Luciano Riveros habló con el corazón todavía desbordado por la consagración. Minutos después del gol de Simone que selló el título y convirtió a Unión en campeón del Clausura y del año, el goleador del Azul de Rawson puso en palabras todo lo que había detrás de esa noche. No esquivó el desgaste ni el contexto: “Fue muy duro. Tuvimos un partido el domingo y vinimos igual, nos plantamos. Sabíamos que el rival venía bien descansado y nosotros con ritmo de juego. Eso no quiere decir que hayamos dejado de intentar y de buscar nuestro sueño”, expresó, eufórico, en medio de los festejos.
Ese cansancio del que habló no fue excusa, sino parte del mérito. El domingo había sido protagonista ante General Belgrano por el Torneo Regional Amateur, en un cruce clave que Unión sacó adelante y que hoy lo mantiene en carrera. Junto a Peñarol, el Azul es uno de los dos equipos sanjuaninos que siguen soñando con el ascenso, una exigencia que explica el trajín y le da todavía más valor a lo conseguido en Pocito.
En ese escenario, Riveros volvió a aparecer cuando más quemaban las papas. Su gol en la final ante Desamparados fue el empujón necesario para forzar la definición y terminó de sellar un año excepcional en lo personal. Cerró la temporada con 27 tantos, se consagró campeón del Apertura y del Clausura y se adueñó de un registro que lo deja en lo más alto: fue el sanjuanino que más goles gritó en todo el 2025.
La celebración también tuvo espacio para la emoción. Con la voz quebrada, el delantero dejó aflorar lo que muchas veces queda oculto detrás de los goles. “Muchas cosas se me vienen a la cabeza, dejamos muchas cosas en el camino. Se lo dedico a mi amigo que está en el cielo, que me dio la fuerza necesaria para ser campeón. Y también para mi abuela. Todo esto es para ellos”, confesó, rodeado de compañeros, abrazos y lágrimas.
Riveros tiene contrato con San Martín, deberá regresar y esperar definiciones sobre si será tenido en cuenta o no.