Es un verdadero ícono de San Juan. Una escultura de apenas 12 veces menor que la original de Nueva York se erige imponente en la plaza de Pocito. Su historia, envuelta en anécdotas, rumores y documentos históricos, se remonta a 1909, cuando Federico Cantoni decidió encargar una réplica de la emblemática Estatua de la Libertad para conmemorar el Centenario de la Revolución de Mayo. Pero el destino de esta pieza no fue el que su creador, Frédéric Auguste Bartholdi, ni su comitente habrían imaginado.
Embed - Un pedacito de Nueva York en Pocito
La escultura, diseñada por el mismo autor de la estatua neoyorquina, fue enviada desde Francia con destino inicial a Buenos Aires, donde Cantoni pretendía inaugurarla durante los fastos del Centenario. Sin embargo, algo se torció en su trayecto. Por meses, la estatua quedó olvidada en el puerto porteño, acumulando polvo y preguntas. Fue gracias a la intervención de un empleado que recordó el vínculo del encargo con un sanjuanino que la pieza encontró un nuevo rumbo.
Al llegar a San Juan, la estatua no recibió de inmediato el reconocimiento que merecía. Durante más de un año permaneció relegada en un obrador, envuelta en telas protectoras. Fue finalmente trasladada al Parque de Mayo, pero su ubicación y tarima, de escasa altura, no lograron hacer justicia a su magnificencia.
Fue entonces cuando un pocitano influyente, Marcos Zalazar, decidió intervenir. En 1931, gestionó su traslado a la plaza departamental de Pocito, donde fue ubicada estratégicamente mirando hacia La Rinconada, un lugar cargado de historia libertaria. Desde entonces, esta réplica ha sido motivo de orgullo y admiración para los pocitanos.
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A lo largo de las décadas, surgieron versiones que agregaron un tinte de misterio a la historia de la estatua. La más conocida asegura que la escultura estaba destinada a San Juan de Puerto Rico, pero llegó por error a la provincia cuyana. Sin embargo, el historiador local Simón Peña descartó esta teoría tras un detallado análisis. Peña destacó un detalle revelador: el escudo argentino pintado en una de las manos de la figura, dejando en claro su verdadero destino.
Actualmente, la Estatua de la Libertad es mucho más que una pieza artística en Pocito. Es un recordatorio de los vaivenes históricos, de los vínculos entre San Juan y el espíritu libertario que une a los pueblos. Turistas y locales se detienen a admirarla, muchos intrigados por la rica historia que la acompaña.
En el centro de la plaza, mirando siempre hacia La Rinconada, la estatua no solo se luce como una obra de arte, sino como un testimonio vivo de las vueltas del destino y el orgullo sanjuanino.