Hay una fina sintonía entre el lunes pasado en La Plata, fecha y lugar del anuncio de emancipación del gobernador bonaerense Axel Kicillof de su mentora y carcelera (según él) Cristina Kirchner, y un ya lejano 10 de mayo de 2023 en que se produjo el último gran sacudón de la política sanjuanina.
Aquel día de hace casi dos años fue el miércoles siguiente al martes negro de Sergio Uñac, el día que se sintió traicionado hasta el fondo por una Corte Suprema en la que confiaba a ciegas, y se ligó en la frente una inapelable suspensión a su candidatura a la re-re con la que venía entusiasmado, sin demasiados motivos. Electorales lógico, como el tiempo no tardó en develar.
El día posterior a ese planazo en los molares pese al comprometido consejo de un cortista que se volvería a equivocar en plano político un par de años después (Ricardo Lorenzetti, jefe de la escudería que integra Lijo a la que parece seguir reportando Uñac con su reciente voto favorable al juez federal para Corte, y ahora habría asegurado a Milei contar con los 48 votos en el Senado para que el presidente se jugara el fallido lance), correspondía resolver sobre la brasa caliente del momento: qué hacer con las elecciones de 4 días después: mantenerlas o anularla.
Optó por algo que su propia tropa le recriminaría fuerte tiempo después: postergar las elecciones a gobernador porque la Corte Suprema no había tomado una decisión de fondo y apenas lo había suspendido –lo confirmaría 3 semanas después, el 1 de abril-, pero mantener las de intendentes y diputados.
Lo hizo bajo fuego cruzado de su propio entorno. Estuvieron los que le desaconsejaron la jugada para no desacoplar a la fórmula de gobernador y vice del empuje de los candidatos en los departamentos, y estuvieron los que le militaron fuerte la decisión que finalmente tomó.
Y se anunció con cara de circunstancia ese mismo día. En una cita con apariencia de velorio aparecieron los dos cortistas más cercanos a Uñac –su amigo Olivares Yapur y su ex secretaria Adriana Nieto-, más el omnipresente fiscal General de la Corte, Jimmy Quattopani. A quien muchos detectan en la caligrafía de la resolución: hay quienes dicen haber visto en las horas previas a alguien muy parecido al fiscal ingresar seguido a Casa de Gobierno. Si era él, nadie lo admitiría. No queda bien.
Haya sido quien haya sido, la decisión marcó una huella, más visible aún años vista. Lo exponen los resultados. Ese 14 de mayo el PJ se fue exultante a dormir porque creía haber verificado la efectividad de la decisión: el uñaquismo derrotó al giojismo en intendentes y diputados proporcionales, y la suma de ambos desbordaba apenas a la suma opositora que respaldaba a Orrego. Pan comido, exclamaron. Faltaba el bueno.
Y pasaron cosas en el medio. A Sergio Uñac lo bajaron del todo, subieron a Rubén, a caballo de esa presunción de que la marca U podía más que todo y no hacía falta ningún otro envión, ni ceder parte del pastel a una firma externa (Andino) que le aportara algo más. Y el resultado fue lapidario: Rubén hundió el Titanic –en realidad, no él sino una consejería profesional bien lubricada y una política “amateur” bien despistada- y con apenas el 18% de los votos no sólo quedó lejos de Gioja sino también la suma de ambos de Orrego. El nuevo gobernador.
Entre los lamentos que aún hoy no se callan, se escucha. Que si Uñac aquel 10 de mayo hubiera trasladado toda la elección para julio, ese mismo día se hubiera votado intendente y la fuerza departamental podría haberlo empujado hacia arriba y arrastrarlo hasta ganar, como ocurrió en mayo. Imposible probarlo. Improbable además: la historia de las elecciones de pago chico como San Juan se ha cansado de probar que los arrastres son de arriba hacia abajo y no a la inversa.
Y en lugar de que los candidatos a intendentes llevaran en andas al triunfo Uñac como un torero podría haber ocurrido lo contrario: que el candidato a gobernador (Uñac, cualquiera fuera), hiciera perder a sus postulantes del pago. Además, tampoco había en los departamentos ninguna luminaria que pudiera arrastrar a nadie.
Los efectos de aquella ensoñación de otoño se siguen verificando hoy. Con el PJ partido en más de dos, críticas impiadosas por lo alto y por lo bajo entre “compañeros”, la moral por los tobillos y ganando terreno con ganas en tomar distancia de cualquier chance ilusoria de volver. Pese a cualquier contribución externa que les llegue de Milei.
Ese mismo dilema de aquel 10 de mayo en San Juan sobrevoló el lunes por La Plata. El gobernador bonaerense Axel Kicillof acusó la misma motivación para correr la escalera de la forma en que se retroalimentan las fórmulas. Si no hay elección a concejales ni a diputados provinciales, Cristina no podrá designar las fórmulas. Y no tendrá el apoyo arrastre de los partidos (departamentos), si es ella quien arma la lista de diputados nacionales para octubre.
Claro que hay diferencias porque Kicillof pelea contra Cristina y Uñac peleaba contra sí mismo. Pero los riesgos son equivalentes: para el sanjuanino, el de quedar pedaleando en aire como le ocurrió, el de Axel el de caer derrotado por su mentora y ahora rival, y ver morir antes de nacer la criatura de una candidatura presidencial. ¿Alguien se imagina a Kicillof sobreviviendo si sus intendentes pierden contra CFK en las secciones más relevantes y se queda sin legisladores provinciales? ¿Alguien puede pensarlo con el traje de candidato presidencial por un partido que no sería el peronismo, enfrentando a un candidato que sería el de la presidenta del peronismo?
Si lo hiciera, párrafo especial para las alineaciones en cada provincia. Vale ensayar al menos mentalmente quien estaría en San Juan de cada lado. Obvio: a la respuesta la dará la resolución de este enigma. Si sale bien para Axel, todos con él, si no, a los botas con rumbo a CFK. Y en el tránsito, fingir demencia. No quiso responder a la pregunta ni siquiera el sagaz Mauricio Ibarra, habituado a encontrar siempre una salida decorosa, a excepción de este lunes en Paren las Rotativas, por el streeming de Tiempo. Lo visto, nadie muere en las vísperas, menos en el peronismo.
Son estas preguntas para hacerse en el farragoso barro del peronismo que repite geografías. La puerta de ese purgatorio al que hoy ingresa Axel tiene la misma llave que la que tuvo en la mano Uñac: la que define fecha, hora y modalidad de la invitación para ir a votar. Entrar en un pasadizo sin camino de retorno, con una taba de vida o muerte. Axel emerge o se hunde, así de simple. El tiempo dirá si acierta o se come el motor como el sanjuanino.