En la esquina de Urquiza y Córdoba, donde alguna vez se mezclaron las luces de neón con el bullicio de los brindis, hoy solo quedan las sombras del recuerdo. El viejo Urquiza Bar, epicentro de la movida nocturna de San Juan durante los años dorados de los ’90 y 2000, permanece en silencio, con su fachada descolorida y las letras corpóreas casi borradas que aún intentan pronunciar su nombre.
Durante dos décadas, aquel espacio fue símbolo de encuentro, música y libertad. En su escenario resonaron acordes que marcaron generaciones: Luis Alberto Spinetta, Fabiana Cantilo y tantas otras figuras del rock nacional hicieron vibrar las paredes del recinto y los corazones de quienes llenaban el lugar noche tras noche. Era una época en la que el rock tenía alma, y San Juan encontraba en Urquiza Bar un refugio donde el tiempo parecía detenerse entre guitarras, risas y copas que tintineaban hasta el amanecer.
Embed - Lugares abandonados: de la movida nocturna de San Juan al desamparo
Con los años, el bar mutó. De templo del rock pasó a convertirse en un punto de reunión para “solos y solas”, especialmente mayores de 40 años que buscaban, entre tragos y música, revivir algo de aquella magia. Las luces bajaron su intensidad, pero el espíritu de encuentro seguía intacto. Sin embargo, la pandemia marcó el final inesperado: las puertas se cerraron y nunca más volvieron a abrirse.
Actualmente, el edificio resiste como puede. La estructura sigue en pie, con sus muros cubiertos por el paso del tiempo y la vegetación que avanza entre las grietas del suelo. Las palmeras que antes custodiaban la entrada siguen ahí, inmóviles, como testigos mudos de tantas noches de euforia. Solo el viento parece recorrer lo que queda del salón, donde alguna vez se bailó, se rió y se soñó.
Entre los restos del cartel y los ecos que aún parecen flotar en el aire, Urquiza Bar se mantiene suspendido en una especie de limbo entre la memoria y el abandono. Fue un ícono de la noche sanjuanina, un escenario de historias y encuentros que hoy se desdibuja entre el polvo y la nostalgia. Todo indica que los bailes, la alegría y los tragos no volverán, pero en cada rincón del viejo local todavía late, tenue, el eco de aquellas noches que hicieron historia.
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