Nahuel Quiroga tiene 21 años y el pasado domingo 15 de mayo iba a trabajar en el micro 404, era su segundo día de como mozo en el café de un club. El chofer que guiaba la unidad se descompensó en pleno viaje por calle Mendoza, de norte a Sur, casi llegando a Maipú, cuando Nahuel se estaba por bajar.
El pasajero, a pesar del terrible momento, reaccionó y tomó el volante al ver al chofer desmayado. El micro, finalmente terminó subiéndose a la vereda e impactando contra un negocio, sin víctimas fatales. Este héroe anónimo decidió hablar por primera vez y contó cómo se vivieron esos segundos de terror arriba del colectivo.
"Me estaba yendo a trabajar y entraba a las 11 esto fue como a las 10, yo me estaba por bajar. No le veía bien la cara al chofer porque traía los lentes y ya estaba en la escalera, me faltaban dos semáforos para bajar. Yo siempre saludo a todos los colectiveros", relató Nahuel.
El joven vive en el barrio Conjunto 10, en Chimbas, y trabaja en el Club Amancay, en Santa Lucía. En el café de ese club Nahuel hace changas de mozo cuando lo llaman. Ese era su segundo día y no llegó a trabajar por el accidente del micro.
"Justo antes de bajarme una señora le preguntó hasta dónde iba por Libertador, el colectivero le respondió y se desmayó, no sé qué le pasó", contó el chimbero.
"Muchacho, muchacho, se desmayó", fue lo que alcanzó a escuchar Nahuel y lo primero que atinó a hacer es agarrar el volante. "No llegué a agarrar la llave", reconoció.
Esa maniobra, ese volantazo que logró pegar Nahuel a la unidad, evitó que el micro siguiera de largo hasta Avenida Libertador donde generalmente el tráfico es mucho mayor.
"Yo pensaba: si llega a la Libertador nos matamos", comentó. Por ser día domingo y por el horario, afortunadamente tampoco había nadie caminando por la vereda y el colectivero recién volvió a tener consciencia cuando otros pasajeros lo despertaron con el vehículo ya chocado.
"Fue todo muy rápido, no sé ni cómo hice. Cuando miré ya estaba un policía adentro del micro y dos personas grandes que no se podían ni mover", relató el joven. "Fue todo muy rápido, no sé ni cómo hice. Cuando miré ya estaba un policía adentro del micro y dos personas grandes que no se podían ni mover", relató el joven.
Nahuel se fue a su casa con un dolor muy fuerte en el abdomen y en uno de los dedos de su mano. A pesar de que su vida no corre peligro no tiene idea de cómo se salvó porque los vidrios del colectivo estallaron.
El día del accidente todos hablaban de ese chico misterioso que tomó el volante y logró detener la unidad. Sin embargo, él se fue en estado de shock y nunca fue entrevistado por la Policía. "Me llamaron de la empresa y me pidieron los datos después pero no volvieron a llamar", dijo.
Ahora, su mayor preocupación es que quedó mal en el trabajo en su segundo día. "Yo tengo una pensión por discapacidad porque cuando era chiquito me dio un aneurisma y me operaron de la cabeza pero con una pensión no me alcanza y necesito trabajar", concluyó.
Nahuel Quiroga, el héroe del colectivo.