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SUSCRIBITEEn enero de 1998, un pequeño barrio de Santa Lucía vivió una semana marcada por lo inexplicable: apariciones, incendios espontáneos y un miedo colectivo que, 27 años después, sigue sin respuestas claras. La historia aún estremece a quienes fueron testigos.
Hace 27 años, una extraña figura hizo vivir cinco noches de terror a los vecinos de la Villa Don Arturo, en Santa Lucía. Durante cinco noches, la habitual calma de la zona fue reemplazada por episodios sobrenaturales que desconcertaron a toda la comunidad y, aún hoy, no tienen explicación.
"Fue un hombre que practicaba la magia negra", se animó a decir Isabel Molina. Aunque ya pasaron muchos años, ella todavía tiene fresco el recuerdo de ese 26 de enero cuando todo era miedo, vecinos armados y noches sin dormir. Lo tiene grabado en la memoria: fue una de las primeras en presenciar lo inexplicable. El olor a azufre, peñascazos que caían de distintas direcciones, colchones que se prendían fuego sin razón aparente y hasta "un huevo podrido y con pelos" que voló desde el fondo de la casa de Isabel hacia la vereda, mientras ella festejaba su cumpleaños con otros vecinos de la zona.
El miedo se apoderó rápidamente de toda la villa y a los vecinos sin dormir, listos para responder a cualquier ataque, se sumaron los medios de comunicación locales y nacionales que durante una semana cubrieron el insólito suceso. "Una mujer resultó herida por el 'fantasma' de Don Arturo", titulaba Diario de Cuyo en su momento y acompañaba la nota con una imagen de Elsa Silva, una vecina del lugar que mostró las heridas que le dejó ese espectro que se le apareció en su vivienda de la calle Hugo Wats.
Curas, videntes, brujas y todos los manosantas de San Juan se enteraron de lo que ocurría y decidieron ir a ver con sus propios ojos al "fantasma" de la Villa Don Arturo.
Por las noches, además de las guardias montadas por los vecinos, se comenzaron a organizar grupos de oración en la plaza de la villa. Ahí, se reunían quienes no podían dormir de noche y junto a pastores, curas o cualquier especialista quienes sabían de artes oscuras, oraban, a esa altura el terror era tal que cualquier religión o creencia era bien recibida si prometían sacar a la gente de la zona del infierno que estaba viviendo.
El "Mago Batuque" y la vidente Sonia Fantón también llegaron al lugar, recorrieron sus calles y hablaron con los testigos en busca de una explicación. Miembros de iglesias evangélicas hicieron lo suyo con la biblia abajo del brazo y los católicos lo resolvieron con una procesión. Hasta un Pai Umbanda cayó a la villa para intentar hacer un exorcismo.
Luego del primer día de apariciones, también se hizo presente en el lugar la Policía. Personal de la Comisaría 5ta, de Santa Lucía, acudió al pedido desesperado de una vecina que vio a la figura y luego presenció un incendio de un colchón en el fondo de su casa. Los uniformados intentaron disparar las itakas que llevaban pero las armas se trabaron. Más tarde, el jefe de esa seccional confirmaba lo ocurrido pero le restaba importancia a las apariciones y sostenía que nada tenía que ver el fantasma con ese episodio. De hecho, la versión policial de la época indicaba que se trataba "de un hombre que se hacía el 'vivo' o de un loco suelto" que tenía como único fin infundir el temor entre los habitantes de Don Arturo.
Cinco noches pasaron hasta que finalmente volvió la paz. Hoy, 27 años después, los vecinos insisten con que las apariciones, pedradas, el olor a azufre y la figura que se movía entre los árboles de la villa, existieron. La versión que terminó de cerrar para todos, fue que ese hombre alto, corpulento y de pelo largo que desaparecía en medio de una humareda, era un sujeto que practicaba la magia negra y que decidió irse luego de la invasión de manosantas que llegaron a exorcizar la villa.
Un "viernes de brujas" volvió la tranquilidad a Don Arturo. De las apariciones solo quedaron los relatos de los vecinos que aún están vivos y sintieron en carne propia lo paranormal y las extensas crónicas periodísticas que relataban las andanzas del fantasma.