Pasando la villa cabecera de Angaco, se levanta un gigante que rompe la calma del paisaje. Los casi 30 metros de altura de hierro intimidan al primer vistazo y despiertan preguntas inevitables: ¿qué es, por qué está allí y qué historia guarda entre sus entrañas metálicas? Por este motivo, el drone de Tiempo recorrió el lugar.
La estructura es conocida como La Tolva, y aunque nació con un destino industrial, terminó convertida en un monumento involuntario al paso del tiempo. Se alza a un costado de calle El Bosque, recordando un proyecto ambicioso que nunca llegó a concretarse.
Embed - Lugares abandonados: la mole de hierro transformada en una gran atracción de Angaco
Corrían los primeros años de la década del ’70 cuando la empresa Refractarios Argentinos SAICM (RASA), subsidiaria de la brasileña Magnesita S.A., construyó allí un horno para moler y fundir la dolomita extraída del cerro Pie de Palo, según informó el portal Destino San Juan. La idea era transformar a Angaco en un punto clave de la industria minera provincial. Pero las cuentas no cerraron. La crisis económica de aquellos años golpeó el proyecto y lo dejó trunco, antes de que la gigantesca estructura pudiera producir siquiera un puñado de material.
Desde entonces, La Tolva quedó detenida en el tiempo. Su armazón, firme pero corroído, se convirtió en parte del paisaje angaquero. Entre sus pisos, aún accesibles aunque peligrosos por la falta de barandas y los huecos que se abren en el suelo, se pueden observar vistas únicas del departamento. A su lado, dos enormes toneles completan la postal de un sitio que, pese a su abandono, no perdió magnetismo.
Hoy, lo que alguna vez fue símbolo de progreso inconcluso es también un atractivo inesperado. Jóvenes de la zona lo adoptaron como punto de encuentro y no son pocos los que se animan a escalar su interior para mirar desde lo alto. La Tolva se volvió así un gigante dormido, capaz de unir la historia frustrada de la minería con la vitalidad de nuevas generaciones que lo resignificaron a su manera.
Entre el óxido y el silencio, este coloso de hierro sigue en pie. No produce minerales, pero sí despierta curiosidad, recuerdos y hasta cierta admiración. En Angaco, La Tolva es más que una ruina: es un pedazo de historia suspendido en el tiempo, transformado en atractivo inesperado de un suelo que siempre supo guardar secretos.
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