El mágico vínculo entre una abuela y sus nietos, llevó a que, ni bien pasó el aislamiento por la pandemia, allá durante los primeros meses de 2021, el Ratón Pérez se instalara en una vereda de la Capital de San Juan. Poco después, niños de distintas zonas comenzaron a llegar al lugar para dejar al roedor sus cartitas de agradecimiento por las monedas (o billetes) recibidos a cambio de sus dientes y a mediados de ese año, la dirección del pequeño animalito ya era pública. Desde ese momento hasta ahora, la casita se mantiene en el lugar, resistiendo los actos de vandalismo, las inclemencias del tiempo e, inclusive, las amenazas que reciben en el lugar por su presencia.
“La casita sigue aquí y ya es de todos. Los chicos vienen, dejan sus cartas y van agregando pequeños juguetes y adornos al espacio. Incluso, desde algunas escuelas traen a los alumnos de Primer Grado para visitar el lugar”, cuenta Laura Giménez de Martinazzo, dueña de la vivienda ubicada sobre calle Perito Moreno 41 Norte en cuya puerta está la vivienda en miniatura.
Al mismo tiempo, la abuela que atrajo al roedor junto a sus nietitos, relata que el Ratón Pérez sigue leyendo cada cartita y enviando a través de WhatsApp, la versión digital de un cuento escrito por él, a cada niño que deja su mensaje.
Sin embargo, no todo es ilusión y buenas vibras en el lugar. Es que más allá de los embates del clima, principalmente de los vientos que dejan su huella generando daños en la mini casita, el espacio es víctima del vandalismo.
Muchas veces, algunas personas, principalmente jóvenes, pegan alguna que otra patada a los adornos, o sacan los carteles y piedritas que forman parte de la escena. Sin embargo, lo más preocupante han sido las amenazas, que han llegado por carta o, incluso, cara a cara, por la presencia del domicilio del Ratón en el lugar.
“Nos ha pasado que le dejan cartas insultando, con unas palabrotas tremendas. Nos culpan de intentar generar ilusiones infundadas en los chicos. Incluso una vez, hubo un señor que me golpeó la puerta y me acusó. Me dio que me iba a denunciar y me iba a destruir todo. Pero yo no estoy obligando a nadie a traer a sus hijos para que vean esto. Inicialmente pensé en mis nietos y la idea se terminó extendiendo. Y para mí, sigue pareciendo algo bonito para los chicos, después cada familia ve cómo maneja estas cosas”, sostiene Laura.
Para finalizar, cuenta que, “como recibo críticas, recibo elogios. Yo me sigo centrando en las cartas hermosas que llegan, los chicos que vienen y tratan de ver al Ratón, en escuchar sus comentarios desde la ventana”. Y, después de asegurar que seguirá limpiando y cuidando la casa de Pérez, cuenta que el Ratón pide el favor a los niños de no dejar comida ni dinero en su guarida. “Él tiene dinero suficiente para vivir. Con que le traigan sus cartitas, es feliz”, dice Laura con una sonrisa.