Aquel sábado 15 de enero, hace 80 años, la violencia de un poderoso sismo derribó el 90% de la construcción de la ciudad de San Juan y departamentos aledaños. No hay crónicas de cuántos kilómetros cuadrados colapsaron, pero los daños materiales fueron enormes. Y junto con miles de viviendas y edificios públicos, también se convirtió en escombros un número no cuantificado de comercios y empresas que eran uno de los pilares de la economía provincial.
Cuando ocurrió el sismo había una gran actividad comercial, con farmacias, despensas, tiendas y zapaterías que con grandes letreros y vidrieras se multiplicaban en el radio céntrico de entonces: el área comercial se extendía en calles Mitre, Rivadavia y Laprida, desde Rawson hasta Rioja; y en las calles Tucumán, General Acha y Mendoza, desde Entre Ríos hasta Santa Fe.
En zonas más alejadas del centro había actividad industrial: establecimientos vitivinícolas, secaderos de frutos y fábricas para elaborar aceite y cerveza se mezclaban con industrias caseras de preparación de frutas secas y vinos.
La mayoría se desplomó. Otros quedaron en pie, pero heridos de muerte y debieron ser demolidos. Y hubo algunos más nuevos que resistieron el terremoto, pero paradójicamente igual fueron destruídos para construir la nueva ciudad. Hay pocos datos de los nombres de los negocios, pero algunas crónicas históricas permitieron rescatar algunos de ellos.
Entre los primeros estaba la reconocida farmacia La Estrella, ubicada en Mendoza y Laprida. Era propiedad de Don Pablo Fagale y un sitio obligado para comprar todo tipo de productos medicinales y de belleza. Fue imposible rescatar nada de su interior, al desplomarse por completo. No hay datos de si a la hora que ocurrió el sismo estaba abierta, o si hubo víctimas, pero las pérdidas materiales fueron totales.
Lo mismo ocurrió con la famosa Cervecería San Juan, propiedad de los yugoeslavos Elio y Bosco Sarich, en la avenida 25 de Mayo y Mendoza. Esta industria con pasado famoso, ya que fue fundada en 1890 por Alfonso y Pablo Storni, padre y tío de la famosa poetisa Alfonsina Storni se desplomó y enterró en escombros miles de litros de una exitosa receta de cebada cervecera sanjuanina. Los Storni se la habían vendido por $3.500 a Don Juan Sarich, uno de los empleados más antiguos, con oficio de cervecero aprendido en su natal Herzegovina. Al pasar los años, el empresario empleó a sus sobrinos Elio y Bosco; quienes con el tiempo siguieron al frente del negocio hasta que se produjo el terremoto. La cervecería San Juan desapareció, junto con la fábrica de Sarich y Compañía; dedicada a la fabricación de licores, vinos y gaseosas marca Bombo a pocas cuadras de allí.
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Planta de embotellamiento y pasteurización de Cervecería San Juan.
En los diarios de la época aparecían los avisos de los negocios que no sucumbieron, pero debieron trasladarse a sitios más seguros o esperar semanas hasta poder reabrir en medio del desastre. Entre ellos está el Almacén Ombú, que ofrecía arados y harinas. O la tradicional Casa Lara, que vendía entonces la moderna la cocina Volcán. Había también comercios que nunca llegaron a abrir, como el local de belleza “Gimba” que tenía todo listo para inaugurar el día lunes 17 de enero, a pocos metros de la plaza, por calle General Acha.
Siguieron en pie
Entre las empresas a las que terremoto no derribó se encuentran la fábrica de galletitas “La Sanjuanina”, de Feliciano Prieto y Juan Antonio Fernández ubicada entonces en la avenida Leandro N. Alem, hoy avenida Libertador; entre Patricias Sanjuaninas y Estados Unidos, en Santa Lucía. Fue fundada en 1925 y funcionó hasta 1955, produciendo los famosos “recortados” - una masa con miel y grageas de colores- y los mantecados, que envolvían en papel de seda. Sus galletas en cajas de latas continuaron enviándose después del terremoto a todos los pueblos de la provincia. Fue vendida en los años 60 a Juan Vila que instaló allí Adrianita.
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Las fotos de la fábrica de galletitas. Funcionó hasta 1955.
También sobrevivió el banco San Juan, que había sido inaugurado en 1943 y luego tuvo destacada actuación para financiar la reconstrucción de la provincia.
Resistieron al sismo, pero no a la reconstrucción
El cine Cervantes, en calle Mendoza, frente a la plaza 25; estrenaba esa noche “Reunión en Francia'' con Joan Crawford y "La suerte llama tres veces'', con Luis Sandrini. Ese edificio considerado una joya arquitectónica de estilo Art Decó donde alguna vez cantó Gardel, sobrevivió al sismo, pero no pudo evitar al nuevo diseño de la ciudad y fue derrumbado para abrir la actual Avenida Ignacio de la Roza.
La Casa España o Club Español estaba ubicado junto a la Catedral, frente a la plaza 25, y también resistió el terremoto del 44. Pero al proyectarse la apertura de la también llamada avenida Central, para conectar el epicentro de la ciudad con el sector oeste del casco urbano, fue demolida, “a pesar de las protestas de la comunidad sanjuanina” cuentas las crónicas periodísticas. Luego volvió a levantarse en la vereda vecina donde está ahora, con formas modernas, pero con el reciclaje de los objetos inmobiliarios pertenecientes al edificio original.
Otro ejemplo es el de la vidriería Vélez y Vigo. El negocio fue la primera vidriería que tuvo la ciudad, y en 1924 se había mudado a un local nuevo y propio ubicado en Mitre y Catamarca. El sismo no lo derrumbó, pero en 1950 Obras Sanitarias de la Nación les expropió el terreno para construir el edificio que hoy ocupa OSSE. El negocio sigue funcionando en avenida libertador San Martín, bajo el nombre de Casa Vigo.
Los pedidos del comercio
La catástrofe fue tan grande que el Centro Comercial e Industrial de San Juan pidió a la intervención provincial una moratoria general para que les aplazaran el cobro de las deudas contraídas antes del terremoto, hasta el 30 de junio de 1946, como forma de facilitar la reactivación. La entidad solicitó que todos los empresarios pudieran empezar a pagar todo tipo de deudas a partir de esa fecha, con amortizaciones semestrales del 10% y con interés del 4% anual. El respiro solicitado fue considerado vital en un escenario donde el 90% de los locales sufrieron derrumbes y daños y evitar que la mayoría del comercio sanjuanino fuese a la quiebra.
El Centro Comercial también se metió en la polémica de donde reconstruir la ciudad, y apoyó a pleno hacerla en el mismo lugar. El argumento fue que sería más rápido la reedificación aprovechando el pavimento, los servicios de agua corriente, cloacas y teléfonos. La entidad no dudo de cuestionar a los arquitectos de Buenos Aires que pugnaban por el traslado de la capital sanjuanina, “en base a conocimientos adquiridos en la universidad que no han salido del terreno cambiante y móvil de todas las teorías. A los sanjuaninos que son los que van a habitar la ciudad y a la postre los que tienen que pagarla nadie les ha preguntado dónde prefieren que se reconstruya”, dijeron en una solicitada.
Fuentes: Columnas del historiador Edmundo Delgado publicadas en Diario de Cuyo, El San Juan que usted no conoció, Juan Carlos Bataller. El Siglo XX en San Juan, J.C. Bataller y Edgardo Mendoza.