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Antecedentes

Una desaparición, dos femicidios y una muerte misteriosa: los otros casos que sacudieron a la Villa Hipódromo

Un barrio atravesado por el dolor y la violencia. Al crimen de un adolescente en la madrugada del martes se suman otros espeluznantes casos ocurridos en los últimos 30 años.

Por Redacción Tiempo de San Juan

En 1997, el diario matutino comunicaba la desaparición de un niño de 7 años. Se llamaba Matías Ricardo Villafañe, le decían "Yiyo" y vivía en lo profundo de la Villa Hipódromo. Nunca nadie más supo de él. La última vez que lo vieron con vida fue en su domicilio de calle Zapiola, misma cuadra donde, 26 años después, hallaron muerto de un tiro en la cabeza a un adolescente de 1 años. El reciente crimen de Celín Agüero, ocurrido en la madrugada del martes, es la punta del iceberg de una villa que vio nacer a ídolos populares, como el "Yeyo" y el "Chino" Saldaño, pero que también ha estado signada por la muerte y la violencia.

El misterio llamado "Yiyo"

Si Ricardo Matías “Yiyo” Villafañe aún estuviera vivo, este año cumpliría 33 años. Si está vivo o no, es un misterio que jamás fue resuelto. El niño fue robado cuando tenía 7 años, el 23 de octubre de 1997 en la Villa Hipódromo. Aunque se atrapó a los responsables de haberlo robado y luego vendido, todavía es un misterio el paradero de aquel pequeño con una leve discapacidad mental.

El chico vivía con su mamá en la casa familiar frente a Villa Hipódromo. Ahí, ella conoció a Mercedes Amalia González, conocida por todos como “La Piri”, un oscuro personaje dedicado al curanderismo, a las cartas del Tarot y afecta a las malas juntas. Gamboa se había convertido en intima de “La Piri”, al punto que se mudó a la casa de calle Zapiola con su hijo “Yiyo” para ayudarla en los quehaceres domésticos a cambio de la comida diaria. Matías era sólo un niño de 7 años con problemas de habla, sin escolaridad y que veía pasar los días de esos adultos dentro de un ambiente complicado y con la vida al límite, donde lo anormal por las “juntaderas” y la visitas de los clientes de “La Piri” era algo natural.

Liliana Gamboa tenía ciega confianza en la otra mujer. Eso explica de por qué la mañana del 23 de octubre de 1997, pidió a “La Piri” que cuidara a su hijo mientras ella concurría al penal de Chimbas a visitar a su novio, “El Topo” Gutiérrez. Alrededor de las 14, cuando ella estaba adentro durante el horario de visita, los penitenciarios la llamaron para comunicarle que afuera la estaban buscando. Era un hijo y una nuera de González, que habían llegado hasta allí para avisarle que “Yiyo” estaba perdido.

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La mamá de “Yiyo” fue importante a la hora de aportar los nombres de los sujetos que concurrían a la vivienda y de las extrañas amistades de “La Piri”, entre ellas otra tarotista y el hijo –un ex policía- de ésta de quienes siempre sospechó que tuvieron participación en la sustracción de su hijo. Los investigadores no le perdían pisada a ella ni a sus amigos, hasta que en marzo de 1998 detuvieron a Fabián “El Púa” Reyes. Presionado o no, el delincuente de 18 años acabó por quebrarse y delató a todos. O al menos esa fue su versión, en la cual reveló que el robo del niño fue planificado días antes en una reunión en el domicilio de “La Piri” en la que participaron “El Pato Lucas” Díaz, Alberto “El Tolengo” Gutiérrez, Carlos “El Porteño” Quiroga y la dueña de casa. En su relato detalló que él mismo sacó a “Yiyo” junto a su bicicleta y a su perro por los fondos del rancho, que lo trasladó hasta la esquina del frigorífico abandonado de las calles República del Líbano y Zapiola. Que en ese lugar lo entregó a “La Piri” y a “El Porteño” Quiroga, que lo cargaron en una moto y que éstos se lo llevaron para entregarlo a dos mujeres mendocinas que andaban en un vehículo.

El juicio mismo sembró más el enigma. Ninguno de los acusados habló, se encerraron en negar cualquier participación en el hecho. Sin embargo, los jueces Diego Román Molina, Arturo Velert Frau y Raúl Iglesias dieron su veredicto en la Sala I de la Cámara Penal el 23 de octubre. Sí, el mismo día que se cumplían 3 años de la desaparición de “Yiyo”: Mercedes Amalia “La Piri” González fue condenada a 12 años de prisión por autora intelectual y material de la sustracción del chico. Carlos “El Porteño” Quiroga fue penado a 10 años de cárcel por coautor de la maniobra. Néstor Fabián “El Púa” Reyes también fue condenado, pero su pena quedó en suspenso dado que era menor al momento de cometerse el delito y entonces el tribunal dispuso una serie de medidas tutelares antes de fijarle una pena.

El femicidio de Celeste

La trágica muerte de Celeste Luna ocurrió el 15 de diciembre de 2019. Su pareja, un agente de la Policía de San Juan, Matías Mallea, le disparó en la cabeza después de una discusión que tuvieron en el interior de la vivienda que compartían en la famosa "curvita" de la Villa Hipódromo, a muy pocas cuadras donde en la madrugada del martes mataron al adolescente.

Las pruebas que complicaron al acusado fueron que ella supuestamente no sabía manejar el arma, el lugar donde impactó la bala y la mayor cantidad de restos de pólvora encontrada en las manos del agente y en la ropa de él, más que en el cuerpo de la víctima. Con esto, el juez Guillermo Adárvez, titular del Tercer Juzgado de Instrucción, lo procesó por homicidio doblemente agravado.

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En junio del 2023, Mallea fue condenado prisión perpetua. La pena fue resuelta por unánime por el tribunal compuesto por Maximiliano Blejman, Nicolás Muñoz Carpino y Silvina Rosso de Balanza (presidenta). Pena que había solicitado tanto la abogada querellante, Sandra Leveque y la fiscalía representada por Daniel Galvani.

El aberrante crimen de Nelly Elizondo

Ocurrió en octubre del 2018. La mujer estaba en su casa, en calle Tumbes, cuando fue atacada a puñaladas por un albañil que había contratado para realizar algunos trabajos. En la etapa de instrucción, quedó probado que el acusado conocía a la mujer de 69 años, que frecuentaba su vivienda y que de vez en cuando hacía algunos trabajos de albañilería en esa propiedad.

La versión que dio asesino, identificado como Hipólito Orellana, fue que ese día del crimen se suscitó una discusión y que supuestamente ella lo agredió. Aseguró que en esos momentos tomó el cuchillo y la atacó hasta matarla. Se acreditó que le propinó 7 puntazos. Él mismo confesó que escapó en su bicicleta, pero que al rato regresó para buscar dinero dentro de la casa. Ahí fue que sustrajo 28.500 pesos y volvió a marcharse.

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Un vecino lo vio cuando huía. Más tarde encontraron el cadáver y los datos de los vecinos y de un hijo de la víctima permitieron localizar al salteño Orellana. La Policía lo detuvo en la pieza que alquilaba en un conventillo de Villa Cenobia Bustos.

El juez Daniel Guillén lo condenó tiempo después a 16 años de cárcel, tal como habían propuesto en el acuerdo que firmaron para abreviar el juicio en la Sala II de la Cámara en lo Penal y Correccional.

Un cafishio muerto y los 4 tiros de la exmujer

“Triste final, como era de prever, tuvo un conocido individuo que muchos años vivió al margen de la ley”. Así empezaba la crónica periodística de Diario de Cuyo que relataba el asesinato de Juan Carlos “El Loco” Rodríguez, un cafishio o mejor dicho proxeneta que hacía plata prostituyendo a mujeres. Una de sus víctimas era Delia Zapata, su expareja y también su asesina.

Al menos eso fue lo que dijo ella cuando la Policía la detuvo la mañana del 1 de enero de 1979 en su casa en calle Paula Albarracín de Sarmiento, Villa Hipódromo, Rawson. En principio, el caso parecía sencillo de explicar: una mujer que trató de defenderse y asesinó a tiros a su maltratador. Por supuesto, llamó la atención los cuatro disparos.

Además, ella misma lo confesó. Tenía motivos. Había sido la pareja de “El Loco” Rodríguez, conocido por su fama de delincuente y cafishio. Y no la pasó nada bien con él. Este hombre la convirtió en trabajadora sexual y en las noches la obligaba a trabajar a la whiskería que tenía un vecino de la villa de apellido Azcurra. Pero no era sólo eso. También la golpeaba y lo que Delia no le perdonaba a Rodríguez fue que le quitaran la tenencia de su pequeño hijo por culpa de él.

El juez Luis García Castrillón, del Primer Juzgado de Sentencia en lo Penal, dio por probada la autoría del crimen por parte de Delia Zapata y finalmente la condenó. A fines de abril de 1981, el juez García Castrillón hizo pública su sentencia. En su fallo, sostuvo que no le cabía la inimputabilidad y su acción no podía encuadrarse como acto de defensa propia: terminó siendo condenada a 8 años de prisión por el delito de homicidio simple.

Fuente: Historias del Crimen

Tiempo de San Juan

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