Durante la primera semana de junio se conmemora el Día de la Trabajadora Sexual, una fecha que siempre invita a cuestionarse sobre este oficio, sobre los derechos de quienes deciden trabajar con su cuerpo de manera voluntaria y la desprotección que hay sobre estas personas. En ese marco, desde AMMAR San Juan (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) explicaron los desafíos de tener que volver a retomar la actividad sindical tras el fallecimiento de la reconocida militante y defensora de los derechos de las trabajadoras sexuales, Mónica Lencina.
“Desde el 17 de noviembre nos costó mucho organizarnos. Es imposible no recordar la falta de Mónica”, comenta con la emoción en la garganta y la voz entrecortada Mariana Castro, quien tras la muerte de Mónica quedó, junto a Pamela Lencina, como coordinadoras del gremio mientras se organizan internamente.
Sucede que quien se había puesto el gremio al hombro durante varios años fue Mónica. Si bien tenía un grupo que la acompañaba y asistía, Mónica se volvió la voz y la espada de las trabajadoras sexuales en San Juan. Gracias a ella y la claridad de sus palabras, logró dar a conocer este universo sobre el cual hay tantos prejuicios y fue una ferviente defensora de los derechos de las compañeras, como las definía.
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Mónica Lencina, histórica referente de AMMAR
Tras la lamentable pérdida de la referente principal de AMMAR, las trabajadoras sexuales se encontraron paradas en un terreno sin brújula ni guía. Para evitar que todo el trabajo de Mónica quedara en la nada, llegó hasta la provincia la secretaria general del gremio a nivel nacional, Georgina Orellano, reconocida militante y trabajadora sexual.
Con Georgina presente, se convocó a todas las trabajadoras a un encuentro en donde se eligió que la coordinación de AMMAR durante su reestructuración quedara en manos de Mariana y Pamela. “Nos eligieron a nosotras para que estemos al frente durante este año, hasta que se llame a elecciones”, explicó Mariana.
Con o sin Mónica, la realidad de las trabajadoras sexuales es más que compleja, ya que son diversos frentes los que deben combatir. Mariana cuenta que entre los problemas que les ha tocado enfrentar, se encuentra la falta de entrega de profilaxis en el sistema público de salud. “No nos quieren dar preservativos, a veces te hacen esperar durante toda la mañana y las chicas estuvieron toda la noche trabajando, entonces desisten y prefieren comprarlo, aunque a veces eso pone en riesgo lo poco que se gana”, detalló la coordinadora de AMMAR.
La situación económica también complica y bastante a las trabajadoras que han tenido que bajar significativamente el precio de los servicios por la falta de clientes. A eso se suma que el grueso de la demanda se percibe durante los primeros 10 días del año, por lo que hay jornadas en las que la trabajadora se encuentra horas sin un solo cliente.
Al respecto, Mariana explica: “Muchos clientes buscan promociones o quieren pagar menos, y a veces, cuando venís de un mal turno, no te queda otra que aceptar. Incluso estamos teniendo muchos casos de estafa con Mercado Pago, con clientes que dicen hacernos la transferencia, pero nunca llegan”.
La compleja situación económica no solo se percibe en la baja de clientes, sino en el aumento de trabajadoras sexuales que hay en la vía pública. Ante esto, uno de los desafíos de la actual coordinación es realizar un censo de trabajadoras, para conocer de primera mano y de manera pormenorizada los motivos que llevaron a la persona a dedicarse al oficio, sus edades y si son reincidentes, ya que, de acuerdo a las primeras presunciones, en los últimos meses volvieron trabajadoras y trabajadores que habían dejado las calles.
Con esto se procura tener un sondeo de la situación del trabajo sexual en San Juan. Si bien la ausencia de Mónica sigue presente, retomar la actividad sindical es una sin duda la mejor forma de preservar su memoria, y con ella, su lucha.
Es evidente que, ante la coyuntura actual, el trabajo sexual sigue siendo discriminado, juzgado, menospreciado y carenciado. La existencia de AMMAR no es un capricho de un sector minoritario, sino que, por el contrario, representa el refugio para las trabajadoras y los trabajadores sexuales que por distintos motivos se terminan dedicando al rubro. Es por ello que la reorganización es fundamental para mantener en pie un espacio que lamentablemente se quedó sin sede, pero sigue funcionando gracias al espíritu de quienes lo mantienen vivo y operativo.