafraseando a Borges. Agrega que varias veces funcionarios “de segunda y tercera línea” lo buscaron para defenderlos.

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