Adriana Luna y su pluma dorada: la historia detrás de las historias que cautivan en San Juan
Con su reciente obra "Voces que...", ganadora del certamen San Juan Escribe 2025, explora las vivencias que resuenan en la vida cotidiana, dando voz a experiencias que a menudo pasan desapercibidas.
Hay voces que crujen, voces que empujan, voces que resisten y movilizan. A menudo, muchas de ellas se pierden en el tiempo, pero a veces se transforman en acción. Adriana Luna recogió relatos, juntó pedacitos de historias que le llegaron y no pudo dejar ir. “Voces que...”, el libro de cuentos que fue elegido ganador en el certamen 2025 de San Juan Escribe, un importante reconocimiento a una pluma dorada que desde hace mucho viene “diciendo” y no se cansa.
Adriana Luna con el vicegobernador Fabián Martín, premiada en el concurso San Juan Escribe 2025.
“Un título incompleto”, dijo la autora, aunque solo en apariencia. Una acción concreta, en su interior va definiendo el carácter de esa voz que invita, una puerta de entrada a descubrir lo que de verdad pueden producir las palabras: un cambio, una permanencia. Son 12 cuentos, personajes que se encuentran con alguna palabra: crujir, empujar, resistir. “Hay un trabajo de ficción de mi parte. He jugado con la realidad que nos atraviesa”, confesó Adriana a Tiempo de San Juan.
Se había presentado en la primera edición del certamen en 2015 con un valioso segundo lugar por su poesía, por la que es bien conocida en los círculos de los activistas literarios de la provincia: escribiendo y alentando a escribir. Ahora, ganó en la categoría "Esctritores de oro".
“A mí me interesa escribir sobre lo que nos pasa y lo que se nos pierde, las cosas que vamos atravesando todos los días y que son súper valiosas, aunque a veces no las miramos”, dijo intentando describir el alma de este trabajo. Se trata de un juego, una búsqueda con la intención clara de disfrutar cada palabra.
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No siempre fue así; la actividad se le hizo habitual desde los 13 años y otras motivaciones dieron inicio a la historia detrás de las historias que cautivaron al jurado del concurso literario este año. “En ese momento, era un desahogo, un alivio, un consuelo escribir. Después fue otra búsqueda de decir: ‘quiero hacer algo más con la escritura que hablar de mí misma. Empecé a buscar hablar de lo que le pasaba a otros y que también me pasaba a mí’”.
La poesía se convirtió en una forma de “ampliar” lo vivido, de estirar la experiencia y desmenuzar sus partes, “para que cualquiera que lo leyera sintiera que también le podía pasar a él”. El cuento y su narrativa le propusieron otra perspectiva alternativa al desahogo lírico y estructurado. “Inventar una historia, otro universo, es mucho más divertido. Me resulta más agradable ese juego de la imaginación en el cuento que en la poesía”, reconoció. Pero son dos facetas de la escritura que van de la mano de su quehacer desde hace muchos años: “La poesía es lo que más he ejercitado. Pero hace muchos años que escribo cuentos; nada más que nunca le dediqué el tiempo para publicarlos”, dijo.
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Remarcó la importancia de la “espera” como recurso multipropósito para reestructurar, reenfocar, madurar ideas y como llamador para la inspiración. “La escritura te lleva un tiempo, es un esfuerzo, es un oficio, es un trabajo. Entonces, hay que dedicarle tiempo, dejarlo madurar, ponerle pausa, retomar, corregir. He estado escribiendo varios proyectos a la vez, y los cuentos siempre han estado esperando mucho tiempo”, aseguró. Deslizó casi como un truquito: “el secreto está en dejar reposar lo que escribiste”.
Son días especiales para Adriana, que entre la docencia, la familia y las palabras recibió un importante reconocimiento. Se lo ganó ella, pero no se percibe como una hazaña individual para una actividad que siempre necesita de otro: “Hace un tiempo participo de un grupo de escritura que pertenece al colectivo La SED”. Allí, en lo compartido, aparece una clave de este método exitoso: “Una de las propuestas que tenemos es reunirnos todas las semanas, ponernos consignas de escritura y hacernos devoluciones”, contó.
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Las consignas pueden ser muy sencillas, pero disparan un montón de posibilidades de escritura. “Me ayuda mucho esto de buscar excusas para escribir. Buscar cualquier disparador que sea una oportunidad para imaginarte una historia y darte cuenta de que hay algo en vos que tenía ganas de escribir sobre eso”, manifestó.
Finalmente, Adriana se animó a compartir quiénes son las escritoras que han dejado una huella significativa en su propia historia, entre ellas Liliana Bodoc, con La saga de los confines, y también mencionó a María Cristina Ramos. “Otra autora que me gusta mucho es Teresa Andruetto, una cordobesa que tiene cuentos maravillosos”, dijo y agregó: “Alejandra Kamiya es otra autora que estoy descubriendo ahora”. Con un especial interés por la literatura infantil y juvenil, mencionó a Iris Rivera como una autora destacada en este ámbito. “Estoy leyendo mucha literatura escrita por mujeres. Está bueno ir descubriendo lo que cada una de estas voces tiene para decir”, concluyó.