Sentado en un tacho de pintura, tomando el yogur fresquito que le dio una vecina, comiendo un sanguchito o algo que uno de los propietarios del barrio UDAP 3 le dio para pasar el calor. Así pasa sus días Carlos Victoriano Mercado, el guardián de las compras de Santa Lucía.
Carlitos, como lo conocen todos, llegó a San Juan cuando tenía18 años. Vino de La Rioja a trabajar en la cosecha y decidió quedarse. "Siempre me gustó Santa Lucía", contó a Tiempo de San Juan.
El hombre vive de changas y se encarga de mantener limpia la puerta del reconocido supermercado Átomo, ubicado en Avenida Libertador y Colón, en Santa Lucía. "Yo ya estaba acá cuando era Mi Changuito", reveló.
El supermercado es uno de los más concurridos de la zona y son los vecinos del Campodónico, Las Moreras, el Centro Empleados de Comercio y el Roque Sáenz Peña sus clientes más habituales. Cuando uno va llegando al Átomo, ahí está Carlitos listo, con su chaleco refractario puesto y dispuesto a ayudar con las compras.
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Las funciones de Carlitos son varias y van desde acompañar a las señoras con el carrito hasta sus casas para luego devolverlo al supermercado, subir las bolsas de quienes van en auto, cuidar coches y hasta colocar cartones en los asientos de los clientes que van en moto y no quieren que su asiento se recaliente. Carlitos es el guardián de la zona, de las compras de las señoras, de los carritos, de los autos y de la limpieza.
Es que cuando el supermercado no está muy concurrido, él se ocupa de levantar las bolsas que tiran algunos y mantener la vereda impecable.
"Antes tenía una casita en la Luz del Mundo (Avenida Libertador y Santa María) pero me la prendieron fuego. Ahora me prestan ahí en la verdulería el lugar", contó Carlitos.
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Es en esa verdulería donde él hace otra de sus changas que consiste en ayudar a los chicos a descargar cuando llega el camión. A cambio, puede dormir en el lugar.
No hay fines de semana para Carlitos porque el Átomo abre también los sábados y domingos por la mañana. Ahí está él, listo para otra jornada de trabajo. "Por ahí vienen los vecinos y me traen ropa, zapatillas, comida", aseguró.
La propina es la fuente de ingresos de este changarín que se ha convertido en un vecino más de la Avenida Libertador. Carlitos no tiene esposa, ni hijos, su contacto de todos los días es con los trabajadores del super y los clientes que van a comprar. "Me toca gente mala y gente buena y así va", cerró.