La idea de su creación nació de tres apasionados por la astronomía, Carlos U. Cesco, Juan J. Nissen y Bernard Dawson, de reconocida trayectoria en los otros dos observatorios argentinos y exalumnos del sanjuanino Félix Aguilar, quien daba clases en La Plata.
Ellos, habían llegado a San Juan para dar clases en la Facultad de Ingeniería y fue allí que hallaron, casi ocultas en un depósito, una serie de cajas que en su interior contenían valioso instrumental para investigar el cielo. Pero, ¿de dónde había salido?
Todo se remontaba a la década de 1930 y a la vecina provincia de Mendoza. Allí vivía Juan Carullo, quien nació a mediados del siglo XIX en Italia, estudió en Europa y llegó a Argentina para dedicarse a los negocios bancarios. Sin embargo, su verdadero interés estaba en el estudio de las estrellas.
Loco por realizar observaciones y con el dinero necesario para dedicarse a la actividad, el hombre comenzó a adquirir instrumentos para desarrollar la astronomía e incluso construyó una cúpula en su casa. Entre aquellos instrumentos estaba el telescopio ecuatorial Steinheil, de origen alemán, exquisitamente preciso y completamente manual.
Aquel hombre pasó largas noches observando el cielo y realizando mediciones con aquel aparato. Sin embargo, en el final de su vida, sufrió un traspié económico y gran parte de sus pertenencias fueron embargadas y quedaron en manos del Banco de la Nación de Mendoza. Fue hasta allí que llegaron en 1942, miembros de la Facultad de Ingeniaría de la UNSJ para comprar los instrumentos, que quedaron guardados para ser utilizados en un futuro.
El telescopio que pasó años en una caja y fue semilla del primer observatorio de San Juan
En esas condiciones los hallaron, Cesco, Nissen y Dawson, quienes notaron su potencial y decidieron hablar con las autoridades. Era el momento justo, había pasado el terremoto de 1944 y San Juan pasaba por el proceso de reconstrucción. Los hombres de ciencia se acercaron al Consejo creado en ese momento y les dieron la idea. Ellos tenían los fondos necesarios y, en medio de la desgracia, buscaban que la provincia fuera impulsada hacia el crecimiento y el progreso. Decidieron entonces aceptar la propuesta y pusieron a disposición los fondos necesarios.
Al mismo tiempo, el Gobierno donó un terreno fiscal de 5 hectáreas que tenía en Chimbas para la construcción del lugar. El equipo puso manos a la obra y en aquel suelo pedregoso creó el primer edificio, que originalmente tenía la forma de una nave, pero que con el tiempo fue mutando a medida que se hicieron ampliaciones.
Arriba crearon la cúpula a la que se accede hasta hoy por una escalera caracol y allí instalaron el telescopio insignia del lugar. Hoy, a 70 años de aquel inicio, Luis Marmolejo, encargado de realizar el recorrido a los visitantes que llegan al lugar, cuenta que, “este telescopio sigue siendo usado para observaciones y es el que le mostramos a la gente. Es un instrumento antiguo, pero yo siempre pienso que tiene un plus poder hacer las observaciones con el mismo telescopio que las realizaban los fundadores”.
Los avances del observatorio
Los creadores del OAFA decidieron inaugurarlo el 28 de septiembre de 1953, justo 10 años después del fallecimiento de su mentor sanjuanino Felix Aguilar, con el fin de homenajearlo. Desde ese momento, en el observatorio se comenzó a trabajar profesionalmente, sobre todo en la rama de la astrometría o astronomía de posición, que es la que mide la posición de las estrellas.
Fue más tarde, gracias a los contactos que Cesco tenía con astrónomos de Estados Unidos, que surgió la posibilidad de instalar una estación que permitiera hacer un relevamiento del cielo del Hemisferio Sur, una zona que hasta ese momento había sido muy poco explorada. Fue un convenio internacional, el primero realizado por la UNSJ, con las universidades Yale y Columbia, el que permite la construcción de la actual Estación Astronómica Carlos Ulrico Cesco, creada en el calingastino Parque Nacional El Leoncito.
En paralelo, en el observatorio ubicado en Chimbas se seguía avanzando con la astrometría, con la incorporación de nueva aparatología. “De a poco, con la incorporación de nuevos instrumentos, el desarrollo de nuevos convenios y la ampliación en torno a la investigación, el observatorio adquiere un nivel muy importante tanto a nivel nacional como internacional”, relata el actual director del lugar, Carlos Francile.
Ya en los ’90, el lugar vive un nuevo hito. Se consigue instrumental más moderno en colaboración con la Academia de Ciencias de China. En ese momento se instala en la sede Chimbas un astrolabio automático, para un trabajo entre ambos países. En tanto que, en el Cesco se incorpora un círculo meridiano automático y en una colaboración de con expertos de Alemania se inicia una serie de observaciones solares.
En tanto que, en los 2000, una de las incorporaciones más importantes de un telescopio láser satelital, que permite realizar astrometría en torno a los satélites que orbitan alrededor de las Tierra, una rama vinculada a la geodesia espacial.
Ahora, el OAFA celebra su aniversario número 70 con un nuevo logro, la llegada e inicio de la instalación del Radiotelescopio Chino Argentino (CART), que permitirá realizar radio astronomía para ampliar la capacidad de conocer y estudiar el universo. Además, permitirá saber más sobre el planeta Tierra, ya que realizará estudios geodésicos. De ese modo, posicionará a San Juan y a la Argentina en un lugar de importancia a nivel mundial dentro de los mejores centros científicos.
Actividades
En el marco de los festejos por su 70 aniversario, el Observatorio realizará una jornada de puertas abiertas, este sábado 30 de septiembre, de 20 a 23.
En total serán tres turnos de visitas. Cada uno durará poco más de una hora e incluirá un recorrido por el edificio histórico del observatorio, visitando la biblioteca cuyo patrimonio supera los 15.000 ejemplares en hemeroteca y las 1.650 monografías impresas. Y continuará por el Museo Astronómico Reinaldo Carestia donde se exponen más de 70 elementos como telescopios, relojes, instrumentos de cálculo e instrumentos meteorológicos.
Cada recorrido finalizará con una observación nocturna del cielo sanjuanino, en la sala de observaciones, a través del mítico telescopio que fue la semilla que dio nacimiento al lugar.