¿Qué le pasa a Julián Gil? ¿Esconde algo? ¿Será una picardía más, de las que lo han caracterizado en toda la gestión? ¿Un gesto misógino? Todas estas preguntan se hacen por lo bajo en el equipo de Romina Rosas, la intendenta electa de Caucete, que no consigue tener una reunión de transición con el saliente. La actual concejal, luego de darle un ultimátum público al intendente hasta el 20 de octubre, apeló a presentar por escrito la convocatoria para el encuentro pero el jefe comunal le respondió que se dará recién 15 días antes de dejar el poder, es decir, sobre fines de noviembre.
La uñaquista está lista para iniciar junto a sus equipos técnicos el pase de mando, interiorizándose sobre el funcionamiento del Ejecutivo del que se hará cargo desde el 10 de diciembre, pero no ha conseguido el eco rápido que desea del lado del ¿macrista? Es que el intendente viene haciendo zigzag con sus apoyos políticos: tras entrar con el basualdismo, alinearse con el macrismo y trabajar junto al orreguismo, al final le dio un guiño a Alberto Fernández, sumándole más condimentos a su polémica gestión.
Rosas calificó de “lamentable” el plazo que fijó Gil para la reunión y observó que no es suficiente para sus objetivos. Esta situación pone más tensión a la ya tensa relación del intendente y la concejal que mucho antes de enfrentarse en las urnas vienen enfrentados en la comuna a partir de numerosos pedidos de informes y movimientos de control desde el Concejo. Rosas viene poniendo en el tapete el uso de los bienes públicos municipales por parte de Gil.