El River cordobés que late en azul y oro: una historia que desafía a los gigantes del fútbol
En Bell Ville existe un club que lleva el nombre de River Plate, pero luce los colores de Boca. Una curiosidad que nació de un empate entre pasiones y que ni los propios dirigentes de los grandes pudieron revertir.
A 200 kilómetros de la ciudad de Córdoba existe un club que rompe todos los moldes futboleros: el Club Atlético y Biblioteca River Plate de Bell Ville. Su nombre representa a River, pero sus camisetas están teñidas de azul y oro, como las de Boca. Y esa combinación tan inesperada tiene una explicación que se remonta a sus orígenes.
La institución fue creada en 1923 y hoy compite en la categoría B de la Liga Bellvillense. Todo empezó con 14 jóvenes que querían dejar de jugar entre amigos para sumarse a la competencia oficial. El problema surgió cuando descubrieron que la mitad era fanática del Millonario y la otra mitad del Xeneize. Para zanjar la discusión, apelaron a la suerte: sortearon el nombre y se definió River, pero adoptando los colores del eterno rival.
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Con el tiempo, esta particularidad despertó el interés de los presidentes de los dos grandes. Así lo recordó René Mangini, titular actual de la entidad, en una entrevista radial con Línea Abierta (FM 101.3), de Córdoba. Contó que -primero- Antonio Vespucio Liberti, entonces presidente del club de Núñez, quiso cambiar los colores y, más tarde, Alberto J. Armando, presidente del equipo de La Ribera, intentó que se modificara el nombre.
Sin embargo, ninguno de los históricos dirigentes pudo salirse con la suya y, en ambas ocasiones, las asambleas del club rechazaron las propuestas. Es que la identidad ya estaba forjada y nada la iba a alterar.
Y como si el ADN futbolero de Bell Ville necesitara un motivo más para el orgullo, a pocas cuadras del estadio nació uno de los inventos que cambiaron la historia del deporte: la pelota moderna. Fue en esa ciudad donde artesanos visionarios reemplazaron los viejos tientos externos y crearon un balón más redondo, liviano y preciso, que luego conquistó las canchas del mundo. Así, mientras River de Bell Ville desafía la lógica vistiendo los colores del rival eterno, la cuna del fútbol argentino late a su alrededor, recordándole a todos que este barrio humilde dejó una huella gigante en el deporte más popular del planeta.