La llegada y la reciente presentación de credenciales de David Cairns como el nuevo embajador del Reino Unido en Argentina han encendido un renovado debate en la política exterior de ambos países. Si bien el acto formal en el Palacio San Martín marcó el inicio oficial de su misión diplomática en el contexto del Bicentenario de las relaciones anglo-argentinas, su figura se ha convertido en un epicentro de tensiones debido a su pasado en el sector energético, estrechamente vinculado a la explotación de recursos en el Atlántico Sur.
Cairns, un diplomático de carrera con más de 30 años de experiencia en el Servicio Exterior británico, fue designado el 6 de mayo y asumió su cargo este mes, presentando sus cartas credenciales ante el canciller argentino Gerardo Werthein este lunes 15 de septiembre. Tras su llegada a Buenos Aires, que calificó como "emocionante" en redes sociales, el embajador detalló sus primeras actividades, incluyendo un concierto en la UBA y una visita al Jardín Botánico.
Durante su encuentro con Werthein, Cairns manifestó sentirse "muy honrado" de representar a su país en el año del Bicentenario de las relaciones diplomáticas, que datan de la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación en 1825. Expresó su esperanza de profundizar la cooperación en áreas como el comercio, la política, la ciencia y la cultura, y apoyar la "prioridad" de crecimiento y prosperidad para ambos países. Su trayectoria incluye cargos como embajador en Suecia, director de la Red Nórdica del Báltico, y roles en Tokio, Ginebra y la Unión Europea.
El Foco de la Controversia: Equinor y el Atlántico Sur
Sin embargo, más allá de la agenda cultural y los discursos de cooperación, la figura de Cairns ha reavivado una fuerte polémica en torno a la Cuestión Malvinas. El motivo principal radica en su pasado inmediato como vicepresidente global de Asuntos Públicos de Equinor, la compañía estatal noruega de petróleo, puesto que ocupó entre 2019 y 2025. Aunque Cairns renunció a este puesto antes de su llegada a Argentina, su vinculación con una empresa que opera proyectos en Vaca Muerta y controla ocho bloques offshore, incluyendo la cuenca Malvinas Oeste, ha generado suspicacias y fuertes críticas.
Desde la gobernación de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, el nombramiento de Cairns fue calificado como "una provocación" y se solicitó el rechazo de su plácet. El gobernador Gustavo Melella acusó a Londres de un "acto extremo de cinismo" y una "provocación sin precedentes", señalando a Cairns por supuestamente haber "asesorado directamente al Reino Unido en la exploración ilegal de hidrocarburos en aguas argentinas circundantes a nuestras Islas Malvinas". Este malestar se profundizó cuando, antes de viajar, Cairns se reunió en Londres con Richard Hyslop, representante de la administración británica de las Malvinas, un gesto que fue interpretado como "provocador" por algunos diplomáticos.
La embajada del Reino Unido, por su parte, buscó desactivar la controversia, explicando que Cairns "ya no está vinculado a Equinor, ahora es embajador ante Argentina". Argumentaron que el Ministerio de Relaciones Exteriores británico tiene una política de alentar a diplomáticos con amplia trayectoria a pasar años en el sector privado para ganar experiencia en gestión y economía real, antes de regresar al servicio exterior.
La "Omisión" del Gobierno Argentino y el Escenario de Malvinas
El desembarco de Cairns y la polémica que lo rodea ocurren en un momento de ambigüedad en la política exterior del gobierno de Javier Milei, que ha priorizado un enfoque comercial agresivo y una alineación ideológica con potencias occidentales como Estados Unidos, Israel y el propio Reino Unido. Este enfoque ha generado "ruido" en torno a la Cuestión Malvinas, con preocupaciones sobre posibles acciones que "socaven la defensa de la soberanía".
Un ejemplo de esta tensión fue la declaración del Presidente el 2 de abril, cuando se refirió a los "deseos" de los isleños en lugar de sus "intereses", una fórmula que incomodó a parte del círculo diplomático y militar argentino. Además, un día antes de la llegada de Cairns, la Cancillería argentina condenó la actividad de la petrolera israelí Navitas en la cuenca León Marino, que opera con licencias ilegales británicas al norte de la Isla Soledad. Sin embargo, el comunicado omitió curiosamente mencionar a la compañía británica Rockhopper, que forma parte del mismo consorcio.
En este complejo escenario, la designación de David Cairns, un diplomático con amplia experiencia pero con un pasado empresarial que roza un tema tan sensible como la explotación de recursos en el Atlántico Sur, subraya la delicada balanza entre la búsqueda de cooperación bilateral y la irrenunciable defensa de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas. El nuevo embajador se enfrenta al desafío de tender puentes en una relación marcada por dos siglos de historia, pero también por una profunda herida territorial que sigue siendo un punto de fricción ineludible.