San Juan fue suyo. Su voz, su carisma, su pinta y su fabulosa sonrisa eclipsaron la atención de los ciudadanos, que esperaban ver, al menos un rato, al máximo referente de la música argentina. Carlos Gardel y su banda llegaron a este territorio cuyano en julio de 1933. El debate perdura hasta la actualidad, porque algunos aseguran que se quedó cuatro días y otros cinco. Pero hay algo innegable: su visita revolucionaria dejó anécdotas para la eternidad. Cantó en el histórico Cine Teatro Cervantes y hasta en una banqueta del centro, saludó desde el gobernador Federico Cantoni hasta los chiquilines que pasaban por la plaza 25 de Mayo, compartió almuerzos y cenas y hasta fue víctima del insólito robo de su corbata roja, entre otras cosas.
El gran evento ocurrió el 3 de julio. La noticia nacional de ese día fue la muerte del expresidente Hipólito Yrigoyen. Arribó desde Mendoza en el tren “El Cuyano”, junto con los músicos Guillermo Barbieri, Ángel Domingo Riverol, José María Aguilar y Horacio Pettorosi. El Cervantes, ubicado por avenida Ignacio de la Roza frente a la plaza 25 de Mayo, era el lugar que recibió al “Zorzal” y compañía.
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Gardel, en el centro de la imagen en el hall del Cine Teatro Cervantes. Foto gentileza: Fundación Bataller.
El edificio se vino abajo con su aparición en el escenario. Llegó con un traje oscuro y pañuelo blanco al cuello, según el poeta y escritor Juan Conte Grand en una nota expuesta por Diario de Cuyo. “El día que me quieras”, “Cuesta abajo” y “Melodía de arrabal”, fueron algunos tangos que entonó.
Su estadía en el City Hotel, ubicado por calle Rivadavia a metros de la Catedral, también fue una sensación y selló un patrimonio para la historia sanjuanina. Gardel se hospedó en la habitación 18, dormitorio que actualmente se encuentra vigente, en base a las imágenes compartidas por el historiador Gabriel Eduardo Brizuela. Ese mismo edificio fue el que albergó al primer ascensor de la provincia.
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A la izquierda, una foto de la fachada del City Hotel. A la derecha, el lugar donde se hospedó Gardel, en una postal de los últimos años. Fotos gentileza: Gabriel Eduardo Brizuela.
Los días del “Zorzal” continuaron en San Juan. Según el historiador Rubén Darío Guzmán, el tanguero tenía pensado quedarse dos días, pero amplió su agenda. Hubo una larga serie de visitas. Fue a la Casa de Gobierno para visitar al gobernador Federico Cantoni, se cansó de comer asado gracias a su recorrido por restaurantes, como el caso de “La Morisca” y las casas particulares de sanjuaninos de influencia y residentes en el centro.
Pero también se destacó su humildad. No únicamente cantó en el Cine Teatro Cervantes, y por qué no en alguna juntada donde asistió. Además, encantó a los sanjuaninos que pasaban por inmediaciones de ese rincón del microcentro, entre el teatro, la Catedral y la plaza 25, para estar con su público y cantar alguno de sus éxitos, dijo Guzmán.
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Por supuesto, una montonera de gente se acercó para estar un ratito con su ídolo. Tener su autógrafo y algún abrazo guardado para toda la vida. Pero hubo alguien que se quedó con algo más de Gardel. En un descuido y aprovechando la marea humana que estaba junto con el cantante, estiró su mano y le quitó la corbata roja a “Carlitos”, contó Guzmán. Fue un movimiento inmediato, tan rápido que nadie supo quién fue el vivo.