Las primarias en Estados Unidos están a menos de un año. Son largas, trabajadas, y precisan del fuerte apoyo económico de distintos sectores del mundo financiero, y de los magnates que comicio a comicio, reparten los huevos en distintas canastas.
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SUSCRIBITELas primarias en Estados Unidos están a menos de un año. Son largas, trabajadas, y precisan del fuerte apoyo económico de distintos sectores del mundo financiero, y de los magnates que comicio a comicio, reparten los huevos en distintas canastas.
Estos hombres de empresa y de negocios están aterrorizados ante al chance, real según las encuestas, de que Donald Trump triunfe en las elecciones primarias republicanas, frente al candidato más fuerte que se le opone, el gobernador de La Florida Ron DeSantis, quien ya confirmó su postulación.
Y el escenario que menos toleran es una elección final entre Trump y Biden, que ya anunció que irá por la reelección, si es que vence a hasta ahora su única contrincante confirmada, la autora de libros de autoayuda Marianne Williamson, de 70 años, y sin experiencia en política.
Si bien Wall Street coincidió en algunas de las medidas económicas de Biden, la guerra antimonopólica que ensayó el mandatario norteamericano volcó a muchos magnates en su contra, que necesitan la constante de los acuerdos corporativos para seguir acumulando ganancias.
Trump está 20 puntos arriba de DeSantis en las encuestas. Con estos números sería difícil apoyarlo, más teniendo en cuenta su confrontación con la empresa Disney, en su distrito. Esto no cayó viene en los empresarios, que están buscando una tercera persona que desbanque al Trump.
Los nombres que suenan son dos: Glenn Youngkin, gobernador de Virginia, y Brian Kemp, gobernador de Georgia.
Por ejemplo, Thomas Peterffy, fundador de Interactive Brokers, comentó que suspendería las donaciones a DeSantis y transferirá US$ 1 millón a la operación política de Youngkin.
Entre las cuestiones que el mercado le reclama Trump está su postura de “guerra” contra China, y el escándalo de la toma del Capitolio tras el triunfo de Joe Biden, del que Trump no ha podido desligarse totalmente.
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