En una de las habitaciones del Sanatorio Argentino, un lugar donde tantas sanjuaninas escriben la primera página de la maternidad, la escena se da vuelta. Allí donde tantas veces acompañó partos, sostuvo manos y dio calma en medio de contracciones y miedos, esta vez Cecilia Olivares está del otro lado. La médica obstetra, que cosechó miles de seguidoras compartiendo consejos y experiencias y se transformó, sin imaginarlo, en una influencer de la salud, vive su propio embarazo y se prepara para la llegada de Bruno, su primer hijo, junto a su esposo Román Barrios.
“Ha sido un embarazo muy lindo, lo he vivido muy bien”, cuenta la protagonista con una sonrisa, aunque reconoce que no fue fácil abandonar las guardias y su ritmo laboral. “Trabajé hasta el último mes. Me costó, porque son guardias de 24 horas. Cuando paré, me di cuenta de cosas de mi casa que ni sabía que existían. Estaba muy metida en el trabajo y no veía lo lindo de otras cosas que también se pueden disfrutar”, añade.
ES VARÓN Lo sabemos desde la semana 5 cuando aún no había embrión, fue pura intuición.El sexo
Este nuevo rol, el de mamá primeriza, la llevó incluso a abrazar costumbres que antes descartaba, como el baby shower. “Dije: lo voy a tomar como una mujer normal, como una paciente, y lo disfruté un montón. Ya estoy entregada a vivirlo de esa manera”. Y esa entrega tiene un sostén fundamental. Además de su pareja y los suyos, está también la confianza y el acompañamiento de quienes estarán a su lado en el momento más esperado. Cecilia eligió que sus médicos fueran, además, sus amigos: Nicolás Romero y Laura Iborra, con quienes compartió residencia, noches eternas de estudio y guardias interminables.
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El relato de Nicolás confirma que la elección no fue casual, pero tampoco negociable: “Primero nos dijo: ‘quiero que sean mis obstetras’. Y después, más directo todavía: ‘ustedes me van a hacer la cesárea, ¿no?’. Nunca fue una pregunta. Y, obviamente, le dijimos que sí”. Entre risas reconoce que su rol en el embarazo fue más de amigo que de médico. “No la vimos tanto en el consultorio. Igual siempre le recordábamos: ‘¿Te pediste tal estudio?’. Aunque si tengo que ser sincero, es una muy mala paciente”.
Laura asiente y suma otra broma: “No nos vio en los controles. Eso sí, ya lo conoce entero a Brunito. Le hicieron todas las ecografías posibles: 5D, 4D, XG… todas. Ya sabemos hasta el mínimo detalle”. Entre recuerdos cuentan también que la libreta de embarazo quedó vacía hasta que un día decidieron completarla de golpe. “Ese día vino, hicimos todo: análisis, hisopado, estudios. Salió con la libreta impecable”, se ríe Nicolás.
El humor se mezcla con la ternura y la complicidad. En los pasillos del sanatorio, la expectativa es evidente. “Todos quieren verlo primero. Hay intriga: si va a ser colorado, si no… todos están pendientes”, reconoce Laura. Cecilia escucha esas chicanas con calma, casi divertida, y vuelve a su tono sereno. “No estoy ansiosa, estoy tranquila. Sé que las últimas semanas son muy importantes. Un día más en la panza es un día menos en la Neo. Lo importante es que esté bien”.
Esa serenidad no es casual. Su formación médica le dio herramientas para no alarmarse ante situaciones que suelen preocupar a muchas embarazadas. Cuando Brunito pasaba ratos sin moverse, ella no se desesperaba. Sabía que había momentos en los que el bebé simplemente dormía y no sentía la necesidad de salir corriendo a la guardia. En casa tenía un detector de latidos que usaba de vez en cuando para su tranquilidad, aunque nunca abusó de él. “Al moverse el bebé no necesitás todo el tiempo escucharlo... lo sentís”, explica.
Reconociendo los límites de su especialidad, se mantuvo en contacto con otros profesionales para aspectos específicos. Con naturalidad, cuenta que le diagnosticaron trombofilia y que por ello estuvo en seguimiento con una hematóloga, aunque aclara que, fuera de eso, su embarazo fue de bajo riesgo y lo transitó con total normalidad.
31 de Agosto- “Hoy, en el Día de la Embarazada y de la Obstetricia, lo vivo de una manera muy es
La médica que tantas veces acompañó partos ahora habla como madre primeriza, pero sin perder la mirada clínica que la caracteriza. Afirma que confía ciegamente en sus amigos: “Trabajo con ellos todos los días, sé cómo operan, sé cómo lo hacen. Les delego a mis pacientes a diario. Estoy segura de que todo va a salir bien”. Incluso imagina que ese momento, lejos de ser privado, pueda compartirse con quienes la siguen desde hace años. “Estoy encantada en hacerlo, porque muchas pacientes y seguidoras están esperando ese momento. Pero la decisión final es de los chicos, que van a ser mis médicos. Ellos deciden”.
En la oficina , el momento entre los tres se llena de risas, recuerdos de guardias y complicidades que nacieron en el hospital hace varios años. Y en esa habitación del Sanatorio Argentino, donde tantas historias comienzan, Cecilia deja ver un costado íntimo y humano: ya no es la obstetra que guía a otras, sino la mujer que espera a Brunito, la paciente que se prepara para vivir en carne propia lo que tantas veces relató desde el otro lado de la camilla.
Embed - De partera a paciente: Cecilia Olivares, la médica influencer que ahora vive su propio parto