En la esquina de España y San Luis, donde alguna vez el movimiento de autos marcaba el pulso de una de las estaciones de servicio más modernas de la Capital, hoy reina el silencio. El drone de Tiempo de San Juan sobrevoló el predio y mostró lo que queda de Rhasa. Carteles despintados y un letrero en la vereda que aún conserva, como congelados en el tiempo, los precios de los combustibles. Entre escombros y maleza, el paisaje habla de abandono, pero también de una historia cargada de controversias.
La trama detrás de este rincón comienza mucho más allá del deterioro visible. Se trata de un terreno codiciado, envuelto en un conflicto judicial que arrastra nombres resonantes y expedientes que viajaron de San Juan a Buenos Aires. El predio fue escenario de una disputa que involucró al llamado “grupo de los cinco”: el escribano Ricardo Roberto Luluaga, el empresario de la construcción César Raúl Borrego, el oftalmólogo Reinaldo Echavarría, el médico Osvaldo Hidalgo y Miguel Ángel Aguilera. Ellos aseguran haber pagado varios millones de pesos por la propiedad, una operación que luego quedó en entredicho.
Embed - Lugares abandonados: la estación de servicio top de Capital como epicentro de una impactante disputa
Según su versión, habrían sido estafados por la firma Apremer SA, supuesta dueña del terreno, que negó haber concretado la venta y denunció que la documentación utilizada era falsa. Aquella transacción dio origen a una causa que comenzó en el fuero provincial y terminó en el Juzgado Federal N° 1 de San Isidro, a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado, reconocida en el país por su vínculo con el fallecido fiscal Alberto Nisman. En el expediente aparecen como acusados Walter Javier Morelli -también mencionado como Eber Moreno-, señalado como intermediario, y el abogado Pedro Carmelo Zinno, presunto apoderado de la venta.
Mientras el expediente judicial sigue sin resolución definitiva, el predio quedó atrapado en una parálisis que favoreció el saqueo y el deterioro. Desde la calle se distinguen los surtidores oxidados, el antiguo lubricentro y lo que fue el pequeño snack-bar, hoy convertido en un espacio vacío. Las paredes blancas están cubiertas de grafitis y en el suelo se acumulan restos de escombros que recuerdan el paso de los años sin uso ni mantenimiento.
02ac2531-8068-49e1-8524-4def62c14a86
La postal de abandono contrasta con el valor estratégico de esa esquina, una de las más transitadas de la Capital. Lo que alguna vez fue símbolo de modernidad y servicio, se transformó en escenario de un litigio que no deja de sumar capítulos y que mantiene bloqueado el futuro de esas instalaciones.
En silencio, la vieja estación de servicio Rhasa permanece allí, como una pieza suspendida entre la memoria urbana y los laberintos de la justicia. Entre sus muros descascarados y el eco lejano de motores que ya no cargan combustible, sobrevive la huella de un proyecto que quiso ser emblema y terminó siendo testigo inmóvil de un conflicto que todavía espera su desenlace.