Hay días que quedan marcados para siempre. Días de esfuerzo, de sacrificio y de emociones a flor de piel. Leandro Velárdez vivió uno de esos días en la Etapa 5 de la Vuelta a San Juan, donde no solo protagonizó una fuga impresionante, sino que también dominó las metas sprint y de montaña y terminó con un gran segundo puesto. Pero el verdadero premio llegó en la meta, cuando su padre lo abrazó entre lágrimas.
Todo arrancó con una enorme escapada. Desde temprano, Velárdez y el chileno Quintana decidieron desafiar al pelotón y adelantarse a la punta de la carrera. Kilómetro tras kilómetro, la fuga se hizo cada vez más épica. Recorrieron más de 120 kilómetros en soledad, atravesando los diques Punta Negra y Ullum, con un calor agobiante y la mirada del pelotón encima.
Leandro resistió, y también brilló. Se llevó las metas sprint y de montaña, demostrando que las piernas estaban respondiendo. Y aunque en el sprint final no pudo quedarse con la victoria, cruzó la meta en un segundo puesto, su primer podio en la popular competencia sanjuanina.
Embed - Lideró la etapa, ganó las meta sprint y montaña, subió al podio y su padre lo recibió entre lágrimas
Cuando bajó la velocidad y pudo respirar, estaba él, su padre, Javier. "Cráneo" para los amigos del ciclismo, con los ojos vidriosos, lo esperó con los brazos abiertos. El abrazo fue fuerte, de esos que dicen mucho. Semanas de esfuerzo, madrugones, entrenamientos y sueños compartidos se cruzaron en ese instante.
"Uno llora por lo que significa su preparación. Mucha emoción y piel de gallina. Uno pasa toda la tarde pendiente y dándole fuerza. Lo acompaño desde los 5 años. A donde vaya, estaré yo", dijo Javier, con la voz entrecortada, mientras miraba con orgullo a su hijo.
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Leandro, todavía con la adrenalina a tope, agradeció a su equipo, a su familia y a todos los que lo alentaron.