Desde el suelo, las 16 estructuras circulares se ven gigantes. Y es que su altura equivale a la de un edificio de cuatro pisos. Estos cilindros, que antiguamente fueron depósitos de vino de una bodega sanjuanina, quedaron en medio de un loteo entregado a vecinos de Pocito hace 24 años. Desde entonces, representan una molestia. Pero eso comenzó a cambiar esta semana, cuando el Gobierno provincial inició las tareas para demolerlos. Un trabajo que no es sencillo, debido al tamaño de los silos, su cercanía a las viviendas y el hecho de que están construidos íntegramente en hormigón y hierro. Es más, tras la caída de esas moles se presenta un nuevo desafío: hacer desaparecer las piletas que se encuentran en medio de ellas.
Estos cilindros de 12 metros de alto y otro tanto de diámetro, que alguna vez formaron parte de la antigua bodega estatal y están ubicados sobre Calle 13, entre Aberastain y Mendoza, quedaron enclavados en el corazón del barrio. En concreto, afectan directamente 24 de los terrenos que fueron asignados por la Legislatura Provincial para uso residencial. Durante más de dos décadas fueron una molestia latente y un recordatorio del abandono.
Sobre la tarea que, por sus características exige precisión quirúrgica, Nicolás Álvarez, director de Mantenimiento y Obras Menores del Ministerio de Infraestructura, explicó que, “no se trata de una demolición tradicional. Los silos están construidos en hormigón y hierro, con diseño sismorresistente, y preparados para contener grandes volúmenes de líquido. Están muy bien armados”.
El procedimiento es minucioso y está pensado para evitar cualquier tipo de accidente, ya que las estructuras están ubicadas a pocos metros de viviendas habitadas. Por eso, se ha optado por una demolición progresiva, de afuera hacia adentro. En el operativo se utilizan retroexcavadoras con brazo largo para retirar grandes bloques desde la parte superior, que luego son reducidos en el suelo mediante rotopercutores hidráulicos. También se realiza el corte manual de los hierros estructurales.
“La demolición es un trabajo de hormiga”, resumió Álvarez. “Además de la complejidad técnica, tenemos que controlar los efectos colaterales: el polvillo, las vibraciones, el rebote de fragmentos. Todo eso requiere planificación y una ejecución muy cuidadosa”.
Embed - Retroexcavadores y rotopercutores, la titánica tarea para derrumbar una bodega
Actualmente, ocho operarios trabajan de forma permanente en la conducción de la maquinaria pesada, mientras que otros equipos se suman de manera intermitente para tareas de riego, traslado de escombros y apoyo logístico. Las máquinas fueron contratadas para la obra, y por el momento no se conoce el monto total de inversión, ya que la segunda etapa del proyecto aún está en evaluación. Y es que una vez que caigan los 16 silos y se realice la limpieza necesaria, vendrá un nuevo reto.
Tras los cilindros, las piletas
Las autoridades creen que la etapa de demolición de los silos llevará aproximadamente un mes. Sin embargo, después de eso llegará la segunda parte: eliminar las piletas subterráneas cubiertas de losas ubicadas en el centro de las estructuras.
Según detalló el funcionario, por este motivo, “la obra se va a prolongar y no tenemos un tiempo estimado todavía para esta etapa. Es que, primero vamos a demoler las losas y una vez que analicemos qué hay bajo ellas, cuáles las dimensiones de las piletas y sus profundidades, proyectaremos el mejor modo de rellenar los huecos que queden”.
En ese contexto, Álvarez detalló que, “la intención es buscar la mejor solución posible teniendo en cuenta que el lugar después va a estar destinado a construcciones o fondos de viviendas, porque forman parte de los lotes entregados, entonces tenemos que decidir la mejor forma de hacer los rellenos para garantizar la estabilidad del terreno”.