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Curiosidades de la Quinta de Olivos

La historia de la actual residencia presidencial se remonta a los tiempos de Garay y se vincula con la Primera Junta.

Por Redacción Tiempo de San Juan
Ubicada a unos diez kilómetros al norte de la ciudad de Buenos Aires, este predio de 35 hectáreas es otro símbolo de la investidura del primer mandatario.

Cuando Juan de Garay refundó Buenos Aires, el 11 de Junio de 1580, con un grupo de colonos que trajo de Asunción, loteó entre ellos la tierra alrededor del pequeño poblado. Pero el primer dueño del lote 39 –que hoy ocupa la Quinta- la abandonó pronto.

Se pierde entonces la huella catastral pero en algún momento el terreno pasó a manos de Miguel Ignacio de Azcuénaga y Basavilbaso (1754-1833), que no es otro que el Azcuénaga de la Primera Junta.

Con su familia, la usaba como residencia de descanso, para lo cual habían construido en ella una casa sencilla y de estilo colonial, de una sola planta, con paredes de adobo blanqueadas y techo de tejas; el frente daba a la barranca del río. Uno de los hijos del matrimonio, Miguel José, heredó la propiedad. Criaba allí caballos de raza.

Miguel José pidió a su amigo Prilidiano Pueyrredón, prestigioso arquitecto y único hijo de Juan Martín de Pueyrredón, que diseñara una nueva casa, cuya construcción empezó en 1851. De estilo neoclásico es la residencia que hoy ocupan los presidentes. También intervino el famoso paisajista francés Charles Thays en el rediseño del parque y del jardín.

Miguel José de Azcuénaga Basavilbaso murió soltero y sin descendencia, en 1873. La propiedad pasó, en 1903, a Carlos Villate Olaguer Feliú, biznieto de Miguel de Azcuénaga.

Villate Olaguer era lo que se llama un dandy: joven, soltero y de fortuna, viajaba con frecuencia a París. Poseía muchas otras propiedades pero residía en la quinta de Olivos durante sus estancias en Buenos Aires. En 1918, a los 46 años, al ver peligrar su salud y como no tenía heredero, Carlos legó la chacra al Gobierno de Hipólito Yrigoyen con un destino concreto: debía servir para "asiento o residencia veraniega" del Presidente de la Nación.

Así es como esta histórica cabaña pasó a ser propiedad del Estado Nacional. El presidente Yrigoyen, pese a haber aceptado este legado, jamás ocupó la residencia, pero envió al doctor Honorio Pueyrredón a tomar posesión de la misma, en nombre del gobierno.

El primer mandatario que usó la residencia de acuerdo a lo pensado por Carlos Villate, aunque de modo esporádico, fue el presidente de facto, general José Félix Uriburu, en 1931. El primero que la ocupó de modo permanente de allí tomaría el nombre de "Residencia Presidencial de Olivos"- fue el también presidente de facto, general Pedro Eugenio Aramburu, en 1955.

Desde entonces, en mayor o menor medida, casi todos los presidentes que lo sucedieron han mantenido esa costumbre.

 

(Fuente: Infobae)

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