Aunque no podemos controlar todas las circunstancias de la vida, sí podemos controlar cómo respondemos a ellas. Por eso, la felicidad también puede ser una elección consciente.
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SUSCRIBITECarolina Salas Villegas, contadora pública, coach y con un posgrado en conducción empresarial, aseguró que estar atentos a la calidad de nuestras conversaciones, tanto públicas como privadas, así como autoconocerse, son aspectos fundamentales para convertir círculos viciosos en virtuosos.
Aunque no podemos controlar todas las circunstancias de la vida, sí podemos controlar cómo respondemos a ellas. Por eso, la felicidad también puede ser una elección consciente.
Con esas palabras y la convicción de que el autoconocimiento y el estar atentos a nuestras conversaciones públicas y privadas resultan factores imprescindibles para convertir círculos viciosos en virtuosos, Carolina Salas Villegas, contadora pública con un posgrado en conducción empresarial, máster coach profesional y cofundadora del programa liderazgo transformacional 3M, que se dedica a asistir a personas y organizaciones a lograr sus objetivos y desarrollar sus propios rendimientos, se refirió al mundo vertiginoso que transita el ser humano y cómo revertirlo sin morir en el intento.
“La propuesta es elegir ser protagonistas de nuestras vidas y no víctimas de los factores externos. Asumir la responsabilidad de que siempre estamos eligiendo, ya que no elegir es, inclusive, una elección inclusive. Empezar a desarrollar el hábito de tomarnos un café con nosotros mismos para identificar cuál es el sentido o propósito de nuestra vida, teniendo claro que es una bendición y que también es una responsabilidad cumplirlo y que no podemos dejar al mundo sin ese aporte”, reflexionó, en diálogo con Tiempo de San Juan.
-¿Qué sucedió en los últimos años para que el mundo parezca más vertiginoso?
-Uno de los aspectos que genera esta sensación es el avance de la tecnología. Pero, como todo lo que sucede en nuestras vidas, podemos ver ese avance como algo positivo o negativo. La tecnología es una herramienta, al igual que un cuchillo. En la mayoría de los hogares hay cuchillos, y considero que es muy útil. Sin embargo ¿Dejaríamos que un bebé jugara con un cuchillo? La respuesta es no, porque no sabe darle un buen uso ni conoce los daños que puede ocasionarle. Lo mismo sucede con la tecnología: si nosotros nos educamos para usarla de manera efectiva nos puede brindar un montón de posibilidades y, al asesorarnos sobre los efectos negativos que puede tener, nos ayuda a cuidarnos.
-A propósito de la tecnología ¿Los cambios paralizan?
-Sí, claro. Muchas veces nos vemos apabullados por esos cambios y desde el miedo nos paralizamos. Entonces, consciente o inconscientemente, nos resulta más funcional culpar a factores externos. Esto genera insatisfacción.
-¿De qué modo solemos traducir la insatisfacción?
-De distintas maneras, puede ser volviéndonos expertos en quejarnos. La queja es un paliativo que nos brinda tranquilidad porque “no es mi culpa”, pero, en nuestro interior, seguimos en ese círculo vicioso porque no nos sentimos bien y no estamos haciendo nada para cambiar ese estado. Y en nuestro entorno es un “virus” que propaga pesimismo y desánimo.
-¿Cómo revertir esto en los ámbitos familiares y laborales?
-Se puede revertir ese círculo vicioso y generar un círculos virtuoso. Una de las acciones que nos ayudará a lograrlo es estar atentos a la calidad de nuestras conversaciones, tanto públicas como privadas. Con nuestras conversaciones públicas podemos construir puentes o muros, podemos ayudar a alguien a que tenga un buen día o a motivarlo, o desanimarlo con un comentario innecesario. También es importante tomar conciencia de cómo nos hablamos a nosotros mismos, ya que podemos ser nuestros mejores amigos o nuestros peores enemigos. Para ello es importante autoconocernos, desarrollar el hábito de tomar un café con nosotros mismos e identificar cómo nos estamos sintiendo. Y, desde ese registro, identificar sobre cuáles son las situaciones o actividades que nos nutren y que nos conectan con nuestra verdadera esencia; aquellas tareas que podemos desarrollar y dejar huellas. No eligiendo desde los mandatos externos, desde el “tenés que…”, sino desde lo que nos dicta nuestro corazón.
-¿Todas las etapas de la vida tienen sus desafíos?
-Exacto. Voy a hablar de la etapa que yo estoy transitando. He cumplido 35 años hace 15 años (!?). Y creo que la mayoría de las personas de mi edad nos encontramos en una situación en la que ya hemos tomado grandes decisiones, hemos asumido responsabilidades importantes y cumplido determinados mandatos sociales y familiares. Por ejemplo, cuál iba a ser nuestro trabajo, cómo íbamos a constituir nuestra vida familiar o dónde íbamos a vivir. Y también nos generamos expectativas sobre cada una de estas decisiones (y muchas de ellas no se cumplieron…). De repente, nos encontramos en un punto en donde hay cosas que seguimos haciendo por inercia, que están automatizadas y ni siquiera sabemos si nos generan felicidad porque, como suele decirse, es lo que hay.
-¿Y entonces
-También podemos verlo como un punto genial en donde tenemos la posibilidad de viajar hacia nuestro interior y ver cuáles son nuestras necesidades hoy, qué nos hace felices hoy; cuáles son los temas que tenemos pendientes y que hoy podemos encarar. Podemos dejar las expectativas de lado, y empezar a vivir expectantes, ¡agradeciendo y apreciando lo que la vida tiene para ofrecernos! Y es que ya tenemos un camino transitado y experiencias vividas, tenemos energía y la posibilidad de elegir. Entonces es importante promover espacios de reflexión para recalcular y decidir cuál es el rumbo que queremos tomar.
-¿Qué pasa cuando uno desea reinventarse?
-Cuando me consultan acerca de situaciones laborales que les gustaría reinventar, mi sugerencia es no salir a patear el tablero, es decir, evitar tomar decisiones drásticas y en su lugar, ir dando pequeños grandes pasos en pos de lograr ese objetivo sin prisa pero sin pausa. Creo firmemente en capacitarse, en pulir nuestros talentos. Y, al conectar con nuestras habilidades y potenciarlas, comienzan a surgir oportunidades y el entusiasmo en nuestras vidas. Puedo asegurar que es así. Y, como siempre digo, no hay que ser bueno para empezar, pero hay que empezar para ser bueno.
-¿Es el tema económico un disparador para sentirse angustiado?
-Si no tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas, sí. Sin embargo, hay un punto en el cual nos confundimos porque no tenemos claras cuáles son las necesidades básicas. Una vez que tenemos esas necesidades básicas cubiertas y nos seguimos angustiando, ahí estamos confundidos. Muchas veces trabajamos más, pero por necesidades que son superfluas y a un costo de perder nuestra salud, tiempo y energía. Y de repente, estamos tan cansados y preocupados que no disfrutamos del presente, de lo simple y cotidiano, como puede ser una charla profunda, un paseo por la naturaleza o escuchar una linda canción. Entonces es importante tener esa coherencia emocional y poder identificar que, en algunos casos, lo que nosotros estamos anhelando es algo impuesto de manera más externa que realmente impuesto de manera interna.
-¿Cómo podemos actuar frente a una situación difícil que parece agobiarnos y a la vez observamos que a muchos les sucede lo mismo?
-Es importante tomar conciencia de que vivimos insertos en sistemas. La sociedad es un sistema, nuestra provincia es un sistema, la organización en la cual desempeño mis tareas es un sistema, mi familia es un sistema. Ahora es necesario distinguir que estamos condicionados por lo que el sistema establece, pero no estamos determinados.
-¿Qué importancia tiene el autoconocimiento en este contexto?
-Fundamental. Creo que se requiere mucha valentía para mirar hacia nuestro interior, donde están nuestras luces y nuestras sombras. Hay una inmensidad que nos puede llevar toda la vida descubrirla. Puede llegar a darnos vértigo mirar hacia nuestro interior y descubrir cuánta responsabilidad tenemos sobre mucho de lo que nos quejamos, pero es ahí donde reside nuestro verdadero poder.
Tras haber estudiado Contador Público Nacional en la Universidad Católica de Cuyo (UCC) de San Juan, más tarde se radicó en Mar del Plata, donde certificó como coach. Desde hace seis años vive en Mendoza.
“Disfruté mucho el ejercicio de mi profesión. Me gustaba la parte de reingeniería de procesos, es decir, ver cómo se lograban las mejoras en los cambios de las organizaciones, convencida siempre de que se puede trabajar mejor”, repasó Carolina.
“En un momento sentí que las organizaciones tenían una pata floja, que era el capital humano. Estaban muy enfocadas en la satisfacción del cliente externo pero, si el cliente interno, es decir, el miembro del equipo, no estaba satisfecho, no había posibilidad de que generara lo que él mismo no sentía. Con esa inquietud empecé a buscar herramientas y llegué al coaching ontológico”, recordó.
Cuando inició su formación hace 12 años no era algo conocido e, incluso, en muchos ámbitos era descalificado, como sucede con todas las disciplinas emergentes.
“Existieron muchas conversaciones externas, y alguna que otra interna que me disuadían de ese camino. Pero yo me mantuve fiel a lo que mi intuición me dictaba, y persistí en ese camino. Hoy el coaching es muy reconocido en la parte organizacional, donde me siento más cómoda y puedo desarrollar mi profesión con sentido y pasión”, aseveró.
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